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Ruggero -susurró- ¿Que haces aquí creí que...? -él la interrumpió quitándose la flor de la boca y contestandole-

Esto es mas fácil en las telenovelas y en las películas sabes -sonrió débilmente- ¿Podría pasar? sé que dijiste que no te buscara pero me es inevitable hacerlo y por favor dejame entrar que me muero aquí afuera de verdad -Valentina reprimió una risa al verlo tan acomplejado, y lo dejó entrar- Recordaba tu habitación de otro modo -dijo una vez que entró y se aseguró de pisar suelo firme-

Ha cambiado un poco -se sentó en una sofá que tenía ahí y lo miró- ¿Que haces aquí, Ruggero? Creo que fui muy clara anoche en decirte que no -él la interrumpió-

Sé lo que dijiste -caminó un poco hasta su lado y se arrodilló ante ella- Quizás no sé como te sentiste, pero sé que fui un tonto, y que por idiota perdí lo lindo que teníamos -susurró-

¿Lo lindo que teníamos? -preguntó ella entrecerrando los ojos- No teníamos nada Ruggero.

Había algo, tú lo sabes, yo lo sé, sólo nosotros -tomó su mano- Yo me alejé de ti, cometí un grave error -suspiró fuerte- Pude los siguientes días buscarte y pedirte que volviésemos a divertirnos juntos, pero no lo hice, ni tampoco lo hice los meses siguientes -la miró a los ojos directamente- Me zambullí en un mundo donde quizás pedí estar y anhelaba estar, pero no era lo sano y correcto para mí. Quería ser libre y disfrutar de mi soltería tras perder la confianza en ser un chico, o mejor dicho ya un hombre que pudiese conquistar a una mujer. Me sentía mal, y no estaba dispuesto a admitir que te quería cerca Valentina, muy cerca -murmuró con voz ronca- Pero en cambio, me comporte como un idiota y te hice daño, lo ví en tus ojos cuando botaste esa lágrima antes de salir del auto -ella se tensó- ¿Recuerdas cuando dormimos juntos la primera vez en la playa? -ella asintió- ¿Recuerdas cuando me descubriste en el instituto saliendo del baño y se me cayó la toalla? -rió un poco y ella asintió nuevamente- ¿Recuerdas la primera vez que hicimos el amor? -se acercó a ella mientras depositaba la flor en su mano- ¿Lo recuerdas?

Nunca lo hicimos, era sólo sexo -sentenció finalmente y se alejó un poco de él-

Otra equivocación de parte mía, el sexo es sólo con las personas que no se conocen y es mas carnal y erótico -dijo sin importancia- Lo que nosotros teníamos era pasión pura de dos cuerpos deseándose -se volvió a acercar a ella y tomó su mejilla- Queriendo estar el uno con el otro -se acercó más y ella de verdad quiso alejarse, pero había un poder extraño sobre ella, que ni si quiera la dejaba moverse- ¿No lo extrañas? -preguntó susurrando sobre sus labios. Ella no respondió y él aprovechó para unir sus labios y besarla hasta no más poder. La besó despacio como a ella le gustaba, con calma y tranquilidad disfrutando del lento movimiento de sus labios sobre los de ella. Movió su mano y acarició su nuca para acercarla más. Todo iba perfecto, un perfecto beso, una perfecta caricia, un perfecto gruñido hasta que ella separó de él agitada-

¿Quien te ha ayudado a preparar el discurso? -lo miró seria- ¿Palabras bonitas, lindas y tiernas miradas? -preguntó sarcastica- ¿No pudiste hacer algo mejor?

Valentina -murmuró- No he hecho un discurso, yo ¡Diablos! lo intenté -se paró del suelo- Vine durante el camino, pensando en algo, pero te juro que no tenía nada que ver con lo que te he dicho ahora -suspiro- Todo ha sido improvisado con todo el sentimiento desde lo que es correcto para mi mente y mi corazón, creeme.

¿Que te propones? -ella también se levantó para quedar a su altura- ¿Que te perdone?, ¡Que volvamos a ser eramos antes y hacer como si nada ha pasado? ¿hacer como que no te has acostado con muchas mujeres? ¿hacer como que no eres el idiota que realmente eres? ¿hacer como...? –Ruggero la interrumpió-

Valentina, Valentina -suspiró- Sólo quiero que no estés enojada conmigo, que no me lances esas verdades a la cara tan desprevenido, que no me rechaces, y que por favor volvamos a divertirnos como lo hacíamos antes, ¿puedes hacerlo? -preguntó finalmente. Ella lo miró a los ojos por un largo minuto, su cara demostraba inquietud y confusión- ¿Puedes?

Esta bien, Ruggero -una alegría recorrió el cuerpo de el- Pero empezaremos desde cero, seremos -suspiró y nombro la palabra que en esas circunstancias jamás quiso oír, pero aún así la dijo- Amigos.

¿Amigos? -preguntó Ruggero confundido-

Si, amigos -extendió sus brazos- Esa clase de amigos que se cuentan todo, que se divierten bromean y salen juntos, esos amigos -Ruggero sonrió satisfecho al oírla- Pero los amigos no se acuestan juntos -negó con la cabeza- Ni se besan.

¿No podré besarte? -ella negó- ¿Ni tocarte? -ella volvió a negar- Diablos -susurró-

Eso es ser amigos -ella le sonrió- Tomalo o dejalo, eres mi amigo o no eres nada.

La miró una vez más, llevaba su cabello largo en una coleta alta, sin una gota de maquillaje excesivo, con los ojos brillantes, con unos vaqueros ajustados y una simple polera. ¿estar con ella o no estarlo? o mejor ¿estar con ella sin estarlo?

Esta bien acepto -puso su mano al frente de ella en signo de cerrar un 'trato', pero ella no hizo lo mismo, se le quedó un rato más viéndolo con una mueca de frustración- ¿Y bien?

Claro -susurró después de salir del trance y estrechó su mano, mientras una corriente eléctrica lo agolpaba terriblemente-

¿Puedo besarte por ultima vez? -dijo una vez que separaron sus manos. Ella asintió con la esperanza de guardar en su memoria el dulce sabor de los labios de Ruggero, sabía que no la besaría en un buen tiempo, y es que ¿él era tonto? ¿como no había podido entender el mensaje oculto tras sus palabras? él debía haber dicho,"no no seré ni lo uno ni lo otro, porque yo quiero ser más que tu amigo" y luego vendría el discurso de que estaba locamente enamorado de ella, pero aquello no había sucedido y ahora estaba besando a su "amigo".-

Valentina has visto él- una voz y una puerta abriéndose interrumpieron el perfecto momento. Ruggero se alejó de Valentina rápidamente al ver al padre de ella y a juzgar por la mirada, estaba en serios problemas- ¿Que haces tú acá?, creí haberte dicho que -ella lo interrumpió-

Papá, no yo bueno.
—Tú nada -sentenció su padre- Ahora contaré hasta tres y te quiero fuera de mi casa, ¿has oído? -él asintió temeroso- ¡Uno! -gritó.

Valentina -susurró nervioso antes de partir- Te llamaré -ella asintió- No te pierdas -ahora ella negó con la cabeza-

¡Dos! -gritó en el umbral de la puerta-

¿Debería correr cierto? -ella murmuró un si en tono bajo al mismo tiempo que su padre excalamba-

¡Tres! -Y al oír esto se echó a corres escaleras abajo con toda la agitación que sentía al ser perseguido por aquel hombre tan alto. Buscó la salida con la mirada y se dirigió a ella, abrió la puerta justo antes de que el papa pisara el ultimo escalón de la escalera. Logró salir con la respiración muy agitada, aquel hombre gritando como condenado lo había asustado, entonces recordó que el padre de Valentina era militar-

Al normalizar su respiración, caminó nuevamente por el sendero de la casa y suspiró fuerte. ¿Amigos? ¿nada más que eso? No esperaba algo sumamente serio, pero tampoco tan liberal. Ser amigo complicaba todo, pensó. Si no quería perderla tendría que resignarse a eso simplemente, aunque ahora deseaba realmente ser algo más...  

Enamorate (adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora