Capítulo 8 - Días Grises

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PARTE II - PORTÓN AL PÁNICO

Dos semanas después - miércoles

--- Thomas ---

‒... Y mis acciones, ¡El filo de la espada de la verdad! ‒

Se formó una espada en las manos de Lucy, quien se abalanzó sobre las horrendas criaturas peludas en un frenesí sin fin.

Quince días. Eso ha pasado desde que perdimos a Leo, y desde que Fobos y Deimos aparecieron. Por suerte no los hemos vuelto a ver desde entonces, pero se nos ha hecho más difícil nuestro trabajo.

‒ ¡Maldito engendro!

‒...Yo uso mis palabras como haces de luz que atraviesan la oscuridad de las noches macabras. ‒

Usé mi Imagun transformada en una pistola de cargas incendiarias. Osos. Osos de peluche, algo endemoniados.

‒ Garras, ¡Detrás de ti! ‒ Me gritó Lila. Giré y disparé como pude, aún no me adapto.

‒ ¡Gracias Lila!

‒ ¿Cómo está la chiquilla? ‒ Preguntó Lucy

‒ Todo en orden, está aferrada a mí ‒ Una pequeña de unos 7 años se abrazaba de las piernas de Lila, algo más tranquila que cuando la vimos en primera instancia.

< Regresen a la base, misión cumplida, por suerte.> Se escuchó en el transmisor. Nos despedimos de la chiquilla y volvimos a la sección C.

Ahora que lo pienso, transitar del mundo de los vivos al de los sueños dejó de ser doloroso, supongo que volví a despertar, a ser lo que era antes.

Jhon nos recibió con las estadísticas. Desde el caso #68 del año (El de Daisy), todo ha ido con calma. No hemos tenido pérdidas. Este caso fue uno más de la noche, ojalá fuese el último, necesito descansar. Todos necesitan descansar.

‒ Señores, la situación se está poniendo crítica, y al parecer el líder nos ha pedido que fortalezcamos cada equipo. Necesitarán un cuarto integrante.

‒ ¿Y qué podemos hacer al respecto? ‒ Preguntó Lucy ‒ ¿Para qué necesitaríamos otro?

‒ Para evitar más problemas.

‒ Un cuarto integrante sería una carga. Thomas lo era en ese momento.

‒ ¡Yo ayudé como pude!

‒ Thomas les salvó la vida. Lamentablemente no llegó a tiempo para Leo.

‒ Tiene razón, Lucy. Si Thomas no hubiese aparecido, habríamos muerto nosotras también. Y de paso la vida normal de la joven Daisy.

‒ Yo sé que soy una carga para el equipo Lucy, pero hago lo que puedo. ‒

Se hizo un silencio incómodo. Contemplé el amuleto que Leo me entregó antes de su muerte. El pequeño atrapa-sueños me acompañaba desde ese entonces, en mi cuello.

‒ Al menos él nos cuida desde donde sea que esté. Y tú, Garras, tienes una suerte increíble. Eso nos mantiene a flote por ahora.

‒ Suficiente muchachos. La idea es encontrar una cuarta persona para evitar mayores cosas. El jefe Larson solo quiere prevenir más pérdidas. ‒

Todos miramos el retrato de Leo, que clavamos en la pared al lado del portal a los sueños. En algo se equivocaba Larson. Una persona más podría significar protección, sí. Pero implicaría una vida más en peligro al entrar a través del portón.

Descansamos el resto de la madrugada, nos fuimos a nuestras casas en cuanto salió el sol. Nos recibió el segundo turno de la sección C. Llegué casi muerto a mi hogar, le di un beso de "Buenas noches" a mi madre, y me desplomé en mi cama. Volví a soñar aquella tarde.

D.G.S.A.: La Guardia de los Sueños (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora