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¿Qué hacemos ahora? -preguntó Valentina, al ver que pasaba el séptimo auto y no les paraba- Esto no está sirviendo.

Seguir insistiendo -habló Carolina-

No nos parará ninguno -dijo esta vez el castaño- Lo mejor será llamar a alguien para que nos recoja

¿A quien? -preguntó Valentina-

Mi padre esta trabajando, mi mamá ni hablar, los chicos ya deben haber llegado y con los apurados que iban no creo que sea buena idea llamarlos -se encogió de hombros y reviso la agenda de su celular-

No claro que no -titubeo Valentina-

Sólo nos queda una opción -hizo una mueca-

¿Quien? -preguntaron ambas chicas-

Llamar a Ruggero -trató de sonreirles- Y decirle que venga a recogernos.

Valentina creyó caerse al oír Ruggero, una fuerte presión en el pecho comenzó a aparecer y las manos comenzaron también a sudarles. El solo hecho de imaginar que vería nuevamente a Ruggero le ponía los pelos de punta.

Y se maldecía a si misma, al sentir aquello -y eso que aun no lo veía- meses tratando de olvidarlo, y creyendo poder hacerlo, pero al oír su simple nombre de la boca de otro se ponía nerviosa entera. No sabía como reaccionar y es que tampoco debía reaccionar de alguna forma, ¿Él no quería verla? pues ella haría lo mismo. No lo tomaría en cuenta, ni siquiera lo miraría....pero en el fondo de su corazón sabía que aquello sería difícil de cumplirlo.
Sólo debía calmarse, no tomarlo en cuenta y hacer como si no existiera...-se repitió a si misma.

Ruggero movió un pie inquieto y paró al sentir una presión sobre él, trató de mover el otro y sucedió lo mismo. Frunció el ceño y comenzó a hacer fuerza con los pies para arrancar aquella presión que no lo dejaba dormir bien. Estuvo unos momentos así hasta que se dió cuenta de que todo era en vano. Aquel peso no se movería de ahí... Se acomodó en forma fetal, y sus piernas rozaron con su pecho, cerró los ojos tratando de volver al sueño pero el sonido de su celular, terminó por colmar su paciencia.

Pero ¡Joder! que en esta casa no se puede dormir -exclamó sentándose en su cama. Miró a sus pies y notó como su amigo Jorge estaba hecho un ovillo, con razón nunca podría acomodar sus pies bien-

Comenzó a patearlo, con el incesante sonido del celular siguiéndolo, hasta que su amigo cayó al suelo, pero en vez de reclamar, siguió durmiendo sobre la alfombra, como si nada hubiera pasado. Ruggero negó con la cabeza divertido, y buscó su celular en su pantalón. Lo encontró y se fijó en la pantalla, ¿una llamada de Agustín?

Hola -murmuró esperándose lo peor, ¿Para que lo llamaría Agustín, si le había dejado en claro que no quería verlo más?-

Ruggero -saludó Jay, en tono normal, ¿No estaba enojado?, se preguntó en su interior- ¿Como estás?

Bien -dijo a la defensiva- ¿Ocurre algo? -preguntó inmediatamente.

Si, osea -lo oyó suspirar- Necesito pedirte un favor -Claro,pensó él. Para eso lo quería, para un favor, ¿Por que había pensado que su amigo lo llamaría para que se arreglaran?-

Claro dime -suspiró y se paró de la cama, definitivamente no iba a volver a dormir-

Estoy en la playa -murmuró Agustín- Con las chicas, y estábamos con unos amigos, ellos se fueron y quedamos nosotros. Vine en mi auto, pero no sé qué le ha sucedido, el motor ha quedado muerto y no tengo dinero para llamar a una grúa, tampoco nadie nos ha parado en la carretera, ¿Podrías venir a buscarnos? -Nathan pensó un momento en decirle que no. Pero a pesar de todo, Agustín era su hermano, su amigo, y aunque el ruloso estuviese enojado con él, debía hacerlo por su promesa-

Enamorate (adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora