Chrollo lo miró desconcertado. La sonrisa de Hisoka desentonaba con la mirada fría de sus ojos y el tono severo con el que le había hablado.
―¿Qué querés saber?
―Todo. Quiero todos los detalles. Nunca me lo contaste.
Chrollo pudo sentir la tensión, cierto enojo contenido de Hisoka en la mano que sujetaba su brazo.
―¿Ahora tiene que ser? Te lo cuento mientras los embalamos ―respondió y giró hacia la escalera. El apretón de Hisoka lo detuvo.
―Sí, ahora. Contame y después juntamos los frascos.
Una sensación de peligro alertó sus sentidos. Ninguna emoción le llegó desde la mano de Hisoka, que ya no apretaba tan fuerte ni tampoco temblaba; sólo estaba fría y rígida, como un grillete. Chrollo sacudió la cabeza y suspiró. Levantó la mirada hacia la mole de granito parada frente a él.
―¿Qué querés saber? Fue una casualidad. Nos topamos con un tipo que le debía dinero a la mafia. Una basura que para salvar su pellejo no dudó en entregar la ubicación secreta del clan. Cuando su querida prima lo dejó por un Kurta, no dudó en traicionarlos. Típico, ¿no es así?
Hisoka no le devolvió la sonrisa, tampoco se movió. Chrollo continuó su relato.
—Nos dijo que los ojos de los Kurta se volvían rojos cuando se enojaban, pero que eran pacíficos y hasta aburridos. Enseguida nos dimos cuenta de que teníamos un negocio millonario a la vista. Nos llevó a la aldea, y el resto... bueno, es obvio que fue fácil.
―Me imagino. Ocho asesinos expertos en Nen contra una aldea pacífica e indefensa. Se habrán divertido mucho.
A Chrollo le desagradó el tono despectivo y acusador. Guardó un obstinado silencio.
―¿Y qué más? Dale, los ojos...
—Eso ya lo sabés. Salió en los diarios. Les cortamos las cabezas y después se los sacamos.
—Sí, pero, ¿cómo hicieron para que se volvieran tan rojos?
―¿Tan rojos? —repitió Chrollo. Sintió una punzada. Otra vez esa sensación de peligro.
―Sí. No es habitual ese tono tan brillante. Yo vi al kurta enojado y no tenía el color de los que hay allá en los frascos.
―Ah, eso... —tragó saliva. Lo molestó su propia incomodidad, una sensación nueva, que nunca había aparecido al pensar en el tema de los Kurta. El apretón de Hisoka lo apuró—. Sí, también fue de casualidad que descubrimos que se volvían más brillantes cuando...
Calló de nuevo. La opresión en el estómago se extendió hacia el pecho. Sintió que entraba en terreno peligroso, en algo que no le haría nada bien recordar. Los gritos, la sangre, el horror...
―¿Qué más? ¿Qué fue lo que hicieron?
―Nada. Ya te dije. Les cortamos la cabeza y les sacamos los ojos, era más rápido...
―No te hagas el imbécil —amenazó Hisoka con los dientes apretados—. Te pedí los detalles. ¿Qué hicieron para conseguir esos ojos tan brillantes?
Chrollo lo miró. Hisoka estaba visiblemente enojado. Pero, ¿por qué? ¿Acaso él mismo no había matado gente? Es cierto que esto sucedió antes de que Hisoka entrara a la banda, pero aun así.
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Ojos de Hielo y Fuego || Hisokuro
Fiksi PenggemarChrollo, aislado y sin Nen, acepta mudarse al piso de Hisoka en el Coliseo del Cielo. Dos años después del ataque a la Subasta en Yorkshin City, Chrollo continúa bajo la restricción de Kurapika. y está en peligro. Hisoka, ya consagrado Maestro de...