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Cuarto día de la semana y estaba feliz y enojado.

¿Podía tener dos emociones tan distinta a la vez?

Quizás cualquier persona en sus cinco sentidos, no podía. Pero él, Ruggero Pasquarelli no era normal, claro que no ¿A que persona normal se le ocurre infiltrarse en un instituto de chicas?

Claramente sólo a él pero todo tiene un fin, un objetivo o una misión. Y el de Ruggero es desenmascarar a su novia. Creía estar cerca, ya que con Michelle mintiéndole a Ruggero y diciéndole la verdad a Annie, podía saber muy bien la razón de sus palabras o de sus actos.

Lo único que no podía saber, era la causa del por que Michelle quería terminar con él.

¿Michelle lo había querido alguna vez?, ¿Lo había amado alguna vez?, ¿Le había importa si quiera a ella?, ¿desde cuando lo engañaba?, ¿desde cuando le dejó de importar? -si alguna vez le importó-

Y la más importante, ¿Cuando le diría la verdad?

Quizás la ultima era muy lógica, nunca le diría y él por sus propios medios tendría que descubrirlo, y eso era justamente lo que estaba haciendo ahí en aquel instituto.

Había quedado de almorzar con Michelle y sus amigas. Y bueno debió aceptar.

No había visto en toda la mañana, a su Valentina y eso lo tenía algo triste. Se había sorprendido el día anterior al notar, que con tan sólo verla caminar, le alegraba el día, que verla sonreír le iluminaba la vida, que su risa solía consolarlo y por la noches ella, se pasaba a su cama, y dormían abrazados todas la noche, dándose caricias y besos tiernos.

Más de alguna vez, Agus o Caro los hacían callar y ellos reían divertidos. Le gustaba dormir abrazado a ella, le gustaba sentir que ella estaba en sus brazos, y que nadie podía quitársela, le gusta sentir sus labios, recorriendo su cuello, simplemente le gustaba ella.

Sólo eso claro...

Había notado un cambio en la actitud de Valentina, ya no era tan pesada, ni malhumorada, ni ruda. Solía pasar desapercibida en las clases y no había causado ningún gran alboroto -sin contar el del la semana pasada con Michelle pero de ello nadie se había enterado-.

También se sorprendió cuando el día anterior, la profesora Zenere se había acercado a Annie, y le había hablado de Valentina

Debo agradecerte linda -le había dicho ella- Desde que hablaste conmigo, eh notado un cambio en mi hija -él sonrió satisfecho- Por esta fecha el año pasado, ya había sido castigada más de trece veces, pero ahora nada, ningún castigo, ninguna queja, nada -le tomó el hombro- Y eso te lo debo a ti, muchas gracias.

Realmente era notorio el cambio y se sentía orgulloso de ser parte de ello.

Annie -lo sorprendió la castaña- Te estábamos buscando ¿vamos a almorzar? -él asintió y se dirigió con su bandeja hacia una de las mesas que habían escogido-

Estabas desaparecida Annie -habló Camille- Ya pensábamos que estabas de parte de Valentina y ya no te querías juntar con nosotras -las tres rieron, pero él se quedó mudó- ¿No es así cierto?

Claro que no -contestó por fin- Es sólo que estaba centrada en mis tareas y trabajos

Oh eso es muy bueno -habló Michelle- Lo que es yo, voy muy bien, estoy segura que seré una gran abogada -Ruggero dejó de comer, y miró un punto fijo.

¿Michelle quería ser abogada?, ¿Desde cuando?

Entonces se dio cuenta de que nunca habían hablado sobre su futuro, siempre hablaban del presente -ni si quiera el pasado- y eso quería decir que él nunca había sabido que ella quería ser abogada.

Enamorate (adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora