2. NEÓN - parte 5

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Terminada la extracción, Hisoka colocó los ojos en el frasco y lo cerró cuidadosamente; lo volteó de arriba abajo, un par de veces, para comprobar que no hubiera ningún derrame. Una vez que se aseguró de que no se escapaba ni una gota de formol, se levantó y guardó el frasco en el bolso.

Mientras tanto Chrollo apartó el cuerpo sin vida de Neón; lo despegó de su torso desnudo empapado de la sangre que había brotado de la profunda herida en la espalda. Casi la había atravesado de punta a punta. Extrajo el puñal incrustado en las costillas y acomodó el cuerpo en el sillón, sentado en el mismo lugar que antes. Evitó mirar su rostro de muerte, con las órbitas vacías y ensangrentadas. Un gesto que a Hisoka no le pasó desapercibido.

―¿Y desde cuándo te desagrada tanto ver un cadáver? —preguntó Hisoka—. Apuesto a que cuando mataste a los Kurta no estuviste tan quisquilloso.

Volvió a sentarse en el sillón al lado del cadáver de Neón, mientras Chrollo limpiaba su puñal en la falda del vestido, antes de volver a guardarlo en la funda oculta en su pantorrilla.

―No te hagas el idiota, no hacía falta que fueras tan cruel con ella.

—¿Yo cruel?

—Sí, vos. Esta chica no te hizo nada ―respondió Chrollo, con mirada acusadora.

Hisoka sonrió en tono despectivo.

―Ah, pero cómo iba a robarte la oportunidad de jugar al héroe —dijo mientras movía el naipe ensangrentado, lo desplegaba y lo hacía girar entre sus dedos.

—De qué mier...

—Además ―interrumpió Hisoka y detuvo el naipe―, no hace falta que nadie me haga nada. Simplemente quería divertirme un poco.

—Estás loco —murmuró Chrollo.

Hisoka se rio y comenzó a lamer el naipe sin dejar de mirar a Chrollo, que decidió ignorar sus provocaciones y desvió la mirada; resopló y tomó unas servilletas de papel para limpiarse la sangre del pecho. La típica risa de Hisoka, esa que utilizaba sólo cuando estaba por hacer algo que sabía lo molestaría, hizo que levantara la vista justo a tiempo.

―¡Pará, enfermo! ¿Qué hacés? ―gritó Chrollo. Se lanzó hacia Hisoka y le sostuvo la mano, justo antes que llegara a mojar el naipe en una de las cuencas vacías, tal como si fuese un recipiente.

—En serio, Chrollo, ¿qué te pasa hoy? ―respondió Hisoka con una carcajada, mientras cambiaba rápidamente el naipe hacia su mano libre y lo mojaba en la sangre que cubría el pecho desnudo de su amigo―. ¿Tanto te importa esta chica?

Chrollo apartó la mano de Hisoka con desprecio, y lo fulminó con la mirada.

—Ah... cierto. Me olvidaba que te gustan las pendejas —dijo Hisoka con un áspero tono acusador, mientras lo miraba a los ojos.

Chrollo lo empujó con fastidio. Decidió tomar distancia y se sentó en el sillón individual que tenía a su espalda, a la derecha del sofá. Tomó más servilletas de papel, y continuó limpiándose la sangre del pecho.

Hisoka lamió el naipe en silencio, mientras seguía los movimientos de Chrollo. Cuando quedó limpio por completo sonrió, lo arrojó y exhaló satisfacción. Se acomodó en el sofá, cruzó una pierna sobre la otra y extendió sus brazos sobre el respaldo. Pasó el derecho por detrás de la cabeza de Neón.

―Aquí estamos de nuevo los tres. Bueno, los dos en realidad ―comentó mientras tamborileaba sus dedos en el respaldo. Miró a Chrollo y agregó, con un tono más serio―: Uy, ¡pero qué cara más enojada! En serio, voy a terminar pensando que entre ustedes dos pasó algo.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora