2. NEÓN - parte 1

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El chillido de alegría llenó la amplia habitación decorada con almohadones rosas y peluches con formas de animales, mudos testigos de la felicidad de su dueña. Los había de todos los tamaños y colores, cuidadosamente ubicados en repisas, sobre la cómoda, sobre la cama y en la alfombra contra la pared. Varios de ellos estaban casi cubiertos por pedazos de papel de regalo, desparramados por todo el cuarto.

—¡Acabo de recibir los regalos que me mandaste, papi! ¡Gracias! ¡Gracias! Están divinos ¡Hermosos! ¡Mis amigas se van a morir de envidia!

Neón gritaba de alegría al teléfono mientras daba saltitos, sentada al pie de su cama. Estaba rodeada por un montón de paquetes dispersos por todo el piso de su habitación, algunos abiertos completamente, otros con el papel a medio arrancar, pero todos dejaban al descubierto su preciosa y macabra mercadería, que la observaba inerte.

—Papi, en serio, sos lo máximo ¡Conseguiste los trece pares! Sos el mejor papá del mundo ¡Te quiero, papi!

A pesar de sus veinte años recién cumplidos, Neón todavía utilizaba ese tono aniñado que tan buen resultado le daba, en especial con su padre. Como entusiasta coleccionista de rarezas y partes humanas, estaba feliz de poseer la mayor colección de ojos escarlata del mundo. Se deleitó al contemplar la gran cantidad de frascos con armazón de madera, todos con su valioso contenido: un par de globos oculares, de preciosos iris escarlata brillante, que flotaban en su interior.

Su padre seguía hablando por el celular, pero Neón ya no le prestaba atención: su guardaespaldas favorito acababa de llegar, tras empujar despacio la puerta entreabierta y apoyarse indolente contra el marco, con los brazos cruzados. Su cuerpo fornido y de un metro ochenta y siete, casi ocupaba toda la abertura. Hisoka sonrió al ver el desorden de regalos y papeles que rodeaba a la cumpleañera.

Neón le hizo gestos para que se acercara y le indicó que hiciera silencio.

―No te preocupes, papi, si se te complicó venir... En serio, ningún problema. Me quedo y veo una peli... No, no, mis amigas están de viaje... Sí... en tres días... Sí, sí, claro, en cuanto vuelvan salimos...

Hisoka le dio un beso en la mejilla y se recostó en la cama; acomodó los almohadones entre su espalda y el gran respaldo de madera. Levantó uno de los frascos del piso y comenzó a mirarlo y voltearlo, para que los ojos flotaran arriba y abajo en el formol, a medida que lo cambiaba de posición.

—Bueno, papi... sí, sí, mañana nos vemos... ¡Besitos y gracias, pa! ¡Te quiero mucho!

Neón cortó y suspiró aliviada. Sonrió y se movió hacia atrás hasta quedar recostada al lado de su guardaespaldas.

―¿Te gustan? ―preguntó Neón

―Interesantes. ¿Esto es lo que tanto esperabas para tu cumpleaños?

―¡Sí! Estaba segura de que papá iba a comprarme algunos, pero jamás me imaginé que los conseguiría todos. Ahora ya puedo presumir con la colección más grande de todas —Neón sonrió de oreja a oreja, sus ojos brillaban de orgullo.

―¿Ah, sí? ¿Tan difíciles son?

—¡Mucho! Los que los tienen no los largan por nada.

—Pero, ¿qué son? ¿Ojos de alguna bestia mágica, o algo así?

Neón rio a carcajadas. Lo besó en la boca mientras le acariciaba el cabello rojizo. Él la tomó de la nuca y le respondió el beso; introdujo su lengua y jugó con la de ella. Para cuando la soltó, Neón estaba sonrojada y sin aliento. Él sonrió satisfecho y volvió a ocuparse de los ojos escarlata.

Ojos de Hielo y Fuego || HisokuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora