Embarazada 2 ~ 22

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Narra Peter:

Como pude, me levanté del piso y comencé a gatear por el piso. Mis ojos apenas podían apreciar los obstáculos con los que podía toparme. Todo estaba oscuro y apenas entraban unos ratitos de luz por las pequeñas claraboyas que había en el techo de esa enorme habitación. "Habitación" o lo que realmente fuera. Porque olía a paja fresca, a puro campo.

Yo seguía gateando, aún así, palpando con mis manos todos los lugares. Estuve a punto de estamparme contra una enorme piedra, y tal vez así, hubiera perdido a mis hijos. Pero el llanto de uno de ellos me seguía guiando a través de la oscuridad.

— Enanos, ya llegó. Estén tranquilos — dije no muy alto.

Alguien tenía que habernos traído hasta ese lugar. La persona de ese auto nos tenía que haber llevado hasta allí. Sentí una fría corriente por mi espina dorsal y entonces se me iluminó el pensamiento: mi viejo. Juan Lanzani. Él tenía que ver con esto, seguro. Porque, ¿quién sino podría hacernos daño? Eugenia tenía su vida ya casi hecha, y seguro que ni siquiera se acordaba de nosotros, y mucho menos para realizar actos malvados. Solo podía ser Juan Lanzani, quién después de lagos años, estaba volviendo a joder. Claro, él aún no había cumplido con su misión. Pero, ¿cómo podía haberse enterado de que yo había vuelto a Buenos Aires? ¿O cómo sabía dónde estaban Lali y los nenes?

El pueblo de Lali estaba alejado de la capital. Era un lugar al que la gente venía solo porque lo necesitaba, o porque vivía acá. Él debería haber descubierto nuestra aventura en Australia, debía tener secuaces por todos los lugares del país: en Buenos Aires, en los aeropuertos, en las estaciones de tren, incluso en los trenes y aviones. En todos los lugares realmente.

Justo en ese momento toqué con la mano algo blandito y suave como la tela de terciopelo. Se escuchó un pequeño gemido y después una ligera respiración: era mi hijo.

Lo palpé con la mano y pude notar su pelo cortito y la sudadera que llevaba puesta. Lo agarré en brazos y lo abracé muy fuerte. Había estado a punto de perderlo de nuevo. Y ya lo había perdido una vez, no estaba dispuesto a pasar por ello otra vez. Noté como él también colocaba las manitas por mis hombros dulcemente, a modo de abrazo. Sonreí un poco más tranquilo, tal vez Allegra estaría cerca de él:

— Enano, menos mal que estás bien — le di un beso en la frente —. Ahora tenés que ayudarme a buscar a la hermanita, ¿de acuerdo?

— Ti — dijo él. Ese "ti" significaba "sí".

Intenté levantarme, aunque tenía bastante poca fuerza y agarré fuerte a Thiago. Nadie iba a sacármelo de los brazos otra vez. Tan solo Lali. Pero nadie que no fuera su madre iba a sacarme a mi hijito. Nunca más iba a separarme de él. Era mi hijo, y lo necesitaba para siempre.

Justo en ese momento, a puerta de ese lugar se abrió y se prendieron las luces. Una mujer con zapatillas y jeans me miró fijamente:

— Así que te has despertado... Bien. Voy a explicarte una serie de normas.

La frené poniéndome delante de ella:

— Antes de todo, ¿dónde está mi hija?

— Ella va a correr una suerte diferente.

¿Cómo? ¿Suerte diferente por qué? ¿Dónde estaba mi pequeña? Necesitaba estar con mis pequeños, los tres juntos. Tenían que volver con Lali, y debían estar tanto Allegra como Thiago. Esa zorra me tenía que devolver a mi hijita.

— ¿Qué poder tiene usted sobre mi hija? Antes de sacársela a su padre de los brazos, debería pedirme permiso.

— Ajá... Tiene razón, pero a mi me da igual la ley. Solo le voy a decir las normas. Deberá respetarlas si no quiere perder también a su hijito varón. No se puede gritar, ni pedir comida, no pedir ayuda, me debe respetar, tanto a mí como a mi compañero. ¿Alguna pregunta?

Obviamente:

— ¿Dónde carajo está mi hija?

— Eso ya no es de su incumbencia. Cumpla las normas si no quiere perder también a su hijito. Ahora no debe hacer más preguntas, le traeré la cena a la noche. Chau — ella corrió hacia la puerta, la abrió y la cerró rápidamente. Apenas vi en que lugar me encontraba, pero intuí que era en el medio de un enorme campo. Un enorme campo que parecía no tener escapatoria.

-...-

~Tres días después~

-...-

Narra Lali:

Ya habían pasado muchas horas. Y yo seguía sin tener a mis pequeños en los brazos. Sentía unas profundas ganas de llorar a cada segundo, pero la policía me decía que debía ser fuerte. Los equipos de civiles, tanto de cuerpos de seguridad y de inspectores buscaban por el pueblo y todos los alrededores cualquier pista para encontrar a Peter y a mis hijos. Pero después de tres días, lo único que me habían dicho era que había una tremenda señal en el suelo de las ruedas de un auto que había acelerado. En ese pueblo no había apenas cámaras de seguridad, y las que había estaban en la otra punta, y en ellas no había ninguna señal de que Peter y mis hijos se hubieran alejado.

La única posible pista hasta entonces era que se habían marchado en un auto, tal vez secuestrados, aunque tampoco sabíamos en que dirección. El celular de Peter tampoco daba señal, pero también lo estaban buscando para ver si podían encontrar cualquier pista que pudiera dar con el paradero de los tres.

Aquella tercera noche, entre en el cuarto de Peter. Me metí en su correo electrónico desde la computadora de Agustín. Incluso su correo electrónico había sido revisado por la policía, y él pobre no tenía nada que esconder. Él no podía haberse llevado a los nenes porque sí, y era de lo único de lo que estaba segura.

Entre sus mensajes, vi algunos de Blanca. Los abrí, parecía estar muy preocupada por su situación, porque hacía bastantes días que no la llamaba.

Justo en ese momento, decidí mandarla un correo, para avisarla de toda la situación. No quería que se enterara de la verdad con tanta facilidad, pero también tenía derecho a saber lo que estaba ocurriendo. Así que, no sin antes suspirar, comencé a escribirla el siguiente correo:

"Blanca, soy la ex novia de Peter. Sé que va a ser complicado enterarte de esto, pero también tenés derecho a saberlo. Peter desapareció junto con nuestros hijos, hace ya tres días. Y desde entonces, no ha dado ni una sola señal de vida. Si necesitas cualquier cosa, estás invitada a mi casita en un pueblo de Argentina. Así también podés colaborar en la búsqueda de Peter y de nuestros hijos: Allegra y Thiago".

"Muchas gracias y un saludo: Lali Espósito".

Embarazada 2 - ¿DÓNDE ESTABAS VOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora