IX

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Cuando abrió sus ojos de sopetón, escuchó los ruidos leves de una maquina junto a él, observó a los lados en busca de respuestas, aquel lugar no parecía lo que había imaginado del infierno.

Las paredes eran blancas y de estas colgaban algunos cuadros un poco deprimentes por sus colores fríos, también había una gran ventana con cortinas color crema por donde podía notar que era un día soleado, y para su sorpresa en el borde de la cama, estaba recostado su hermano, quien parecía estar en el séptimo sueño desde hacía buen rato.

Trató de incorporarse lentamente, y aunque en un principio había sido un tanto difícil, lo había logrado con un sonoro gemido de dolor. Todo su cuerpo estaba magullado y destrozado, tanto o más que su espíritu.

Estaba realmente confundido, no entendía si lo que sus ojos veían era lo mismo que llegaba en imágenes casi irreales a su cerebro, se sentía en una broma absurda de parte de Dios. Debía estar muerto, porque no le hallaba otra razón a todo eso, YoonGi jamás se hubiera tomado la molestia de salvarlo, ¿o sí? ¿No le habría él echado una mano a su suicidio de haberlo sabido? Respiró profundamente, alejando esos pensamientos bastante acertados de su mente.

Sin embargo, mientras más lo miraba más se percataba de que nada cobraba sentido alguno, seguía vivo y YoonGi dormía con una hermosa expresión, que le quitaba el aliento.

Notó que una de las cálidas manos del chico envolvía una de las suyas, y su cabeza reposaba muy cerca de ellas. Podía ver a la distancia que los separaba que, YoonGi tenía unas largas pestañas, y sus finos labios formaban una sonrisa que le daba a entender que quizás algo bueno había ocurrido en sus sueños. Él era como un ángel que cada vez que despertaba se transformaba en un demonio, pero no dejaba de parecerle un poco tierno su aspecto, aun cuando sabía todo lo que podía llegar a hacer para arruinar su felicidad.

Lentamente se zafó del dulce agarre del chico e inconscientemente acarició el cabello de YoonGi, era suave bajo su tacto, de algún modo le recordaba de esa forma a un cachorro. Se rio por lo bajo ante esa ocurrencia, percatándose al instante que YoonGi lo observaba fijamente sin decir ni una sola palabra.

—Lo siento —se excusó sintiendo como sus mejillas se ruborizaban por la vergüenza de ser descubierto tocándolo tan deliberadamente, como si no sintiera rabia u odio contra el mayor, al proporcionarle cariños que era contradictorios a todo lo que lo invadía en su pecho.

YoonGi en esa faceta calmada y fresca era demasiado atrayente, casi podía definirlo como un ser irresistible.

—Por fin, despiertas —comentó apartando con sumo cuidado la mano de Jimin, para acto seguido ponerse en pie con cierto cansancio en su de por sí ya pálido semblante —. ¿No tienes hambre?

—Solo un poco.

—Vale, te traeré algo de comer de la cafetería.

—Gracias —masculló de forma casi inaudible.

—No te muevas, trata en lo posible de mantenerte en la cama acostado. Le diré a la enfermera que abriste los ojos, tal vez más tarde venga a revisar tú estado.

Asintió sin poder quitarle los ojos de encima a cada uno de sus paulatinos movimientos, el chico se estiró por unos cortos segundos para botar el entumecimiento fuera de su cuerpo, soltó uno que otro bostezó cargado de fatiga y finalmente salió de la habitación asegurando que no se tardaría demasiado.

Jimin no pudo evitar el dejar salir de sus labios un bufido, sinceramente no podía comérselo de entero, esa actitud tan dócil para con él, como si realmente le preocupase muy en el fondo su existencia. Algo no estaba encajando de la manera en que debía, las últimas veces que había confiado ciegamente en él, no había terminado bien, ¿aquella podría ser la excepción? Se acostó a pensarlo un poco, pero no obtuvo una clara respuesta en su cabeza.

*SADIQUE: PAINFUL PLEASURE * [YOONMIN] * MPREG *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora