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Mis mejillas ardieron y me golpeó la realidad, bajé mi rostro sin palabras, mi garganta se cerró y mis labios no querían abrirse. Oí un leve bufido burlón por su lado.

- Que linda... -lo miré a duras penas. – No estás lista para eso aún. –encendió su auto y solo miré un puto fijo en la nada.

- P-Pero... -este me miró de reojo.

- Sólo te calentaste. –respondió antes de la pregunta. - No quiero obligarte. –miré mis manos.

- N-No me estás obligando...

- ¿Dónde vives? –preguntó una vez más cambiándome el tema, suspiré suavemente antes de decirle la dirección. – Eres virgen... ¿Verdad? –preguntó manteniendo la vista fija en el camino, parpadeé un par de veces con las mejillas ardientes.

- S-Sí... -este no hizo ninguna expresión a lo que fruncí el ceño frustrada. Miré por la ventana aún con la sensación de su barba en mis labios. Al llegar lo miré de reojo.

- Hasta mañana... -desilusionada miré mis piernas, ni siquiera me está mirando.

- Claro... -mascullé entre dientes algo indignada, me bajé y cerré la puerta caminando a paso rápido al lobby de mi edificio.

- ¿Srta _tap? –seguí mi paso hacia el ascensor abierto. Entré y golpeé con fuerza el botón del cuarto piso. Al apenas cerrarse las puertas me crucé de brazos.

- Hasta mañana... -hice burla antes de rodar los ojos con repulsión. – Claro, como mido dos metros y me estoy muriendo de lo bueno que estoy. –inflé mis mejillas mirándome en el espejo, fruncí el ceño y me solté el cabello con rabia.

Al llegar a mi piso caminé por el pasillo hasta pararme frente a mi puerta, lo bueno es que por piso tienes solamente un vecino. Al menos no me oirá gritar de frustración contra la almohada. Abrí mi puerta de la cerré de un golpe. Mis hermosos niños...

Me tiré en el sofá en medio de mis dos gatos.

- Sí... Ustedes son los únicos que me quieren. –uno se acomodó en mi regazo mientras el otro se bajó y se acomodó en el suelo. – Bueno, solo tú. –la gata blanca, bostezó antes de acomodarse para dormir. Me recargué del espaldar mirando mi TV apagada. – Me siento tonta. –cerré mis ojos soltando un pequeño suspiro, encendí la televisión y me puse a ver lo primero que encontré.

Ding dong.

Abrí los ojos con dificultad, intenté estirarme pero sentí todo mi cuerpo entumecido, con los ojos achinados intenté mirar entre la fuerte luz que inundaba la habitación.

Ah, me quedé dormida.

Toc, toc, toc.

- ¡Oye _tn! –miré la puerta con el ceño fruncido. – ¡Oye niña, deja de fornicar!¡Vamos a desayunar niña! –puse mis labios en línea recta y me levanté del sofá soltando un leve quejido. Abrí la puerta mirando mal a Hanji la cual me miró con algo de pavor. – Ay... ¿Qué te pasó? Te ves fatal. –rodé los ojos devolviéndome en mis pasos para tirarme en el sofá de nuevo. – Nadie colgó el calcetín anoche... -torció sus labios mirándome con pena. – Ya bonita, dime que pasó. –se sentó a mi lado envolviéndome en sus brazos, me recargué de su pecho.

- No sé, no estoy segura, pero eso sí, absolutamente nada. –esta suspiró suavemente.

- ¿Quieres intentar hoy con Erwin? –coloqué mis labios en línea recta.

Office Game (Mike Zacharius)Where stories live. Discover now