13. EL PRECIO - parte 1

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(Tres meses antes de Neon)


Dos horas después de la medianoche, Hisoka entró al bar dentro del Coliseo del Cielo. Con su cálida iluminación tenue, sus muebles de madera, sus paredes llenas de cuadros enmarcados de todos los tamaños, el Blue Ciel podía parecer un poco anticuado, pero era el bar más tranquilo del edificio. Allí el uso de Nen estaba estrictamente prohibido. Los clientes podían relajarse lejos de los molestos luchadores que solían emborracharse y perturbar la paz en otros bares más populares. Por eso, y por su exquisito pastel de chocolate, el Blue Ciel era el lugar favorito de Chrollo. A Hisoka le encantaba pasar tiempo allí juntos, bebiendo y charlando.

Hisoka se sentó en una pequeña mesa redonda cerca de la puerta. Desde allí podía ver lo que ocurría en la barra. Sonrió complacido cuando la linda camarera no lo reconoció, escondido como estaba bajo la capucha de su chaqueta negra y la iluminación tenue. Era extremadamente raro que Hisoka quisiera pasar desapercibido, por lo que nadie hubiera sospechado que se trataba de él. Ordenó un trago distinto al de siempre. La camarera sonrió y fue hacia la barra a encargar su pedido.

Hisoka la siguió con la mirada y enseguida frunció el ceño. Chrollo, sentado en la barra, empezó a hablar con ella. La acercó mientras le acariciaba la cintura y le susurró algo al oído. La chica se fue y volvió al rato con una gran porción del pastel preferido de Chrollo. Soltó una risita coqueta ante la sonrisa que recibió como recompensa y se acercó a Hisoka para dejarle su trago. Aún bajo la luz tenue, Hisoka pudo ver que estaba sonrojada. Le agradeció y comenzó a beber mientras miraba lo que sucedía en la barra. Ahora Chrollo charlaba con el barman. Hisoka tensó la mandíbula, sus ojos amarillos se mantuvieron fijos en el matón enorme que recientemente había entrado a trabajar como cantinero. Una bestia que desentonaba con el lugar y que miraba a su amigo con disgusto, pero a la vez con lujuriosos ojos de chacal. Hisoka no podía escuchar lo que hablaban, pero por su lenguaje corporal sabía que Chrollo estaría usando su voz de tono aterciopelado. Esa que podía sonar muy casual, incluso mientras saboreaba su pastel de chocolate, pero que era terriblemente seductora. Hisoka se estremeció de placer y de miedo. Si seguía así, tarde o temprano Chrollo desataría la rabia reprimida del barman homofóbico. El peligro se tensaba en el aire como la cuerda de un arco invisible.

—Maldito seas, Chrollo. Vos y tu estúpida pregunta —masculló Hisoka mientras apretaba sus dedos alrededor de su bebida.

*** ♥ ***

(Una hora antes, en la habitación de Hisoka)

Luego de hacer el amor, en esos momentos en que cada uno estaba relajado y sumido en sus propios pensamientos, Chrollo preguntó:

—Hisoka, ¿me matarías si te pagaran lo suficiente?

Hisoka abrió grandes sus ojos amarillos, luego se rió. Le respondió que tenía un par de ofertas en danza, pero que las demoraba porque aún quería tener más noches de sexo salvaje con él. Chrollo se rió, pero insistió en obtener una respuesta seria. Hisoka dijo que, en realidad, prefería que le paguen por piezas separadas. De ese modo le pondría precio a cada parte de su precioso cuerpo y ganaría mucho más dinero. Una ingeniosa excusa para volver a deleitarse con un minucioso inventario. Ambos se rieron. Siguieron las caricias y los besos. Justo antes de que sus cuerpos los llevaran a otro apasionado encuentro, Chrollo lo interrumpió para exigirle la respuesta.

Hisoka acarició su rostro, apartó con suavidad las siempre rebeldes mechas negras que le caían sobre los ojos grises. Lo miró con intensidad, como si con eso pudiese hacerle llegar el desesperado mensaje: "te amo tanto, tanto que daría mil veces mi propia vida antes de pensar en matarte". Eso fue lo que pensó; en cambio, dijo en voz alta:

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora