16 - REGRESO - parte 2

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Diez minutos después, luego de que Lucy recogiera su ropa y corriera hacia el ascensor, Chrollo –quien también aprovechó para ponerse una remera– golpeó a la puerta del cuarto de Hisoka.

―Hisoka, por favor, abrime —hizo un breve silencio—. Fue mi culpa. Perdoname, fue una... —lo sobresaltó el estruendo de algo pesado que se había estrellado contra la puerta, del lado de adentro

―Hisoka, basta. Por favor. Hablemos... –otro golpe más–. En serio, no hagas esto...

Chrollo apoyó la frente contra la puerta, suspiró angustiado al sentir la vibración de otro golpe contra la madera. Recordó su propia rabieta, aquella vez que Hisoka lo había atrapado en el baño. Parecía que habían pasado años desde entonces. En el medio habían sido felices, pero ahora sólo sentía ganas de llorar.

―No quise lastimarte. Perdoname. Lo lamento mucho ―se detuvo a la espera de más golpes. Nada. Apoyó la oreja contra la puerta y suspiró aliviado―. Es la primera vez que Lucy se queda, en serio.

Hizo otra pausa. Silencio. Continuó hablando.

—Escuchame. Ni sé por qué la traje ayer. Primero fue esa cena estúpida... –suspiró con frustración–. No debí haber ido, fui un idiota. Quería explicártelo, pero cuando volví ya no estabas... —hizo un silencio. Le dolió la garganta al recordar lo que quería decirle en ese entonces—. ¿Me oís ahora? Fui un estúpido, lo hice para darte celos... estaba enojado por lo de la revista y todo... —se mordió los labios. Esperó una respuesta, algo del otro lado—. Soy un idiota, un hijo de puta, lo sé. Tenés toda la razón en enojarte, pero te juro, ella no significa nada para mí. Yo sólo...

Apoyó un puño sobre la puerta. Todo lo que decía sonaba raro y el silencio del otro lado lo frustraba más. Si por lo menos pudiera decirle todas estas cosas de frente, cara a cara. Inspiró profundo y continuó.

―Hisoka, escuchame. Lo de hoy... Ayer yo estaba más deprimido que de costumbre. Te llamé todo el día y siempre la misma respuesta... Yo lo sabía, pero igual seguí intentando. Te extrañaba demasiado —hizo una pausa; le dolía todo— Empecé a pensar que quizás nunca regresarías, y eso me puso muy mal... Empecé a tomar mientras seguía llamándote. Hasta que al final se terminaron las latas.

Hizo otra pausa. Al parecer, debería contar todo sin esperar respuesta del otro lado. Por lo menos ya no le arrojaba cosas.

―Bajé a la tienda a comprar más cerveza. Ahí me encontré a Lucy, había venido a visitar a sus amigas del bar... —se detuvo incómodo. Estaba seguro de que la puerta recibiría otro golpe al nombrar a la chica, pero nada sucedió—. Ella me vio triste y empezó a hablar y hablar, supongo que para animarme, no sé. Yo ya estaba bastante borracho, la verdad... —hizo otra pausa—. Bueno, no sé cómo al final compré más cervezas, pedimos pizza...

Hizo silencio. A medida que contaba lo que había pasado se sentía cada vez peor. Además de la tristeza y el remordimiento, la cabeza le dolía tanto por la resaca, que hasta le daba náuseas. Y Hisoka seguía sin contestar. Se sintió patético y miserable.

―Sé qué suena horrible, pero te juro que no significó nada, nada en absoluto. Yo estaba triste y muy borracho. No me acuerdo de nada... Seguro me la pasé quejándome y lamentándome de cuánto te extrañaba —suspiró. El hablar a una puerta se le hacía insoportable—. No debí haberla traído. Lo sé. Soy un idiota, una patética basura... Hisoka, ¿me escuchas? Decí algo, por favor...

―¿Decís que una pendeja se aprovechó de vos? ¿En serio me creés tan imbécil?

La voz de Hisoka sonó grave y enojada a sus espaldas. Chrollo se sobresaltó al verlo detrás, en el pasillo.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora