*SADIQUE: PAINFUL PLEASURE * [YOONMIN] * MPREG *

XXXI

Todos los escasos invitados se habían reunido en el interior de la iglesia, pulcramente decorada con rosas de colores pastel, y listones de seda blanca.

La gran mayoría, estaban acomodados en las bancas de madera a la espera de que aparecieran los novios; sin embargo, faltaban solo cinco minutos para las 10:00 AM, y NamJoon no daba señales de vida. Los señores Kim, y su hijo mayor Kim JunMyeon, habían tratado inútilmente de comunicarse con él, pero este no contestaba ni llamadas, ni mucho menos mensajes. Aun cuando tenía su celular encendido, lo cual era bastante preocupante, pero sus padres trataban de calmar a los invitados junto con los señores Min, alegando que su hijo estaba tal vez atascado en un trancón.

Así que todos, comenzaron a tranquilizarse levemente ante las palabras de los padres de los prometidos, mientras estos charlaban entre ellos, en busca de una solución a la desaparición inesperada del moreno.

A pesar de ello, Jimin se encontraba en una elegante habitación de la iglesia, donde la estilista que habían contratado, terminaba de maquillarlo, y peinarlo, aquella mujer se había hecho cargo de su despampanante aspecto hasta en el más mínimo detalle. El fotógrafo profesional, le tomaba fotografías a diestra y siniestra, obligándolo a sonreír con cada flash que llegaba a su rostro. El castaño estaba ajeno a la situación del exterior, y aun cuando todos los invitados especiales que entraban en el cuarto a ver como estaba, ninguno era capaz de mencionarle algo al respecto, sólo para no alarmarlo. Por lo que, todo aquel que iba a saludarlo, o desearle éxitos en su boda, o darle extravagantes felicitaciones, sólo se limitaban a tomarse foto tras foto con él; lo que lo tenía sinceramente cansado, pero dado que lo habían arreglado de forma tan deslumbrante desde temprano esa mañana, no podía hacer nada más que aceptar.

Jimin sonreía a cada cosa que le decían, asentía agradecido, y a veces simplemente se dejaba abrazar de sus familiares, y amigos. No obstante, tratar de estar animado, era una tarea que se estaba volviendo demasiado laboriosa, con cada segundo que se acercaba el gran momento. Intentaba disfrutar de ese instante único en su vida, al máximo, ya que era algo que nunca podría tener con YoonGi. No podría casarse con él, no podría hacer feliz a su familia estando con él, pero cada vez le era más difícil dejar de pensar en su hermano mayor, y a pesar de que ponía todo de su parte para que ese día fuese esplendido, para él y su futuro esposo, sentía que no lo estaba consiguiendo en absoluto.

—¡Felicidades! —canturreó Hoseok, plantándose frente a él con un llamativo traje gris, entregándole un ramo de flores que, Jimin recibió con una sonrisa de oreja a oreja.

Entretanto los últimos visitantes, se marchaban de la estancia dejándolos a solas, incluso la estilista, y el fotógrafo habían desaparecido dándoles privacidad.

—Gracias por venir, Hoseok.

—No es nada. Es un día especial en el que debía estar presente, eres mi amigo, y verte feliz, me hace feliz.

Jimin con una fina sonrisa, dejó que las puntas de sus dedos rosaran los pétalos de las rosas que, el mayor le había entregado segundos atrás; calmando con ello sus miedos, y sus nervios. Minutos atrás, SeokJin le había dado también sus buenos deseos junto a su hijo YuGyeom, y TaeHyung le había dado un montón de palabras de aliento, al igual que el tímido JungKook. Sin embargo, con Hoseok se sentía diferente, era probablemente el único que lograba entrever sus verdaderos sentimientos sin muchas palabras, y su presencia de alguna manera, lo tranquilizaba.

—¿Están todos los invitados? —preguntó por mera curiosidad.

—No...—respondió con una expresión meditabunda que, llamó la atención del castaño, el simple hecho de ver como Hoseok rehuía de su mirada no le daba una agradable sensación, pero prefirió esperar a una explicación más concisa—. YoonGi, no está por ningún lado —soltó el peli-rojo en un prolongado suspiro, causando que el rostro de Jimin se desfigurara en una infinita tristeza, que fue imposible ocultar de los ojos del más alto—, pensé que estaría quejándose, o revoloteando alrededor tuyo para convencerte de que no te casaras.