Tocando el cielo

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Lo que estaba haciendo estaba mal pero no podía parar. Comenzamos a besarnos. Diego cerró la puerta con llave para que nadie nos molestara.

Me pegó a la pared y con cada beso la temperatura de la habitación aumentaba. Paso sus manos desde mi cintura hacia mis muslos, me cargó y se apoyó en la pared. Podía sentir su corazón latiendo a toda velocidad, le comencé a besar el cuello... los hombros y me cargó hasta la cama.

Me recostó y pegó su cuerpo al mío. Lo lancé al otro lado de la cama y me senté sobre él, podía sentir su miembro erecto y mi bata comenzó a soltarse. En ese momento no importaba nada más que saciar nuestras ganas.

No pensé en lo que pasaría después. Ni en las personas a las que podía lastimar haciendo esto. Solo me importaba estar con Diego en ese momento, mi mente se nubló y olvidé que me casaría pronto.

Diego se puso encima de mí, comenzó a besarme desde el cuello, bajo a mis senos, abriendo poco a poco la bata. Llego a mi abdomen y sus manos acariciaban todo mi ser. Yo lo estaba disfrutando, era algo que quería desde hace mucho tiempo.

Esa noche éramos él y yo. Ninguno quería nada más que una noche de pasión, pero las palabras bonitas surgieron y empezamos a hablar sobre lo mucho que nos gustábamos desde hace mucho tiempo. Hicimos "el amor" si así le quieres llamar porque en ese instante nos tratamos como si hubiéramos estado enamorados.

Alguna vez has deseado algo tanto que cuando lo obtienes es lo mejor que te pudo haber pasado y la satisfacción de que lo tienes en tus manos no se compara con nada pues así se sintió ese momento, aunque sabíamos que lo que estábamos haciendo no estaba bien no nos importó.

Fue despacio y no sólo unimos nuestros cuerpos, sino que hubo algo más. Llegamos al clímax juntos y eso no pasa muy seguido, temblamos y gemimos hasta que alcanzamos el cielo y luego descendimos. Se recostó al lado mío a descansar mientras nuestra respiración agitada y cuerpos sudados regresaban a la normalidad. Nos dimos un beso para cerrar el trato, mis labios quedaron rojos y mordidos.

Aquí voy a aplicar esa frase de "el que juega con fuego se quema" me terminé quemando. No volvimos a hablar hasta que le escribí...

Un corazón roto y dos tequilas - TERMINADA, EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora