10. ENCUENTRO - parte 2

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Chrollo entrecerró los ojos al sentir el reconfortante abrazo de Hisoka. Sonaba tan fácil dicho así... Se preguntó si podía permitirse intentarlo; abandonarse y dejarse llevar.

Sus manos dudaron, se apoyaron apenas sobre los hombros anchos.

—No lo pienses tanto —dijo Hisoka muy cerca de su oído. Su sonrisa acompañó sus palabras mientras acariciaba su espalda.

Chrollo se arqueó en forma involuntaria. Hisoka lo sujetó por la cadera y lo apretó contra su cuerpo. Chrollo tembló, abrazó el cuello y los hombros. Pudo sentir el calor de la piel, los músculos fuertes, los labios de Hisoka en su cuello.

Hisoka acarició su abdomen, rodeó su cintura; sus manos presionaron los músculos a ambos lados de la columna, siguieron por debajo del pantalón liviano y acariciaron la piel suave de las nalgas. Chrollo jadeó cuando Hisoka las apretó y empujó contra su cuerpo.

―¡No! Pará... ―dijo asustado mientras sujetaba las muñecas de Hisoka.

La sensación había sido tan placentera como abrumadora. Lo había asustado la reacción de su propio cuerpo, el oír su propia voz jadear de imprevisto, su abdomen tenso y el deseo impulsivo, casi irrefrenable de frotarse contra Hisoka. De hecho, mientras aún le apretaba con fuerza para detenerlo, temblaba por dentro, exaltado por la intensidad de sus emociones.

Los dedos de Hisoka se movieron muy despacio, acariciándolo con especial cuidado de no tocar aquella zona sensible que haría que se asustara todavía más. La presión de la pierna contra su ingle, el cuerpo pesado encima suyo, las manos que acariciaban y lo empujaban hacia arriba. Tan sólo con ese sensual movimiento Hisoka lo dejaba esperando por más.

Chrollo tuvo que apelar a un gran esfuerzo de voluntad. La urgencia e intensidad con que su cuerpo respondía a estas simples caricias lo confundían. Sentía que si realmente se soltaba, si se permitía relajarse y dejarse ir, todo sucedería demasiado rápido. Y no estaba listo.

—Esperá —susurró, casi como una súplica.

Hisoka se detuvo; su frente apoyada en la base del cuello de Chrollo. Suspiró.

—Claro —respondió al levantar la cabeza.

Lo miró a los ojos, sonrió y pasó el brazo por debajo de sus hombros. Lo abrazó con ternura, lo besó en la mejilla, le acarició la frente. Chrollo se sobresaltó ante el roce.

—Tonto... —susurró Hisoka mientras sus labios se apoyaron sobre la frente--, pudiste haberte lastimado. ¿Todavía te duele?

—Sí —respondió Chrollo. Sus ojos se cerraron con suavidad al sentir el beso sobre su frente. Se sintió reconfortado por la cercanía y los dedos que acariciaban su sien y el cabello que nacía junto a ella.

—¿Y así? ¿Duele ahora? —preguntó Hisoka antes de darle otro beso.

—Un poco, sí —repitió Chrollo, apenas un murmullo.

Hisoka sonrió y siguió dándole besos en la frente, en la sien, junto a su oreja, en su mejilla. Cada vez preguntaba a Chrollo y éste contestaba con una afirmación que sonaba más como una eme ahogada que un sí, pero que en definitiva era lo mismo. Se sentía totalmente cautivado por la inesperada ternura con que lo trataba Hisoka.

Un pensamiento molesto lo importunó con la idea de que no debía ser tratado como una mujer. Frunció el ceño. Debió haber hecho algo más porque Hisoka detuvo sus besos y lo miró. Los ojos dorados recorrieron su rostro y se detuvieron en su boca. Pareció que iba a besarlo, Chrollo contuvo la respiración, expectante, pero en cambio Hisoka respiró profundo, lo beso en el entrecejo y lo abrazó con fuerza.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora