7. ATRAPADO - parte 1

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―Bueno, ya está listo —declaró Hisoka al terminar su tarea―. ¿Quedó bien? ¿Qué te parece?

―¿En serio preguntás? —respondió Chrollo mientras observaba las puntadas casi imperceptibles—. Un médico no podría haberlo hecho mejor —concluyó con absoluta sinceridad.

―¡Bah! no es para tanto. Aún falta lo mejor. Fijate bien, es uno de mis mejores secretos.

Tomó la palma de Chrollo y materializó sobre ella un pequeño rectángulo de Nen que flotó sobre la herida, la cubrió por completo y se mimetizó con la piel de Chrollo. Éste se sorprendió al sentir la inmediata sensación de frescura y suavidad.

―Maravillosa, ¿verdad? La llamo "Textura Engañosa". Sólo Machi lo sabe y ahora también vos. Pero no te confíes, es sólo una cobertura especial que ayudará a que sane más rápido y no se vea. La herida sigue ahí, así que no hagas movimientos bruscos —le recomendó Hisoka mientras le acariciaba la palma con el pulgar, sin pasar sobre la herida.

La intimidad del roce hizo sentir incómodo a Chrollo. Intentó retirar su mano y moverse hacia el costado, pero Hisoka extendió el brazo y le bloqueó el paso. Siguió acariciándole la palma sin mirarlo.

―Tenés manos tan bellas... Y decime, ¿qué travesuras hacías en mi baño?

Levantó la vista, sus ojos amarillos se entornaron al ver la expresión culpable de Chrollo. Con una sonrisa astuta se levantó, movió la banqueta bajo la mesada y se acercó más hacia él.

―Disculpame, es que... –balbuceó Chrollo; retrocedió e intentó retirar la mano, pero Hisoka lo sujetó por la muñeca–. Se me rompió mi máquina de afeitar y vine a ver si tenías una para prestarme.

La risita de Hisoka no se hizo esperar.

―¿En serio decidiste afeitarte a la medianoche mientras escuchabas música a todo volumen? Que rituales más extraños los tuyos —comentó mientras se acercaba aún más. Chrollo retrocedió otro paso y miró hacia el costado; la canilla dorada, la pileta todavía con algunas salpicaduras de sangre.

―Sí, bueno... quería afeitarme antes de irme a dormir. Es lo que siempre hago...

Quedó atrapado entre la mesada y el cuerpo de Hisoka. Intentó empujarlo pero fue en vano. La risita de Hisoka volvió a molestarlo. Apretó la mandíbula y miró la navaja que descansaba en la mesada, lejos de su alcance.

–Entonces vi tu navaja. Quedé fascinado con ella. Justo trataba de leer las inscripciones cuando apareciste de golpe y me sobresalté. Eso fue todo.

―Te asusté, pobrecito... –se burló Hisoka. Luego se puso serio–. Tu problema es que no la estabas usando bien. Permitime que te muestre.

Tomó la navaja. Chrollo intentó escapar pero Hisoka volvió a bloquearlo.

—¡Eh! ¿Adónde vas? –Le apretó el brazo mientras sostenía la cuchilla en la otra mano–. Sólo quiero mostrarte su secreto. No pensarás que quiero lastimarte, ¿o sí?

Sonrió. Apoyó la punta de la navaja contra el cuello de Chrollo, impidiéndole cualquier movimiento.

—Te juro —le susurró al oído—, que lo que menos pienso en este momento es en lastimarte.

Acompañó sus palabras con una caricia en el brazo desnudo, justo debajo de la manga. Chrollo de inmediato tensó sus músculos en rechazo.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora