Embarazada 2 ~ 14

3.9K 256 22
                                    

Narrador:

Los trenes de Buenos Aires llegaban al pueblo dos veces al día: uno a la mañana y otro a la tarde.

Y como bien era costumbre, aquella mañana llegó un tren como siempre. Los últimos pasajeros en bajar fueron una extraña pareja compuesta por una mujer y un hombre jóvenes. Se miraron entre ellos:

— Este lugar es una auténtica mierda... — comentó ella mirando a su alrededor.

— Sí. Pero, nos van a pagar bien. Así que debemos hacerlo.

— Adelante. Investiguemos, dónde está la casa.

-...-

Narra Lali:

Después de que Agus terminara de ducharse, el que pasó al baño fue Peter. Yo regresé a la cocina, está vez llevándome conmigo a los nenes, para que comieran algo y mientras así, hablar con Ana.

— ¿Sigue enojado conmigo? — me preguntó Ana.

Tragué saliva. Yo había podido perdonar a Ana, de todo corazón. Ella era mi hermana, y era la que junto con mi papá, la que me había sacado adelante. La que en verdad había sido como mi mamá.

— Ana, hace tiempo que no hablo de ese tema con Peter. Supuestamente te había perdonado, pero no se si después de todo este tiempo...

— ¿Qué cosa, Lali?

— No sé Ana... — miré a mi hermana y después miré a los nenes —. Prefiero no hablar de este tema delante de Alle y Thiago, y tampoco de Santi.

— Está bien — dijo ella con voz firme.

Me agarré la cabeza y me desplomé sobre la silla. Estaba completamente agotada, apenas había dormido a la noche, pensando en todo lo que podía ocurrirnos. Tenía claro que tardaría media vida en perdonarlo, y eso en el caso de que lo perdonara... Todo dependía de sus acciones y de sus actos. Lo que más me interesaba en este momento era una buena relación por los bebés... Y bueno, obviamente que él quisiera a sus hijos, que consiguiera acercarse a ellos, que los enanos lo quisieran.

Mi hermana no dejaba de mirarme:

— ¿Qué te pasa?

— Es complicado. Ya te lo he dicho... Además, están los nenes.

— Se pueden ir a jugar — sugirió Ana. Pero no, ya habían estado jugando solos antes. No quería dejarlos solos más rato. Además, acá en la casa había personas desconocidas para ellos, y aunque eran nenes que habían estado acostumbrados a estar en brazos de muchas personas, les costaba bastante confiar.

— Mejor no — dije.

— Lali, vos lo estás haciendo complicado. Se que te cuesta que Peter esté con otra chica, pero vos tener que seguir... Por un camino o por otro camino, pero no te podés frustrar, y estar pensando siempre en lo mismo. Si has podido sobrevivir estos dos años, ahora tenés que seguir adelante, sobre todo por ellos — Ana miró a Allegra y a Thiago.

Suspiré:

— Ana, basta. Antes no sabía muchas cosas, y ahora las sé. Y seguir adelante es mucho más complicado.

— Es un obstáculo, y creo que has madurado bastante con todo lo que ha estado ocurriendo — Ana me hablaba mirándome con seriedad —. Vos no has dejado de amarle, y ahora no le vas a dejar de amar de la noche a la mañana, te va a doler... Obvio que te va a doler. Pero, tienen una unión... Que va a estar siempre.

— Ana — repetí —, basta ya con el tema.

Estaba claro que yo había sido la primera en comenzar con el debate aquella mañana a la hora de desayunar, pero ya no quería seguir hablando de esto delante de los nenes, y con Peter y Agus despiertos, pudiendo entrar en la cocina en cualquier momento.

— Lo siento — se disculpó mi hermana —. ¿Querés más café? — me preguntó mientras se levantaba dirigiéndose a la mesa donde estaba las jarras de leche y café.

— No, gracias. Ya tomé dos tazas.

— Cómo cambiaste... Antes de irte a Buenos Aires odiabas el café, y ahora te encanta — dijo ella sonriendo y sirviéndose una tercera.

— Sí cambié, y no solo en el tema del café, como bien podés ver.

De repente, escuché unos pasos... De alguien que estaba a punto de irrumpir en la cocina. Me di la vuelta, y allí, vestido pero con su pelo mojado aún, estaba Agus, quién miraba a los nenes con una enorme sonrisa de felicidad, de esas que estaban permanentes un día entero.

— Buenos días, ahijados. ¿Cómo se despertaron? — Agus se agachó y se puso a su altura sentándose en el piso.

Los nenes lo miraron con cara extrañada. Yo reí y dije:

— Es el tío Agus, un amigo de papá y vuestro padrino.

— Y los amo mucho a los dos. Les fui a conocer cuando eran chiquitos, pero obvio, que ya no se afueran de mí... Pero yo me he estado acordando mucho de ustedes, durante mi estancia en Australia — le dio un beso en la cabeza a Allegra y otro a Thiago.

— No me robes a mis hijos, Agustín — le dijo Peter desde la puerta a Agus. Y sí, conocía esa cara. Significaban celos.

Embarazada 2 - ¿DÓNDE ESTABAS VOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora