60

512 32 1
                                    

Lo siento -lo miró sincero y decidió decir todo de una vez- Siento haberte defraudado, siento haber cambiado, siento no seguir siendo el mismo, siento haberte gritado y siento tanto que ya no me hables -Agustín frunció el ceño- Durante este tiempo me he dado cuenta de que lo que tu habías era cierto, cambié y para mal pero no lo quise aceptar hasta hace una semana que cierta persona me hizo darme cuenta de lo idiota que he sido -miró a Valentina que conversaba sonriente con Carolina- Y luego de chocar tan fuerte con la realidad, me di cuenta que seguías enojado conmigo, y lo siento mucho y te pido disculpas nuevamente, eres mi hermano Agustín el cerebro de nuestra pequeña pandilla, eres mi amigo -le hizo una media sonrisa-

¿Te lo dije sabes? -levantó la mirada hacia él- Sabía, yo sabía que ibas a venir aquí como el perro arrepentido que eres -sentenció-

Con el rabo entre las piernas -susurró él-

Y con el hocico partido -carcajeó-

¿Por que con el hocico partido? -preguntó extrañado-

Por los golpes que te iba a dar si no entrabas en razón idiota -rió y Ruggero se relajó- Te juro que te mataba si seguías así.

Lo sé, si ya me estaba preocupando que no me lanzaras un buen golpe -rió él- ¿Somos amigos? -Agustín asintió- ¿Me das un abrazo?

¡¿Qué te ha hecho Jorge?! -ambos rieron-

Los cuatro compartieron una tarde increíble comiendo comida rápida y yendo a una feria. Sin darse cuenta el había extrañado aquellos momentos de diversión de los cuatro, aunque había momentos en que Agustín y Carolina se separaban de ellos para darse sus besos y cariños y él tan sólo se quedaba mirando a Valentina. Era tan coqueto e insinuaba bastante, ¿por que ella era tan hermosa?, ¿Por que su sonrisa parecía brillar más que todas? ¿Por que simplemente era tan perfecta ante sus ojos? El día había acabado y ahora tenía que llevar a Valentina hacia su casa. La despedida fue normal, ella se despidió y le dio un beso en la mejilla luego salió del auto y Ruggero sintió la necesidad de bajarse del auto y besarla como debía y quería, pero sólo aterrizó en la realidad, negó con la cabeza y encendió el auto. Debía entender que sólo eran amigos.

Ruggero suspiró feliz, volteó el letrero 'cerrado' e introdujo la llave en la cerradura. Se dio media vuelta alegre, otra semana de exito en la tienda y su madre realmente estaría orgullosa de él y además le subiría el sueldo ¿no? Acomodó las rosas azules que tenía sobre su brazo y caminó hacia donde estaba estacionado su auto. Dejó las flores con cuidado en el asiento del copiloto y sonrió.

Había estado toda la tarde formando un lindo ramo de rosas azules para Valentina, le pidió ayuda a varias chicas de ahí y luego de horas decidió que las rosas azules eran muy adecuadas para ella. Era viernes y según había hablado con Agustín, iría con las chicas a una gran fogata en la playa, la vería ahí y le daría esas flores, estacionó el auto y luego de bajo de él. Diviso un punto en la arena donde había una gran fogata, chicos y chicas estaban alrededor y conversaban animadamente, otros estaban en los alrededores o en tiendas de campaña, en fin se acercó a paso lento mirando hacia todos lados, tratando de buscar a su amigo o a Valentina. Llevaba las flores escondidas con cuidad en su chaqueta de cuero y su mirada variaba a cada momento. Hasta que divisó la negra cabellera de Carolina, a su lado estaba Agustín y reían juntos. Se acercó a ellos y lo saludaron.

Pensé que no vendrías -murmuró Agustín y le pasó una cerveza- Como terminas cansado con tu trabajo-

Vendría igual -se encogió de hombros- ¿Que celebramos?

Que las chicas ya van a acabar el semestre -sonrió-

Genial -tomó un sorbo- ¿Y Valentina? -preguntó.

Ahí -Carolina apuntó hacia un lado. Ruggero se dió vuelta sonriente, afirmó las rosas sobre su chaqueta y miró hacia el punto mencionado por Valentina-

Frunció el ceño y relajó la mandíbula haciendo desaparecer la sonrisa, miró detalladamente la escena. Valentina apoyada sobre ese tipo...con el que se peleó, ambos sonreían y bebían también cerveza, el tipo le susurraba cosas al oído y ella sonreía coqueta. Sintió que algo se quebraba en su pecho y quiso saber que era, dejó caer la cerveza sobre la arena sin importarle cuan vacía estuviera. Ella le sonreía como lo hacía cuando estaba con él, lo había notado. Ella lo miraba de igual manera que lo hacía con él, no podía dejar de mirarla en los brazos de otro y quiso volver a golpearlo, romperle la cara hasta que dejara de sonreirle como barbie el idiota.

La observó otra vez mientras los segundos parecían ir mas lentos, pero su corazón iba más rápido, su pulso aumentaba y sentía algo en su estomago. Sintió un miedo terrible, el miedo a volver a perderla, el miedo a no tenerla más, entonces supo que la quería para siempre con él. La quería con él sin importarle nada, la quería con el a cada momento, la quería con él para besarla y acariciarla sin cansarse,la quería... Es más la amaba y sabía que ya no debía ocultarlo.

La amaba más que a su vida y no había podido dejar de pensar en ella a cada momento. Por no admitir aquel sentimiento del que tanto huía despavorido había perdido varias cosas y ahora y no estaba dispuesto a aquello. Amaba a su Valentina, la amaba con todo su corazón, sabía que esto era real....Ahora se daba cuenta que lo que sentía por Michelle no tenía comparación con lo que ahora estaba experimentado. Sabía que estaba enamorado y también sabía que estaba enamorado de verdad.

Ruggero -sintió una mano en su hombro que reconoció como Agustín- ¿Estas bien?

Si -susurró y se dio media vuelta- ¿Esta ocupada, no? -carcajeó con amargura-

Esta ahí con Marcos -volvió a susurrar- ¿Quieres que la llame?

Quiso responderle si, que la llamase para que dejara de estar con el tal Marcos, así el tendría oportunidad de entregarle las flores y declararle su loco amor. Sin embargo la respuesta fue negativa, ella no mrecía que él le dijera todo así de simple, ella merecía más que las estrellas y la luna, ella merecía todo.

No la llames -trató de sonreirle- No quisiera interrumpirle, pero si quiero que le entregues esto -sacó el ramo de rosas azules y se lo entrgo- Pero espera un momento -Sacó un pequeño papel de su bolsillo y un bolígrafo que llevaba en su chaqueta, y escribió-

"Rosas para la mujer más hermosa de mi vida.
No quería interrumpirte por lo que te mando esto como regalo.
Espero te gusten, porque yo pienso que son las flores más hermosas que existen, así como tú...

Te quiere Ruggero
PD: te ves adorable con esa capucha."

Colocó la nota sobre las flores, se despidió de su amigo, y con las manos en sus bolsillos volvió a su auto. La tristeza lo invadió segundos después al darse cuenta el tiempo perdido sin ella, el tiempo que había malgastado con las otras chicas en vez de estar con su chica. No quería perderla pero ¿que pasaba si ella se quedaba con ese tal Marcos? ¿que sucedería si ella se olvidaba de él? ¿que pasaría si ella se hace novia de Marcos?

A él simplemente se le partería el corazón, ella era su todo, por eso ahora debía pensar muy bien en que hacer, para demostrarle que lo que sentía era real y verdadero. Entró a la habitación de su madre, estaba a oscuras y eso era obvio, era muy tarde. Se arrodillo a un lado de su madre y encendió la lampara que estaba sobre la mesa de noche. Karen se despertó algo desorientada pero sonió al verlo a él. Se sentó en la cama y le preguntó.

¿Sucede algo hijo? -Preguntó algo preocupada-

¿Puedo dormir contigo? -Karen asintió algo extrañada, le hizo un espacio a su hijo y lo abrazo- Mamá -ella lo miró- ¿Puedo hacerte una pregunta?

Claro que sí cariño -le sonrió-

—¿Como te sentiste la primera vez que te enamoraste?

Enamorate (adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora