Embarazada 2 ~ 10

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Narra Peter:

Dos hora después, habíamos llegado al pueblo de Lali. La estación era vieja y pequeña, de esas de las películas... Como las que salen cuando los protagonistas han llegado a un pueblo desierto. Para que se pongan en situación, estaba llena de hierbajos, de basura, los cristales descansaban en el piso, caídos desde las ventanas, en fin, apenas había ya ventanas, eran simples agujeros en la pared. cuadrados y rodeados de madera. Todo allí tenía muy mal aspecto.

Agustín miró todo con un poco de asco, al igual que lo había hecho yo hacía unos segundos, pues había salido antes del tren que mi amigo.

— Tenés razón, parece una película de terror.

Tragué saliva y me aferré fuerte al equipaje de mi amigo, pues, recuerdo, que yo había dejado casi todas mis pertenencias en Australia y venía con lo que llevaba puesto. Desgraciadamente, no sé si en este pueblo había una tienda decente para comprar ropa. Y en ese momento me estaba arrepintiendo de no haber estado en ninguna en el aeropuerto, porque este lugar era sin duda un asco:

— ¿Puede ser que conozcan acá la palabra taxi? ¿O la palabra celular? Porque, de verdad, no estoy muy seguro — dije dudando.

Justo en ese momento, Eva, quién había salido por la puerta delantera del tren, nos despidió con una bonita sonrisa y con un alegre movimiento de manos:

— ¡Les espero pronto en el bar para tomar algo! ¡Avisen!

— ¡Sí! — la gritó mi amigo Agus —. ¡Muchas gracias hermosa!

— Yo prefiero no ir al bar... Y espero que al menos, el hotel, hostal, o mierda en la que nos hospedemos, esté limpia — aunque realmente, me temía que tan solo viendo la estación de tren, ese lugar no me iba a gustar nada de nada. Ahora entendía a Lali: su porqué de no querer volver al pueblo. Hasta los barrios más humildes de Buenos Aires, eran el rascacielos más reluciente comparado con toda esta mierda.

Agus rió divertido:

— No seas así, Peter. Confía en que tu estancia acá no va a ser muy larga... O bueno, si no te decidís rápido... Tal vez si lo sea.

Resoplé con fuerza y me rasqué el cachete cubierto de barba:

— ¿Podemos pedir un taxi ya? — pregunté un poco desesperado.

— Pará amigo, vamos a llamar al celular de la princesa... Digo, de Lali. Tal vez no sea necesario gastarse plata en un taxi. Ahorramos.

— Llamá ya. No aguanto el calor más Agustín Sierra. Estoy completamente asado.

Agus volvió a reírse y agarró su celular. Buscó el teléfono de Lali en la lista de contactos y llamó...

-...-

Narra Lali:

Otra vez el maldito celular. Por Dios, los nenes acababan de dormirse un poco. Estaban muertos de cansancio por el viaje, y otra vez el sonido del celular volvía a molestarlos. Suspiré hondo y miré a Pato:

— Atendé — me dijo de forma muy seria.

Tragué saliva y agarré el celular. Era Agustín... ¿Agus? Pato no me había dicho nada de que AGus estuviera con Peter... Pero tal vez, podría ser que estuvieran juntos. ¿Y si estaban los dos acá? ¡Ay no! ¡Madre de Dios! Me quería matar, literalmente.

— ¡Dale tarada atendé! — me gritó mi hermano.

— Voy voy — le respondí pulsando el botón verde —. ¿Si?

— Lali, hermosa, linda... Gran amiga — la voz de Agus sonaba melodiosa —. ¿Cómo estás?

Esto comenzaba a olerme mal:

Embarazada 2 - ¿DÓNDE ESTABAS VOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora