*SADIQUE: PAINFUL PLEASURE * [YOONMIN] * MPREG *

EPÍLOGO

Min YoonGi se paseaba con prisa de un lado a otro, en aquel iluminado pasillo del hospital Universitario Dong-A, eran aproximadamente las 5:00 PM, y aún no tenía noticia alguna de la situación en la que se encontraba Jimin.

Habían llegado a la sala de partos bien entrada la mañana, dado que el menor había empezado a sentir un dolor insoportable en su vientre de ya nueve meses, al que en un susurro lastimero denomino como contracciones. El mayor vio su expresión alarmada, que se intensifico sobre manera, cuando finalmente Jimin rompió fuente en todas sus narices. Así que, en pocas palabras, el hijo mayor de los Min, estaba a punto de ser padre de un varón, y al mismo tiempo estaba a nada de entrar en una crisis nerviosa por la falta de información por parte de las enfermeras, y del doctor Park JungSoo, quien estaba a cargo de Jimin en esos instantes.

A pesar de haber más de una silla disponible, YoonGi no era capaz de mantenerse quieto, o siquiera hablar con normalidad, estaba ansioso, angustiado, y sumamente preocupado, aun cuando escuchaba a sus amigos a su lado, y a sus padres asegurarle una y otra vez que todo estaría bien, que aquellos procedimientos eran normales, y que nada grave podía ocurrir.

Sin embargo, él necesitaba estar al lado de Jimin, pero lastimosamente sus deseos no habían sido posibles, ya que el doctor Park JungSoo pidió privacidad para el procedimiento, e incluso Jimin aceptó aquel hecho sin decir una palabra. El menor a duras penas podía concentrarse en pujar, y no desmayarse del dolor tan desgarrador que le estaba rompiendo hasta las entrañas, como para con la poca fuerza que le quedaba, oponerse a las órdenes de su médico. Por lo mismo y tanto, YoonGi estaba terriblemente frustrado, y le era inevitable no morderse sus uñas con rabia, además de revisar el reloj de su muñeca cada tanto en tanto, el cual parecía no querer avanzar en absoluto.

TaeHyung con el pequeño BaekHyun dormido en brazos, charlaba en susurros con Hoseok; quien con una sonrisa socarrona no le quitaba la mirada de encima a su viejo amigo de la infancia, detallaba cada uno de sus movimientos, y de vez en cuando reía por lo bajo, al verlo tan exasperado a pesar de siempre mantenerse inexpresivo y muy serio. Presenciar esa actitud de YoonGi tan diferente a la usual, le causaba un tanto de ternura y gracia como para disimular el disfrute que estaba produciéndole el castaño.

En las sillas continuas, se encontraban SeokJin y NamJoon hablando suavemente con los inquietos JungKook y YuGyeom, los cuales jugaban en el suelo con uno que otro juguete que habían llevado, para distraerse durante la larga espera. Por otro lado, NeulSeok y Hee habían optado por marcharse a la cafetería, para conseguir algo de comer.

Con cada segundo que transcurría, YoonGi no podía estar más desolado, quería saber cómo estaba Jimin, tocarlo, abrazarlo, besarlo, decirle miles de veces cuanto lo amaba, y sobre todas las cosas quería ver a su hijo, quería cargarlo entre sus brazos, asegurarse de que estaba sano y salvo. Finalmente, tras minutos de esa forma, terminó soltando un respiro, para acto seguido dejarse caer en la silla libre junto a Hoseok. Completamente exhausto, y sumido en la más desbordante desesperación, cerró sus ojos esperando pronto quedarse dormido, con los deseos latentes de que el tiempo corriera muchísimo más rápido.

Así que, al escuchar las voces lejanas de sus padres entre su profundo sueño, terminó abriendo sus ojos de sopetón, encontrándose con que habían llevado vasos de café y donas; los cuales se devoró sin pensárselo demasiado, y entretanto se embutía la masa suave con caramelo de ariquipe, oyó el llamado del doctor Park JungSoo a solo unos pasos de distancia, lo que lo obligó a tragar en seco y ponerse en pie de un salto, para divisar como el hombre mayor se aproximaba con una amplia sonrisa en su dirección.

—Señor Min, puede pasar. Es un hermoso niño, felicidades —susurró el médico sin borrar esa brillante expresión en su rostro, que lo llenó de una dicha inigualable en cada rincón de su ser.