Embarazada 2 ~ 3

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Narra Lali:

No sé cuánto tiempo me pasé llorando. Probablemente hasta que algunas de las otras madres solteras que compartían conmigo habitación, acompañadas de sus hijos, entraron en la sala. Entre ellas, estaba Nati, la cuál se preocupó mucho al verme llorando de esa manera.

— Lali — se aceró a mí y me abrazó fuerte. Después dejó de abrazarme y me secó las lágrimas con la tela rosa de la remera que llevaba puesta —. ¿Qué te pasa mi vida? ¿Por qué llorás?

— El paquete... Por culpa de esa mierda de paquete mi pesadilla se ha hecho realidad Nati. Nunca pensé que él pudiera hacerlo... Pero lo ha hecho. Se ha olvidado de los tres y nos ha cambiado por cualquier otra perrita.

Nati abrió los ojos sorprendida:

— Explicame Lali.

— Pues, Agus, su mejor amigo, viajó con él. Y me mandó una carta, y ropa para los nenes. En la carta me explicaba como Peter se había puesto de novio con otra chica, una española llamada Blanca.

— Menudo hijo de...

La dije que se callara tan solo con la mirada:

— No me gusta que se digan palabras feas delante de los nenes. Bastante tienen ya con criarse lejos de su papá.

— Será una palabra fea, Lali. Pero te aseguro que se merece esa palabra y muchas palabras feas más. no tiene vergüenza para nada. No tiene cabeza. No piensa que ha dejado acá una familia, una mujer y dos bebés. Pensé que él era diferente, pero ahora entiendo que todos los hombres son iguales, y que ninguno se merece estar con una mujer, y menos con mujeres tan buenas como vos.

Suspiré:

— Ahora ya da igual todo Nati. Solo me importan mis hijos, y ahora tengo que luchar por ellos, son lo único que me queda, y tengo que seguir adelante. Como sea.

— ¿Con eso quieres decir que te vas a ir de la residencia?

— Probablemente — dije moviendo mis manos deprisa, ya que estaba muy nerviosa. En la residencia, tan solo las trabajadoras sabían de mi secreto, de la amenaza del papá, o bueno, padrastro de Peter. Yo no le había contado nada a ninguna de las chicas, y a Nati tampoco. Me daba mucho miedo que alguna quisiera ir contra mí, y aunque me llevara bien con ellas, desde que me había pasado todo eso apenas confiaba en nadie. Tenía que tener mucho cuidado mirar por cada uno de mis pasos, porque no era yo sola la que estaba en peligro, sino que también peligraba la vida de mis hijos —. Sé que en el pueblo de mis padres son muy antiguos, pero... Me aceptaran algún día, supongo. Prefiero llevar la vida de trabajadora de fábrica antes que ser una mujer de vida fácil.

— En eso tenés razón, pero recuerda que nosotras siempre vamos a estar con vos, y que cualquier cosa que necesites, te la vamos a dar. Así que no te preocupes pequeña.

Sonreí:

— Gracias.

— ¿Querés que vigilemos a los mellizos y mientras descansás un ratito? — me preguntó mientras agarraba las manos a los mellizos.

— No gracias, hoy es uno de los días en los que no me voy a separar de ellos ni un solo minuto. — en verdad, casi nunca me separaba de mis hijos más de 5 minutos seguidos. Nunca los dejaba solos, porque sabía que solo me tenían a mí —. Necesitan tenerme cerca por todo lo que ha pasado, y no pienso dejarles solos. Voy a bajar un poco al jardín con ellos, paseamos y jugamos un ratito. Me han visto llorar demasiado por hoy, y ahora quiero complacerles.

— Bueno, si necesitás algo ya sabés que estoy en la sala de juegos.

— Sí, gracias Nati.

— De nada hermosa.

Volví a sonreír, algo forzada, ya que con toda esta situación, no tenía ganas de sonreír. Pero bueno, tenía que hacerlo por Allegra y Thiago. Ellos ahora eran mi preocupación número 1, pero también lo único que me obligaba a seguir para delante, sin mirar atrás. Porque lo que estaba atrás era pasado, y el pasado ya no importaba, aunque hubiera dejado cicatrices dolorosas y profundas. El futuro tal vez me sonreía algún día, el futuro me ayudaría a disfrutar de mis hijos, y probablemente pondría a una persona mejor en mi vida.

-...-

Narra Agustín:

Hacía ya bastante tiempo que le había mandado mi carta a Lali. Sabía que tenía que cruzar unos cuántos países y océanos, pero al menos, esperaba que la hubiera recibido. Y que también a los bebés les sirviera la ropa que les había enviado. Si quería a alguien en este mundo, era a mis ahijados. Los adoraba, y quería lo mejor para ellos, y más ahora que Peter, su papá de verdad, tal vez ya no les viera más.

A la mañana siguiente, saldría mi vuelo a Buenos Aires. Volvería a casa por fin. Mudge me había dicho, que Buenos Aires era un lugar seguro en el que íbamos a estar bien, aunque Juan no hubiera aparecido aún. Habían estado investigando acerca de su paradero durante bastante tiempo, pero no habían descubierto nada. Bueno, nada no, tan solo poco.

Juan había estado viviendo en Brasil durante los últimos meses de 2015 y hasta marzo de 2016. Justo en ese mes se desplazó a Canadá, y ahí fue cuando le perdieron el rastro. Ahora tal vez podía estar en Canadá, en Francia, en Estados Unidos o a saber dónde. Pero para Mudge, ya no era una preocupación. Al menos eso me había dicho.

Fue cuando, al terminar de preparar mi valija para el día siguiente, al acostarme rendido en la cama, pensé en Peter. En verdad, no se merecía una llamada mía, en primer lugar, porque todo lo que había hecho, no había estado nada bien, y en segundo lugar, porque la llamada de diciembre se la había hecho yo, y el no me había llamado desde entonces. Pero por otro lado, me sentía mal de no avisarle de que yo me iba a Buenos Aires de vuelta.

Así, que sin pensarlo un segundo más, agarré mi celular y marqué su número.

— ¿Si? — dijo una voz de mujer.

— ¿Sos Blanca?

— Sí, ¿quién eres?

— Agustín, el amigo de Peter.

— Ah, Agus... ¿Quieres hablar con Peter?

— Sí, me gustaría decirle algo.

— ¡Ah! Ahora mismo te paso con él. Acaba de salir de la ducha. ¿Cómo estás?

— Yo bien. ¿Vos?

— Bien — se escuchó un silencio y después la escuché como le decía a Peter: "Estoy hablando con Agus, quiere hablar contigo". Volví a escuchar otro silencio y sin despedirse, escuché a mi amigo:

— ¡Agus! ¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo!

— Ajá, mucho tiempo. Pero estaba esperando tu llamada. La última vez te llamé yo.

— No tengo mucho tiempo. Estamos preparando cosas juntos y bueno, mi tiempo libre ahora se reduce al mínimo.

— Sí — seguro que usaba el tiempo libre para cosas que no debía hacer. Mientras que debería estar hablando con Lali y con sus hijos, seguro que se la pasaba garchando con Blanca.

— ¿Necesitabas algo? — me preguntó.

— Tan solo avisarte de que mañana me vuelvo a Buenos Aires.

— ¿Mañana? Pero...

— Mudge me ha dicho que allá ya está todo bien y no hay peligro. ¿Ustedes siguen en Australia o ya se fueron a España?

— No, seguimos en Australia. Blanca está trabajando, y estamos esperando a las vacaciones de verano de allá para volver.

Tomé aire y sin pensar le dije:

— Pensás demasiado en Blanca y no pensás en lo que de verdad deberías pensar.

— ¿Qué querés decir con eso?

— ¿Qué pasa con Lali y con tus hijos?

El silencio volvió a escucharse al otro lado. Y tras un rato, Peter dijo:

— No puedo hablar ahora de eso. Mañana voy al aeropuerto a despedirte y hablamos, chau — y cortó la llamada, dejando aire de misterio en la conversación.

Embarazada 2 - ¿DÓNDE ESTABAS VOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora