VIII

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No podía dejar de morder mi labio, golpetear con mis dedos el escritorio o de mirar a todos lados, estaba a nada más segundos de que terminara la hora laboral, apenas segundos de tener la cita con Mike y lo que más me carcome el alma, un beso de él. Fruncí los labios, tal vez me tiene como quería, como una tonta quinceañera hormonada desesperada por su príncipe azul. Lástima que de príncipe no me ha mostrado mucho.

Toc, toc, toc...

Fruncí el ceño, debe ser él ¿Pero y esa formalidad? Me levanté, arreglé mi cabello que había soltado hace ya casi horas.

Abrí la puerta y efectivamente era Mike. Hizo una ligera mueca al verme a lo que fruncí el ceño levemente.

- ¿Qué? –pregunté creo que demasiado tajante.

- ¿Por qué soltaste tu cabello? –enarqué una ceja.

- ¿Disculpa? –este entró sin autorización agarrando la liga que estaba en mi muñeca procurando rozar sus dedos por mi piel.

- Quiero que te recojas el cabello. –di un paso atrás.

- Amhg, me siento más cómoda teniéndolo suelto, gracias. –este me miró neutral.

- Por favor. –me estremecí y solo miré a otro lado exhalando.

- B-Bueno... -mascullé y este se puso detrás de mi agarrando con cuidado mi cabello para amarrarlo con la liga.

- Mucho mejor... -farfulló para él entre dientes, lo miré levemente extrañada. - ¿Nos vamos? –mordí mi labio asintiendo lentamente.

Lo seguí hasta el ascensor en un silencio cómodo bajo la atenta mirada de algunas personas.

- Cotillas. –mascullé apenas audible una vez estábamos dentro del elevador, Mike sonrió un poco, cómplice.

- No eres de decir lo que piensas... -me miró de soslayo a lo que fruncí el ceño mirándolo por el espejo frente a nosotros.

- Es bueno mantener las relaciones con todo el mundo. –miré su semblante dominante, parado recto con sus manos unidas sobre su entrepierna y esa maldita y sensual expresión.

- A tus enemigos más cerca. –sonrió levemente ladino. Asentí.

- A base de hipocresía se llega lejos. –sus ojos se encontraron con los míos.

- Hmp, te pareces a mi mejor amigo. Al menos, piensan igual. –las puertas se abrieron luego de el tintineo de la campanilla de aviso.

- ¿Tu mejor amigo? –este asintió empezando a caminar, le seguí correteando suavemente.

- Tú lo conoces. – enarqué una ceja pero decidí cambiar el tema.

- ¿A dónde vamos? –este miró unos segundos la calle de al frente antes de girarse a mirarme, joder, iluminado vagamente por las farolas negras de luz amarillenta alimenta su toque misterioso.

- ¿Por qué me miras así? –parpadeé cerrando mis labios y desviando mis ojos.

- N-No me cambies el tema. –este sonrió.

- Vamos a cenar. –lo miré. - ¿Te gustaría? –asentí algo alterada por la idea de estar en una mesa, solamente con él al frente, teniendo total atención de sus orbes ámbares, respiré hondo, es una cita _tn, relájate. Es lo que llevas esperando mucho tiempo ¿No?

- Suena bien. –respondí intentando colocar una sonrisa en mis labios que quedó más como una mueca.

- Bien. –hizo un gesto con la cabeza de que le siguiera. - ¿Tienes tu auto aquí?

- No, normalmente vengo en Uber, no soy fan de manejar. –me miró de reojo por unos segundos, en sus ojos se veía diversión. - ¿Qué? –devolvió su vista al frente.

- Nada. –caminamos por un minuto más hasta detenernos frente a un Ford Mustang negro, enarqué una ceja observando bien el auto, tiene buen gusto. - ¿Qué? –me imitó burlón.

- Me agradan sus gustos, señor Zacharius. –este frunció sus labios intentando ahogar una de sus sonrisas burlonas. – Yo tengo un BMW M4, igualmente negro. –ahí pude ver un poco de su dentadura en una sonrisita cómplice.

- Apropiado para su dueña. –enarqué una ceja. Metió la mano en el bolsillo de sus jeans para luego oír el sonido del seguro del auto. Abrió la puerta y me miró fijamente. - ¿Señorita? –le dediqué una mirada antes de subirme. De inmediato que él cerró la puerta, aspiré el aroma del auto, huele enteramente a él, mordí mi labio deleitándome mientras lo seguía con la mirada al pasar frente a mí dando la vuelta. Una vez subió a mi lado me miró curioso.

- ¿Viste algo que te gustó? –parpadeé mirando el parabrisas con un leve sonrojo ¿Tal vez mis hormonas son muy palpables? Pues con este señor descubrí que son más salvajes de lo que creía.

- A-Amhg... -me revolví en mi asiento. – Es... Un agradable aroma. –este ladeó su rostro.

- Puedo decir lo mismo. –lo miré. – Tienes un muy agradable aroma... -se doblegó un poco hacia mi asiento. – Aún aquí puedo detallarlo bien... -exhalé nerviosa. – Lo olería por horas...-parpadeé saliendo de sus atrapantes ojos. Este sonrió burlón volviendo a su asiento encendiendo el Mustang antes de concentrarse en manejar. Miré por la ventana intentando apaciguar el calor de mis mejillas ¿Le gusta como huelo? Dios...

''Lo olería por horas'' Me mareé a mi misma repitiendo esas palabras en mi mente. Lo miré de reojo ¿De verdad estoy en un auto con él? ¿En camino a tener una cita normal? ¿Es él normal? Fruncí mis labios detallando su sensual perfil, esa barba lo hace más sexy de lo que ya es, dios su cuerpo... ¿Qué deporte practicará? ¿O simplemente va al gimnasio? Sí ese es el caso, me gustaría verlo... Sí, me lo imagino, una camiseta apegada a su cuerpo por el sudor, tal vez haciendo pesas mientras jadea... Mordí mi labio y me tensé al encontrarme con sus ojos.

- Tomaré eso como una violación, señorita _tap –me sonrojé hasta las orejas mirando por la ventana.

- E-Es lo mínimo ¿No crees? –este ahogó una sonrisa burlona.

- No te preocupes, al igual que tú, me gusta. –lo miré atrapada por sus palabras. – A pocos kilómetros está un buen restaurant, tienen un solomillo de cerdo delicioso, acompañado de un buen vino, claro. –cambió de tema a lo que hice una ligera mueca mirando al frente siguiéndole la corriente.

- Soy vegetariana. –bromeé con tono creíble, me miró de reojo enarcando una ceja. - ¿Algún problema?

- No intentes mentirme, señorita _tap –arqueé una ceja.

- ¿No te lo crees? –negó sutilmente con la cabeza.

- No con esa figura. –fruncí el ceño.

- ¿Me estás diciendo gorda? –es verdad que no soy muy atlética, y... Tal vez tengo un poco de panza... Puse mis labios en línea recta.

- No, tienes una figura deliciosa _tn. –abrí mis ojos sonrojándome probablemente hasta el alma. – Eres semi delgada, tus caderas son anchas, tus muslos jugosos, no hablaré de tus senos. –su mirada se mantenía en el camino, me alegro por ello, así no ve mi expresión de imbécil en este momento. Todos los cumplidos que me habían hecho a lo largo de mi vida, los sentí resumidos en la simple descripción que hizo de mí, parpadeé con la mente en blanco. Él me miró de soslayo con una sonrisita al verme tan emparrada.

- Llegamos. –aparcó en un estacionamiento donde habían tal vez unos diez autos, al menos me sentiré más tranquila con personas alrededor, no sé sí pueda dejar de temblar estando muy asolas con él. - ¿Estás bien? –preguntó burlón a lo que bufé mirando a otro lado.

Claro.–me revolví bajo su mirada juguetona antes de bajarse para abrirme lapuerta.      

Office Game (Mike Zacharius)Where stories live. Discover now