Office Game (Mike Zacharius)

XXVIII

Desperté con algo de dificultad, me quedé hasta tarde viendo una peli con Mike pero es lo de menos en su intento de distraerme, nos comimos todas las chuches a excepción de las Twinkies, que Mike insistía en guardarlas con recelo.

Bostecé con ganas girándome en la cama disfrutando el ligero aroma al desayuno que seguramente hacía Mike, sonreí intentando volverme a dormir pero un par de voces me extrañaron. Frunzo el ceño sentándome en la cama para oír con detenimiento.

- ¡Jajaja! –abrí mis ojos detallando la particular carcajada de mi madre.

Salté de la cama enredándome con las sabanas y cayendo al suelo para luego levantarme de inmediato y rebuscar algo de ropa rápidamente entre mis gavetas.

Suéter gris y unos shorts, es lo primero que encontré. Abrí la puerta de mi cuarto asomando por una pequeña hendidura, para observarla sentada en el sofá con una taza de café, un hombre maduro a su lado y Mike frente a ella en uno de los muebles pequeños, hablando muy contento.

Ay señor ¿No pudo despertarme si quiera?

Salí algo avergonzada captando las miradas.

- ¡_tn! –mi madre se levantó de su asiento. Se conserva bien con sus cirugías, levantamiento de glúteos y senos, seguro alguna que otra lipo y botons, no por nada, me había dicho que buscaría un cirujano plástico como pareja, probablemente lo halló.

- Mamá... -la abracé con una pequeña sonrisa, igual me encanta verla de nuevo.

- ¿Por qué no me dijiste que tenías a un hombre tan encantador? –me miró pícara y no evité sonrojarme mirando a otro lado.

- E-Era ¿Una sorpresa? –esta se carcajeó suavemente. – Espero que no haya causado muchos problemas -le dije a Mike mientras mi madre volvía a su asiento.

- Oh, no, es un amor como su hija. –esta volvió a carcajearse.

- ¡Oh mi vida! Sí tuviera veinte años menos te juro que andaría detrás de ti como una mosca. –la miré avergonzada mientras me centraba en servirme algo de café.

- Me halaga. –esta negó.

- _tn, mi niña ven, quiero que conozcas a Henry. –me acerqué e iba a sentarme en el otro mueble pero Mike me jaló de la muñeca sentándome sobre su regazo.

- ¡Mike! –chillé por el café que casi se derrama.

- ¡Ah, que linduras! –la miré mientras hundía mi cara en mi taza.

- Un placer conocerte, _tn, tu madre habla mucho de ti, y veo que ambas son unas bellezas. –suspiré suavemente, todos dicen lo mismo.

- Muchas gracias, Henry, es un placer conocerte. –este sonrió.

- El placer es mío. –mi madre me sonrió.

- Bueno _tn ¿Por qué no vamos un rato al salón de belleza y charlamos? –fruncí suavemente el ceño.

- Pero no quiero ir... Todas esas son viejas chismosas... -Mike ahogó una risita.

- Oh, mi vida, lo sé. –suspiró mi madre. – Mira ¿Y sí vamos de compras? –asentí, al menos así me aprovecho de comer algo por el camino.

- Vale. –me levanté sin evitar notar que Mike me lanzó una mirada cómplice.

- ¿Y por qué no salen ustedes dos? Henry no conoce mucho el sitio, me preguntaba sí podrías mostrárselo, Mike. –todos se pusieron de pie.