11. MARTE - parte 1

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(Seis meses antes de Neón)

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Habían pasado algo más de tres meses desde que Hisoka y Chrollo se unieran en un apasionado encuentro. Desde entonces la convivencia no había hecho más que mejorar. Sus personalidades se complementaban de manera sorprendente. El temperamento calmo, distante y por momentos frío de Chrollo atemperaba la divertida ansiedad y fogosidad de Hisoka. Alcanzaban así un delicado equilibrio.

Ambos disfrutaban de la mutua compañía, pero también respetaban los momentos en que querían estar a solas. Si bien por lo general dormían juntos en el cuarto de Hisoka, Chrollo varias veces pasaba tiempo a solas en el suyo, leyendo o simplemente perdido en sus pensamientos. Hisoka también tenía su espacio propio. Cuando alguno quería estar solo le bastaba con cerrar la puerta de su habitación; era la señal acordada y ambos la respetaban.

Un domingo de lluvia, Hisoka se pasó casi todo el día dentro de su cuarto. La noche anterior había tenido una pelea muy dura. Si bien ganó y defendió con sobrada maestría su título y su piso, había recibido varias heridas que requirieron de la experta mano de Machi.

Chrollo sabía que Hisoka sólo necesitaba dormir y descansar, pero no dejaba de sentirse solo y apesadumbrado. Para mitigar un poco la espera eligió ver de nuevo El Hombre Elefante, aquel clásico de David Lynch. Sonrió al recordar la última vez que la había visto; había sido aquella noche en que Hisoka había vuelto de improviso, con todo lo que sucedió después.

Comenzó a verla, pero se sintió incómodo. Extrañaba a Hisoka. Si no fuera por el acuerdo que tenían, ya habría entrado para recostarse a su lado y hacerle compañía. Miró su celular. No había ningún mensaje. Si Hisoka necesitaba algo lo llamaría.

Dudó, pero al final tipeó. Le preguntó si estaba bien y le dijo que iba a ver una película, que si quería podía elegir una que les guste a los dos para verla juntos.

Sonrió al pensar cuánto había cambiado desde que vivía con Hisoka. Salvo sus compañeros del Ryodan, las demás personas no le interesaban. Incluso las muertes eran medios para un fin. No sentía ningún remordimiento por sus acciones; alguien tenía que ocupar ese lugar en el sistema.

Chrollo recibió la respuesta en su celular. Hisoka estaba bien, pero no tenía ganas de películas. Prefería descansar un poco más. Una mueca de desilusión ensombreció el rostro de Chrollo, para luego iluminarse con una sonrisa. En un nuevo mensaje Hisoka aseguraba que estaba juntando fuerzas para atraparlo y recuperar el tiempo perdido.

Chrollo resistió el impulso de iniciar una charla erótica por chat. Muy a pesar suyo, le dijo que se quedara tranquilo y descansara, ya que aprovecharía su ausencia para ver El Hombre Elefante. Recibió una breve respuesta: una serie de emojis horrorizados y aburridos.

Chrollo suspiró con resignación. Miró los amplios ventanales del living; era un anochecer lluvioso, ideal para una película del mismo tono gris y melancólico. Por lo menos tendría un par de horas libre para regodearse en su sufrimiento. Se acomodó en el sillón y comenzó a ver uno de sus dramas favoritos.

Poco a poco, el gris plomizo del cielo se fue oscureciendo, sin ninguno de los espectaculares reflejos anaranjados y amarillos. Con las luces apagadas, la oscuridad reinante apenas era interrumpida por los destellos de los relámpagos y la luz del televisor que iluminaba con fantasmal efecto la silueta de Chrollo.

Delicadamente bañado por la luz del blanco y negro de la película, sumergido por completo en las trágicas experiencias del señor Merrick, Chrollo no se dio cuenta de que Hisoka se había levantado.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora