13. EL PRECIO - parte 2

255 31 10
                                    


De vuelta al presente, Hisoka no podía dejar de mirar expectante la situación en la barra. Se sentía nervioso e impotente. Sabía que no podría salvar a Chrollo si la bestia lo atacaba primero. Había por lo menos dos guardias que vigilaban todo el tiempo usando Gio para detectar Nen oculto. Incluso si llegara a usar su Bungee Gum, Chrollo nunca se lo perdonaría. La situación se había convertido en una cuestión de honor.

Para empeorar las cosas, Chrollo se había negado a llevar consigo cualquier arma u objeto cortante. Dijo que no los necesitaría. ¿Acaso pensaba matarlo con sus propias manos? Eso sería aún más peligroso, pensó Hisoka. Sus ojos amarillos se abrieron de espanto cuando vio que el obeso chacal tomaba su bate y lo levantaba amenazante sobre Chrollo. Lo que sucedió a continuación no lo olvidaría jamás.

Con rapidez y agilidad felina, Chrollo se lanzó hacia adelante y castró a la bestia con un cuchillo. El hombre se quedó inmóvil, gritando con el bate en alto y la ingle que le sangraba a chorros. Chrollo saltó al mostrador y lo destripó con un profundo tajo desde el vientre hasta el pecho. Las tripas cayeron con un baboso estallido sobre el piso y el mostrador, encharcándolos de sangre. Un segundo corte le abrió la garganta de un lado a otro. Las arterias abiertas expulsaron la sangre y empaparon a Chrollo de pies a cabeza.

Chrollo se mantuvo quieto e imperturbable, en cuclillas sobre el mostrador observando cómo el seboso monstruo se desplomaba con un grito mudo petrificado en su cara, ahora transformada en una grotesca máscara de sorpresa y espanto.

El pánico estalló dentro del bar. Los clientes aterrorizados corrían y gritaban, empujándose para salir del bar. Algunos de ellos incluso se chocaban contra Hisoka, que estaba parado cerca de la puerta. Esta vez Hisoka los ignoró. Estaba demasiado fascinado viendo a su amante todo cubierto de sangre, convertido en un monstruo asesino frente a sus ojos. Sin embargo, no todos los clientes huyeron. Tres hombres, armados con cuchillos y botellas rotas, se lanzaron a atacar a Chrollo. Todos fueron asesinados en segundos, degollados como animales.

Un golpe de Nen derribó a Chrollo. Enseguida los dos guardias lo sujetaron y empujaron contra el mostrador.

—¡No! ¡No vengas! —ordenó Chrollo con autoridad a Hisoka, al ver que el pelirrojo ya tenía los filosos naipes en la mano.

—¡Callate, mierda! —lo insultó el guardia que lo tenía sujeto, mientras le pegaba un puñetazo en la cara.

Hisoka apretó los puños. Antes de que llegara a dar un paso, una voz femenina gritó a su lado.

—¡Paren! ¡Fue mi culpa! —gritó la camarera, mientras corría hacia donde estaban Chrollo y los guardias—. Suéltenlo. Yo le conté que el barman me acosaba. Él...

—¿Qué pasó acá? —intervino el dueño del local, quien acababa de entrar junto con unos agentes de seguridad. Pasaron a lado de Hisoka sin verlo. El pelirrojo replegó las cartas y se quedó observando, un poco más tranquilo ahora que la situación parecía calmarse.

Por lo pronto, los guardias no volvieron a golpear a Chrollo, sino que lo dejaron maniatado, de pie frente al dueño y los policías que comenzaron a interrogarlo.

A pesar de las circunstancias, Lucilfer lucía tan tranquilo como si viniese de ver una película y no de asesinar a cuatro hombres él solo. El contraste de su semblante calmo bañado en sangre lo hacía lucir realmente siniestro. Los policías como el dueño hicieron lo posible por terminar cuanto antes con las preguntas de rigor.

No hicieron falta muchas. Chrollo explicó que el barman lo había estado molestando desde que llegó, con provocaciones y comentarios desagradables. Lo ofendió mostrándole su pene erecto y luego intentó asesinarlo con su bate. Chrollo se vio obligado a defenderse, al igual que con los otros tres hombres que, sin ningún motivo, se lanzaron a atacarlo.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora