Capítulo 41 ‒ Rastro Frío

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---Thomas ---

Nonos lo habíamos imaginado. Nunca lo hubiéramos pensado. Tres disparos, directo al pecho, su cadáver sobre el encharcado empedrado de la ciudad y una sonrisa que miraba de frente a lo que representaba la muerte en Oniria. Lucy no podía ni mirarlo, Daisy solo guardaba silencio, Chloe y Chris abrazando a Lila quien era la más afectada. Guardamos luto por unos minutos al lado del líder que sostuvo a La Guardia incluso en los momentos más pesados de su funcionamiento.

Cuántos secretos se llevaría a su tumba. Cuántas cosas nos habría ocultado para protegernos. Ahora nada, solo un cuerpo que no se deshacía. ¿No se deshacía?

‒Muchachos, ¿qué vamos a hacer?

‒ ¿No se va a transformar como Leo? ‒ Preguntó Chris.

‒ ¡Sí! ¡Que se transforme por favor! ‒ Gritaba Lucy dándonos la espalda.‒ Es lo menos que podría merecer...

‒ No creo que suceda. Ya se habría ido.

‒¿Cómo?

‒ Leo se esfumó en unos segundos, pero Jack sigue aquí tendido en el suelo.

‒¿Entonces qué hacemos?

‒Llevarlo con nosotros, Lucy. Y tú eres de las más fuertes, ¿podrías ayudarme? Sería bueno darle sepultura cerca de la casa que originó todo. ‒ No sentía nada. No podía pensar en nada. Este mundo sí te cambia, y a mí me había hecho ya mucho daño ¿O tal vez no? No lo sé.

‒ Está bien, Garras. Solo... tápale el rostro, no soy capaz de verlo, y no creo que Lila pueda tampoco. ‒

Tomamos su cuerpo y lo llevamos hasta el portal. Allí Chris me lo recibió,pues yo no podía pasar el portal.

‒ Los veo allá. ‒

Desperté.

Mi cabeza dolía increíblemente, y tenía el cuerpo lleno de heridas causadas por el movimiento entre ambos mundos y los golpes de Pasithea.

Nunca vimos a Fobos al final del combate, quizás abandonara la escena. Tampoco sentí más a Morfeo, que quizás se hubiera vuelto a ocultaren su nube. Esa madrugada del Sábado sepultamos a Jack cerca a unas flores que crecían junto a la casa rural. Nos atendimos las heridas y descansamos con una taza de café, en silencio absoluto. Al atardecer nos fuimos a nuestros cuartos, Daisy se quedó conmigo en la habitación de mi padre, desde donde vencí a Pasithea.

‒Thom...

‒ Lo sé. No tienes que decir mucho, creo que ha salido peor de lo que esperábamos. Hay que esperar a que Lila pueda recuperarse de este golpe y que Lucy salga de su estado de shock.

‒ Pero tú...

‒Estoy bien. Estaré bien.

‒ No,no lo estás Thom. ‒ No, no lo estaba, Daisy. Quizás algo se rompió en mí al enfrentarme al espacio entre el sueño y la realidad. Algo que tal vez nunca vuelva.

‒ Debo mantenerme, por La Guardia.

‒Debes soltar. ‒ Daisy me abrazó.Rompí en llanto y me aferré a ella. Lloramos juntos.


Esa noche pasamos más cerca que nunca, piel a piel. Dormí completamente desconectado de los sueños. No sabría si ahora no deseo soñar más o si al contrario añoro estar allá para entender todo.


---En casa de los Wolfpaw ---

Alaine Wolfpaw tomaba una taza de café tranquilamente en su comedor,mientras miraba de frente al invitado inesperado que le había pedido acceder a su casa con una orden de revisión.

‒ Y bien, ¿cómo han sido los días?

‒Recientemente he estado bastante sola. Ustedes son la primera visita en unos días. ‒ Alaine sorbió de su taza.

‒ Ya veo. ¿Y su marido? ¿O no tiene hijos?

‒ No,no. Mi hijo está de viaje de trabajo, y mi marido... partió hace mucho. ‒ Tranquila aunque melancólica, miraba el reflejo de la lámpara del comedor sobre su café. ¿Qué sería de Thomas?

‒Bueno, señora Wolfpaw. Si nos permite, buscaremos un par de documentos necesarios para una investigación, que creemos se ocultan aquí.

‒ No sé de qué hablan, pero tienen su orden y la placa del gobierno. No puedo negarme aunque quisiera. ¿Por qué creen que están aquí esos documentos de los que habla?

‒ Su esposo los almacenaba para alguien más. ¿Aún tiene las cosas de él?

‒Pues, sí, digo. Pero él no me guardaba secretos...

‒ No podía contarle que tenía secretos, probablemente le dijo que eranc osas de la empresa.

‒ Pues sí, él tiene una caja fuerte oculta. ‒ Alaine se mandó las manos al cuello y se quitó un collar con una llave colgando de este. Se lo entregó al señor.

‒Gracias por confiar en nosotros.

‒ Sino lo hiciera, probablemente revolcarían mi pequeña casa. ‒ Sehizo un silencio incómodo.

El señor, de cara agotada y arrugada por estrés, tomó la llave y caminó a donde Alaine señaló que estaba el escondite, tras un retrato de su marido. Abrió la caja. Ahí estaba todo lo que le hacía falta para concluir la investigación: Albert Patrickson había encontrado lo que faltaba de los planos para construir un ensoñador como el que estaba en la oficina de D.G.S.A.

‒ Con esto será suficiente, señora Alaine. Gracias por tu colaboración.‒ Albert le pasa un sobre a la señora Wolfpaw y se retira junto con sus dos hombres, no sin antes terminarse el café. ‒ Le ha quedado muy bueno. Lamentamos quitarle esto, sabemos lo que podría significar para usted.

‒ No,no. Está bien, al final me pude desprender de todo. Si el gobierno necesita algo, yo no me voy a poner en medio. ‒


Alaine los acompañó a la puerta y se fue a arreglar la cocina. Afuera, Albert hace un par de llamadas a sus superiores, camina a la camioneta blindada que le transporta, y le avisa al conductor que van hacia el laboratorio. En el camino hace una llamada.


‒Hola, sí. Albert aquí. Pongan en marcha la simulación, tenemos lo que falta. Hay que construir un par de cosas, pero seguro lo logramos. Esto es oro, lo pagarás muy caro Jack.

FIN DE LA PARTE V

D.G.S.A.: La Guardia de los Sueños (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora