Hablando con en el diablo

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Te preguntarás por qué te estoy contando mi vida y es porque necesitas saber mi pasado para entender mi presente. Créeme, no es nada bueno.

Cuando comencé cuarto primaria mis padres decidieron enviarme a un colegio católico debido a mí mala conducta y pasé de estar en un lugar donde no se hablaba de religión a rezar todas las mañanas y al medio día. Dos meses habían pasado desde que las clases comenzaron y ya me habían mandado a la oficina del director. Me suspendieron por "jugar la ouija". Te lo contaré bien.

Las niñas de mi clase habían sido católicas casi toda la vida y yo... bueno ¿dos meses? Me molestaba la forma en que pensaban. Querían hacerle creer al mundo que su familia era perfecta y que se irían al cielo por ir a la iglesia. Sabía que solo estaban aparentando, siempre he sido muy sincera pero no todas las personas aprecian que les digan la verdad. Como cuando a la hora de recreo les pregunté que si dios era amor porque la religión católica no acepta a los gays y que si sabían que el padre Fausto era gay. Me acusaron con la maestra y tuve que rezar para que dios me perdonara por levantar falsos testimonios así que decidí vengarme y les hice una pequeña broma.

Una tarde mientras esperábamos a que nos recogieran agarré mi lata de coca cola y dos papitas fritas, les pregunté si querían preguntar algo del más allá ¿Qué crees que dijeron? Así que formamos un círculo con los escritorios y comencé a preguntar. La lata de coca cola se empezó a mover y todas gritaron. Solo de pensarlo me causa tanta risa. Salieron corriendo y una chica empezó a llorar porque el diablo se la iba a llevar. Yo había movido la lata. JAJAJA estúpida.

Por jugarles esa broma me suspendieron y me enviaron a la oficina del "director espiritual" pues temían que les enseñara a mis compañeros de clase como hacer rituales y a "platicar con el diablo". En ese momento fue cuando comenzaron a querer moldearme a su manera. Querían que viera la vida con sus ojos que lo único que veían era pecado. Tenía que convertirme en una "señorita de Dios".

Ocurrió totalmente lo contrario. Incluso tengo un tatuaje en el dedo pequeño de la mano que dice "el diablo". Me lo hice solo para fastidiar a mis padres, en especial a mi madre con la que nunca nos hemos llevado bien. 

Un corazón roto y dos tequilas - TERMINADA, EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora