*SADIQUE: PAINFUL PLEASURE * [YOONMIN] * MPREG *

XV

Después de aquella acalorada discusión, sumada a la intensidad con la que tuvieron sexo en la habitación del mayor, dejándose mutuamente marcas que a duras penas lograrían cubrir; duraron días sin hablarse, sin mirarse siquiera, como si todo lo que habían mencionado en la cena y todo lo que habían hecho en esa cama, no fuera más que parte de un sueño, de algo que intentaban olvidar con todas sus fuerzas.

Incluso ir a la escuela juntos les fue imposible, por ello, YoonGi había decidido irse en bicicleta mientras que Jimin tomaba el autobús todo el tiempo, incluso el grupo de amigos comenzó a llenarse de un notable ambiente incomodo; ya que, si uno de ellos llegaba, el otro se iba y si no era SeokJin detrás de YoonGi, era NamJoon persiguiendo a Jimin.

Así que lamentablemente, las cosas estaban poniéndose mucho más tensas para los hermanos, y en la casa a duras penas algo cambiaba, ya no compartían tiempo a la hora de cenar ni mucho menos en el desayuno, y si era posible trataban cada uno de encerrarse en su habitación hasta el otro día cuando debían de ir al instituto.

YoonGi evitaba a Jimin y este último hacía exactamente lo mismo, a pesar de tener presente casi todo el tiempo en su mente al mayor, a YoonGi besándolo, tocándolo, diciéndole cosas vulgares al oído, esas que tanto le atontaban, y esa marca en su vientre, la inicial de él estaba allí, imborrable, anunciándole día y noche que YoonGi quisiera o no, era su dueño, y aunque parecía que tenía el permiso del pálido para estar con NamJoon; Jimin estaba totalmente seguro de que aun así el mayor no lo dejaría en paz.

YoonGi haría con él lo que se le viniera en gana, cuando se le antojara y él no tenía más opción que aceptar su destino, pero a decir verdad no tenía ni las más mínimas ganas de poner resistencia a ello. Porque en esos momentos en los que entre ellos reinaba la indiferencia, era cuando más se percataba de lo mucho que extrañaba a su hermano mayor.

Cuando el sábado finalmente llegó, como era de esperarse de YoonGi, este se marchó tan pronto como pudo de la casa, dado que lo que menos deseaba era ver a Jimin, con aquella hermosa vestimenta que era sólo para NamJoon.

El menor se había puesto un suéter negro, junto con un jean claro y unas botas, se había arreglado perfectamente el cabello, dejando al descubierto su frente, y se había tomado la molestia de maquillarse levemente, quedando tan atractivo a la vista que si YoonGi se hubiera quedado para detallarlo, lo más seguro es que le hubiera impedido salir, lo hubiera secuestrado en casa durante semanas, y era bastante probable de que se habría limitado a tomarlo hasta saciar sus más profundas perversidades con él, porque su hermano era el chico más precioso del universo.

Todo en él era majestuoso, y aunque muchas veces le había causado heridas en su piel, no había podido evitar pensar en más de una ocasión que Jimin era como un muñeco, uno que, aunque le irritara sobre manera, debía de compartir con NamJoon.

Ni siquiera SeokJin que andaba a su lado con una bonita camiseta rosa pastel, y sobre esta una cazadora manga larga de rayas azules, ni con ese ajustado pantalón negro, era suficiente como para hacerlo babear.

SeokJin era hermoso, pero no lo ponía de mil maneras como Jimin.

Juntos caminaban en calma por el centro comercial Nampo, de vez en cuando charlaban, pero YoonGi sabía que las cosas no fluían adecuadamente, que no se sentía a gusto en esa cita y al parecer el peli-negro se sentía de la misma forma dado que en los silencios no insistía, ni tampoco había intentado insinuarle algo. Simplemente estaban por los pasillos caminando sin rumbo y sin las más notables ganas de continuar con ello.

Y todo empeoró en su cita, cuando se detuvieron en los cines y a la distancia ambos vieron a un bien vestido NamJoon, hablando con Jimin entre risas, el más bajo simplemente asintió a algo que dijo el moreno y este se dirigió con pasos rápidos hasta donde se vendían los tickets de las películas.