Parte 2: Capitulo 3

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Estación de Policía Metropolitana De Seúl

8:45 a.m.

Había una pila de carpetas del lado derecho, una computadora en el centro y un pisa papeles junto a una caja de útiles de papelería, lápices, plumas, algunos marcadores rojos, amarillos, azules y clips, muchos clips de tamaños diferentes y todos de color metálico. El escritorio era pulcro, tal como habría de esperarse, sin ninguna foto a la vista y varias notas, calendarios y hojas de gráficas y tablas por toda la pared frente al escritorio. Una pared chica, notó, podía ver el resto de la enorme sala si se erguía lo suficiente, cabezas de personas sentadas en sus propias estaciones o paradas cercas de la pared tomando agua, sacando copias o simplemente conversando, no pudo evitar divertirse ante el pensamiento inverosímil que era tal vez así como una leona se sentía en la pradera cuando cazaba, mirándolo todo silenciosa y vigía buscando a su presa, al más débil. Era emocionante, pensó con una sonrisa.

Se dejó caer de nuevo en la silla girando un poco en ella, jugando en su cabeza como seria que el dueño de ese cubículo se comportaba cuando estaba ahí. Serio, fue el primer pensamiento, pero no solo serio profesional, sino un serio nivel aburrido, Kim Namjoon claramente no había nacido para estar sentado en un espacio de 1x2, encorvado en la silla y revisando papeles todo el día, él sabía que ese chico, ya no tan chico, había nacido para la grandeza, para mucho más que lo que hacía en ese sofocante lugar; así que cuando lo imaginaba sentado ahí, lo imaginaba muriendo de aburrimiento y asfixia, totalmente reprimido a algo insignificante. Por qué había decidió convertirse en un oficial de la ley era una respuesta que le eludía y sobre todo le causaba una incansable curiosidad.

Aunque si era sincero, por lo menos hacia un poco más interesante su nueva complicada y peligrosa aventura.

-Tú debes ser el nuevo compañero de Kim. - escucho decir desde algún lugar, dándose cuenta que ese lugar era justo frente a él, parado tras la pared lateral del cubículo. Dos hombres, ambos de traje se habían detenido ahí y le miraban de una manera interesante (desde su perspectiva), como burla y desprecio mezcladas con sarcasmo y amabilidad.

-Ese soy yo.- respondió mostrando sus dientes en una gran y deslumbrante sonrisa. -Jung Hoseok. Detective privado. - dijo estirando la mano la cual ambos hombres miraron sin tomar.

-Jung. Me suena el nombre. ¿Acaso no es el detective de los ricos? - pregunto el que estaba en la parte trasera.

-Cierto. El que investiga aventuras para esposas despechadas. Lo recuerdo, sí. - respondió el primer hombre que había hablado.

-Debe ser un trabajo muy complicado el suyo, detective. -

-Tiene sus momentos. - respondió sin dejar de mostrar su sonrisa amigable. -Aunque usualmente es muy sencillo, a veces hasta me siento un estafador por cobrar nueve cifras a esas pobres mujeres. - dijo soltando una escandalosa carcajada que llamo la atención de todos en el lugar. La incomodidad y envidia de los dos hombres fue tanto satisfactoria como evidente por partes iguales.

-¿Y cómo fue que el "Clark Gable"* de Corea termino metido en una investigación de asesinato? - pregunto irritado el segundo hombre.

-Bueno, cosas que pasan. Supongo. - respondió sonriendo amablemente.

-"Cosas que pasan", claro. - bufo. -Alguien con mucho poder debió haberle pagado mucho dinero para contratarlo. -

-¿Quién es su cliente Jung? ¿Que podría querer un magnate de Corea con este caso? - pregunto nuevamente el primer hombre inclinándose en busca de confidencialidad.

-Bueno... - comenzó a hablar, inclinándose el mismo para acercarse a los dos hombres y responder en un leve susurro. -Si les dijera eso, tendría que matarlos. - De golpe ambos hombres se irguieron con los rostros aturdidos y mirándolo atónitos. Su voz al momento de decir aquellas palabras había pasado de una juguetona voz cantarina a una profunda voz amenazante pero aquello ni se notaba al verlo ahora tan relajado y sonriente de brazos cruzados. -Tranquilos detectives, es una broma inofensiva. - aseguro con una mueca satisfactoria. - Mis clientes aprecian mucho la discreción y confidencialidad por lo que no puedo revelar sus nombres o la razón del porque me contratan. Lamento por no poder hacer más por ustedes para saciar su curiosidad, pero ya saben, cosas que pasan. - dijo levantándose ante los dos hombres sin habla y sacando del bolsillo de su saco su celular. - Si me disculpan, debo entender esto. -

The CopycatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora