IX

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Bajé del auto y me encaminé a la entrada algo ida, miré mis pies, estaba caminando como si usara tacones. Suspiré e intenté relajarme un poco.

- ¿Nerviosa? –susurró a mi lado sacándome un pequeño salto.

- ¿P-Por qué debería? – demonios, apenas si sé hablar.

- Sólo pregunto, no estés tan a la defensiva, señorita. –me sonrió asomando su dentadura y me revolví tal vez temblando más que antes. Caminé detrás de él, así es mejor, no estando bajo su rango de visión me siento más segura.

Miré la entrada al establecimiento con cuidado, restaurant italiano, aunque me apetecía comer con palillos chinos hoy, me abre el apetito igualmente. La entrada tiene un tordo rojo carmesí similar a la alfombra debajo, que terminaba justo en las puertas dobles de colores dorados y blancos.

Me abrió las puertas demostrando la caballerosidad que escaseaba al principio, le sonreí entrando al establecimiento, que es igual de ameno y distinguido que el exterior entre tonos carmesí del suelo, paredes marfil y mesas marrón oscuro con un fino candelabro de tonos blanquecinos y delgados vidrios cayendo como cristales de hielo afilados que no perdían ese toque elegante.

- ¿Te gusta? –me susurró mientras nos dirigíamos a paso lento a la recepcionista. La cual clavó la mirada en el rubio a mi lado. Le dediqué una pequeña sonrisa a Mike como respuesta.

- Buenas noches ¿Tienen reservación?

- Sí, Zacharias. – respondió y esta revisó una agenda de cuero negra detenidamente.

- Muy bien, señor Zacharias. Siganme, los llevaré a su mesa. –se giró y se encaminó dentro del amplio salón de aire sosegado, las personas hablaban suavemente mientras el lugar era cálido por las luces y la ambientación. Miré de reojo a Mike con una mueca de nerviosismo, me relaja el sitio pero la presencia del rubio me revolvía internamente.

Nos sentamos en la mesa con una corta soledad que la empleada dejó para que eligiéramos los pedidos con calma.

- ¿Te gusta el sitio? –reiteró mirándome fijamente.

- Sí, es muy distinguido ¿Por qué lo preguntas de nuevo? –este abrió el menú.

- Sólo me aseguro... No te ves muy cómoda.

Eso no es culpa del sitio.

- ¿Ah, sí? –miré a otro lado. – No me había dado cuenta.

- _tn. –mis ojos se detuvieron en los suyos ante el cambio de su voz.- No te quiero ver tan tensa. No voy a comerte. –una de sus manos tocó la mía sobre la mesa, acariciando con lentitud mis dedos con su pulgar. Me tensé por el suave roce, lo miré comenzando a jadear. - ¿Me detengo? –negué con la cabeza antes de mirar el menú fijamente. – Tal vez si lo abres puedes ordenar comida. –fruncí mis labios.

- Muchas gracias señor. Es muy observador por su parte. –comenté sarcástica antes de abrirlo casi de mala gana bajo su sonrisita burlona.

- No te preocupes dulzura, me divierte irritarte. –parpadeé un par de veces mirándolo mal.

- Será mejor que no te pases cariño... Puedes ganarte un buen golpe del cual no te agradará la ubicación. –este sonrió ladino.

- ¿Vamos a ver quién es más capaz de que o vamos a comer? –lo miré divertida.

- Ambos suenan bien. –este negó con la cabeza sonriendo levemente mientras volvía su mirada a la carta.

Office Game (Mike Zacharius)Where stories live. Discover now