12. LAS ESTRELLAS - parte 5

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Se besaron. Chrollo lo sujetó de la ropa mojada y lo estrechó con fuerza. Hisoka apoyó una mano en la pared para no perder el equilibrio. Acarició su espalda y gruñó de placer cuando lo sujetó de las nalgas. Chrollo jadeó.

Hisoka lo besó con ansiedad, su lengua penetró en su boca al mismo tiempo que su mano se deslizaba entre sus nalgas. Chrollo gimió de placer; temblaba y lo abrazaba con más fuerza. Finalmente Hisoka lo soltó, sonrió y lo miró con sus ojos color ámbar.

Chrollo también sonrió agitado. De pronto Hisoka tembló en un repentino sacudón y casi se le vino encima; se apoyó contra la pared como si hubiese perdido el equilibrio por un instante.

―¿Qué pasa? ¿Estas bien?―preguntó Chrollo alarmado.

―Sí, estoy bien —murmuró Hisoka—... Fue un mareo, pero ya pasó. Tranquilo ―respondió mientras apoyaba su frente contra la de Chrollo.

―No, mejor salgamos. Es peligroso si te resbalás ―aconsejó Chrollo.

Abrió la puerta de la mampara y salió primero. Tomó la salida de baño y le alcanzó un toallón a Hisoka. Se dio media vuelta mientras se ponía la bata y se la ajustaba. Hisoka avanzó un paso y lo abrazó por la espalda.

—Estás triste —comentó Hisoka en su oído.

Chrollo se quedó quieto.

—No. Nada de eso —respondió.

—Mentira. ¿Por qué estás triste? –lo apretó contra su cuerpo.

Chrollo se quedó en blanco. Podría preguntarle si lo amaba, pero de sólo pensarlo se le cerraba la garganta.

—¿Fue porque te maltraté? Perdoname. En serio, no quise... —dijo Hisoka con tono preocupado.

—Tranquilo. Ya pasó. No es por eso.

—¿Y por qué es?

—Porque... Nada, me sentí mal al pensar que todo lo lindo que sentiste allá se perdió.

—¿Se perdió? ¿Qué cosa? —preguntó Hisoka, mientras lo giraba para mirarlo a los ojos.

Chrollo bajó la cabeza. Hisoka le tomó el mentón y lo obligó a levantar la vista.

—Contame.

—En el balcón... —dijo Chrollo—. Lo que pasó antes de que te descompusieras, antes del vértigo. Eso, ¿te gustó un poco, por lo menos?

—¿Si me gustó? —preguntó Hisoka sorprendido. Sonrió y lo apretó contra su pecho—. Tonto, eso fue hermoso. En serio, Chrollo, fue increíble.

―Es que te pusiste tan mal —comentó Chrollo, la cara hundida en el cuello de Hisoka—, que pensé sólo quedaría ese estúpido vértigo al revés.

Hisoka se rio ante el comentario. Lo separó de su cuello, y lo besó en la boca.

―Bueno, ahora ya me conocés. Tendrás que aguantarme con vértigo al revés y todo ―sonrió Hisoka. Chrollo no pudo evitar sonreír también―. Y sí, también me hizo mal —agregó—, pensé que me moría. Fue demasiado para mí. El mayor placer y el mayor terror casi al mismo tiempo. Sos un demonio, Lucilfer.

—No, sólo soy un sádico.

―¡Ah! ¿Conque al fin te diste cuenta, eh? —se rio Hisoka―. Sí, a ese aspecto tuyo ya lo conozco de hace rato. Ya me las va a pagar. Vas a ver.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora