9. SÓLO LA VERDAD - parte 2

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Chrollo no sabría decir cuánto tiempo se quedó con la mirada perdida, sumido en sus pensamientos mientras observaba el lento respirar de Hisoka.

Un repentino cosquilleo en la boca del estómago le advirtió que contemplaba demasiado atento cada músculo que quedaba a la vista, cada centímetro de piel expuesta por culpa de la camisa desabrochada que caía perezosa a los costados.

Se sonrojó de inmediato. Se dio vuelta y se dispuso a acomodar lo que faltaba, agrupar los libros y tirar el resto de las cosas. Sus pensamientos enseguida volvieron a rumiar lo sucedido hacía poco. No podía creer que Hisoka escribiera esa carta; estaba seguro de que era otra de sus mentiras. ¿Por qué se alegraría de verlo? no tenía sentido.

Se detuvo, con un libro en las manos, al recordar el momento en que Hisoka le tocó la cabeza por primera vez, cuando revolvió sus cabellos justo antes de salir para ver a Machi. Fue tan intenso que hasta volvió a sentir un cosquilleo en el cuero cabelludo. Sacudió la cabeza para alejar esa sensación. "Me sorprendió, eso fue todo", pensó. Enseguida llegaron las escenas del baño; el Hisoka suave del principio, el agresivo después. Un imprevisto espasmo de deseo le quitó el aliento.

Apoyó el libro con fuerza en la pila. Pensó que no tenía nada de qué avergonzarse. Cualquier persona se excitaría si la tocan. Hisoka estaba equivocado. Dejó la nueva pila de libros contra la pared, al lado de las demás. Se dio vuelta para mirar a Hisoka, quien seguía durmiendo con el libro sobre su cara. Recordó el frío y la tristeza que lo había inundado al abrazarlo en aquel momento. Se estremeció y se frotó los brazos para borrar esa desagradable sensación.

Había olvidado cómo se sentía conectar tan hondo con las vivencias de otra persona. De niño le ocurría muy seguido; sentía demasiado y casi siempre eran cosas malas. Al crecer había aprendido a insensibilizarse y a distanciarse de las personas. Ahora, de pronto, volvía esa conexión olvidada.

Miró a Hisoka de reojo. Él tenía la culpa, pensó, por irritarlo tanto, todo el tiempo. Nunca paraba de molestarlo. Y ahora ni siquiera lo dejaba dormir. Así cualquiera se alteraría. Hisoka agotaba a cualquiera, pero por suerte ya no tendría que verlo más.

Dejó los libros en el suelo y lo miró, muy satisfecho con sus conclusiones. Observó el pecho que apenas se movía; el vientre subía y bajaba muy despacio, al ritmo de las respiraciones profundas y espaciadas. Lo envidió por poder dormirse con tanta facilidad.

Se acercó y levantó otros libros que estaban al lado de la cama. Pensó que iba a extrañar la comodidad del gimnasio propio. Hisoka movió la mano y se rascó el ombligo, justo en el lugar en donde lo estaba mirando Chrollo. Éste se sobresaltó asustado. Hisoka deslizó su mano que volvió a caer al costado de su cuerpo. Chrollo suspiró y se apartó con los libros en las manos.

Se imaginó qué habría dicho Hisoka si despertaba y lo veía parado justo al lado. Chrollo se enojó consigo mismo por su imprudencia. Agarró con bronca la bolsa de residuos donde había dejado los restos de vidrios y adornos, para llevarla hacia la puerta. Pero al levantarla se rasgó por los elementos cortantes de su interior.

―¡Maldita sea! ―protestó y soltó la bolsa con fuerza.

―Dejá eso. Mañana les digo a los de limpieza que se lleven todo.

Chrollo se sobresaltó al oír la voz de Hisoka, quien seguía acostado.

―¿No estabas durmiendo?

―Quería dormir, pero tus pensamientos me aturdían todo el tiempo ―respondió Hisoka.

Chrollo contuvo la respiración y se puso pálido. Jamás había pensado en la posibilidad de que Hisoka pudiera leer los pensamientos, o tuviera alguna habilidad Nen para hacerlo.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora