"Cuando tu vida ha sido un caos constante uno más no parece relevante hasta que te das cuenta de que ese desastre te vino a cambiar la vida. Una vez me dijeron que soy adicta a la adrenalina y a lo prohibido... lo estoy empezando a creer, las mentir...
Llegué al bar de Gala, me preparó un desayuno delicioso y nos sentamos a platicar. Le pregunté si estaba saliendo con alguien porque era imposible creer que una mujer tan bella como ella estuviera sola.
Su respuesta fue "Se nota que no eres de por acá o no me estuvieras preguntando esto" a lo que yo respondí "No tienes que contentarme si no quieres, no quería incomodarte". Encendió un cigarrillo y me contó su historia.
Cuando Gala tenía 19 años, cometió un error que le afectaría el resto de la vida. Los Ponce eran la familia más poderosa del pueblo. Gala había crecido en la hacienda de los Ponce pues su madre trabajaba como cocinera. Los hijos de los Ponce, Aaron y Miguel (gemelos por cierto) jugaban con Gala después de la escuela. A esa edad los niños no distinguen de clases sociales. Pasaron los años y la adolescencia llegó, Gala ya no tenía permitido entrar al salón principal. Su lugar era la cocina y el jardín. Los gemelos y Gala seguían siendo amigos, si es que se pueden llamar así.
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Al final de cuentas Gala era la hija de la "sirvienta" y los gemelos eran sus "jefes" aunque ellos no lo vieran así los señores Ponce lo hacían notar. En una reunión del club social estaban todos los hijos de las familias más importantes del pueblo, Gala y su madre tenían que servir la comida. Aaron y Miguel estaban socializando con las chicas, todos estaban vestidos con trajes elegantes y Gala observaba de lejos. Vio su reflejo en la ventana, cabello recogido con olor a grasa, sus uñas mal pintadas y su vestido roto.
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A veces se preguntaba por qué la vida había sido tan injusta con ella y su madre. En 18 años de vida jamás había conocido a su padre. Se acercó una chica, rubia, hermosa y con unos pendientes de diamante que posiblemente costaban más de lo que ella podía ganar trabajando toda una vida con los Ponce. "Oye sirvienta acaso te pagan por estar viendo a Miguel?" Gala se quedó perpleja, no sabía de que estaba hablando. "perdón señorita no se dé qué está hablando ¿desea que le traiga más champagne?" respondió dirigiendo la mirada hacía abajo. "¡Veme a la cara inculta! Que te quede muy claro cuál es tu lugar, Miguel y yo nos vamos a casar y si te portas bien tal vez te damos trabajo, solo para que veas que también hago caridad" Los señores Ponce eran estrictos pero nunca le habían hablado así, sonrío inocentemente para ocultar el dolor y la humillación. "Lo tengo claro señorita, pero para ser sincera, estoy feliz trabajando para los señores Ponce" "awww que tierna" dijo empujándola a la piscina.
Todo paso tan rápido pero Gala lo vivió en cámara lenta. Soltó la charola con las copas de champagne, escuchó el vidrio quebrándose en pedazos, su espalda estaba a punto de tocar el agua y lo último que vio fue la mano de la chica rubia sosteniendo un pedazo de su vestido viejo, escuchó las risas y sumergida en la piscina comenzó a llorar. No sabía nadar.