Embarazada 2 ~ 13

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Narra Peter:

A la mañana siguiente, me desperté con una especie de descarga de conciencia. Sentía que lo había hecho bien anoche, que había quedado, al menos por una parte, bien ante Lali.

Por fin había vuelto a ver a mis hijos... Mis pequeños hijos... ¡Eran tan sumamente hermosos! Ambos, tanto la nena, Allegra, como el nene, Thiago. Ambos eran perfectos. Anoche, al verlos dormir, intenté no sentirme un padre baboso, por fuera lo conseguí, pero por dentro no pude hacerlo. Literalmente, me derretí de ternura. Moría por hablar con ellos, por jugar con ellos, por disfrutar con ellos... Me había olvidado del mundo, de todos los problemas... ¡De Blanca! ¿Era porque mis hijos me importaban muchísimo más que ella? ¿Significaba eso que quería quedarme acá para siempre y no volver a Australia? Pero, ¿y si era Blanca la que volvía?

Y entonces... Se enteraría de todo. Todo el secreto se descubriría porque conocería a los nenes, y no solo a los nenes... ¡También la conocería a Lali! ¡A mi legítima esposa ante los ojos de la justicia de Argentina!

Tragué saliva. Esperé acostado en la cama a escuchar ruido afuera de la habitación, y fue entonces cuando me levanté. ¿Qué iba a ponerme aquel día si no tenía ropa? ¿Dónde mierda estaba Agus? ¡Era el único al que no me daba vergüenza pedirle ropa! Me froté los ojos, me puse la remera y miré al pasillo tan solo sacando la cabeza por la puerta de la habitación.

Al fondo se escuchaba el ruido de la cafetera. Sonidos de niños alegres... De mis hijos. Fue entonces cuando decidí salir de la habitación para darles los buenos días, y ya de paso, buscar a Agus y pedirle ropa limpia para cambiarme.

Crucé el pasillo mirando a ambos lados rápidamente hasta llegar a la sala. Tres niños. ¡Tres! Justo en ese momento me di cuenta de que el tercer niño, era mi "sobrino". El hijo de Ana, que había nacido un par de meses antes que mis mellizos.

Los ojos de los niños se clavaron en mí. Me sentí bastante observado... Me miraban como un completo desconocido, ese completo desconocido que era en realidad para ellos. No se acordaban de mí apenas, y era lo más normal del mundo. Por mucho que Lali les hubiera hablado de mí, era imposible que se acordaran de su padre. Eran recién nacidos cuando me fui.

Caminé unos cuantos pasos más, hasta casi estar tocándoles sus pequeñas cabecitas.

— Hola enanos... — me puse a su altura y sonreí.

Entonces, Allegra, me miró, hizo un puchero y se puso a llorar.

Despertando en mí, tras algunos años, el instinto paternal, la alcé y le hice unos cuantos mimos para que dejara de llorar, pero comprendí que era misión imposible lo que estaba intentando hacer:

— No llores hermosa, soy papá, conmigo van estar bien. Tranquila. No te asustes... — dije de forma cariñosa, para que dejara de llorar.

En ese momento, salió por un torbellino por la puerta de la cocina, Lali. Llevaba un cuchillo en la mano, y la verdad es que no tenía muy buen aspecto. Los ojos estaban bastante, hinchados además de rojos. La cara la tenía pálida. Parecía que hubiera visto un fantasma. Pero creo, que no existía ese problema.

Seguramente el problema era que había estado llorando toda la noche... O que había estado hablando con Ana, la cual pensé supuse que estaba en la cocina, sobre mí. Nuestra reunión de anoche fue de lo más peculiar. Al principio peleamos, y después incluso nos dimos las buenas noches de una manera cordial, tras ver a los niños dormir. Los niños, en verdad nos tranquilizaban ambos. Verlos era nadar en un auténtico remanso de paz.

— Peter... Pensé que estabas dormido — dijo ella.

— Pues no, no lo estoy — respondí sonriendo —. Ya es bastante de día como para estar dormido. ¿Agus? — pregunté.

— Se está bañando — me respondió ella —. ¿Por qué está llorando Allegra?

— Supongo que se habrá asustado conmigo, no me conoce — respondí algo apenado.

— Es normal que no te conozca. Has estado los dos primeros años de su vida fuera del país, no las has visto desde entonces.

— Ya lo sé, Lali — tragué saliva algo molesto por su respuesta —. Ya me conozco perfectamente toda la historia, no hace falta que me lo recuerdes más — la puse en sus brazos a Allegra y la pequeña pareció calmarse.

Uau... Lo que era una madre. Y más, cuando un bebé solo había conocido a una figura paternal, una figura en la que confiar y fijarse.

Fue entonces, cuando Ana salió de la cocina. Sus ojos me miraron, y yo recordé en ese mismo momento todo lo que nos había hecho pasar. Y no solo sufrí yo, también sufrió Lali, Pato, Coco, el papá de Lali... Fue muy mala persona, nunca entendí como la pudo perdonar. Pero bueno, hay que perdonar.

Lo que sí que me molestaba es que ella la hubiera perdonado, casi intentando matarla, y a mí no me perdonara. Creo que ambos teníamos el mismo derecho. Algo más yo que ella. Aunque la sangre era la sangre.

— Hola — dijo secamente.

— Hola — respondí —. ¿Dónde está el equipaje de Agus?

— En el placard de la habitación de Pato. Han dormido juntos. Voy a buscarlo, seguime.

De vuelta, como hice la noche anterior, seguí a Lali por el pasillo. No dejé de mirar a mirar a Allegra en ningún momento, era tan hermosa... Igual que su mamá. Y me había perdido tanto de su vida. Por no hablar de todo lo que me había perdido de la de Thiago. Lo que hubiera sido yo disfrutando de la paternidad con un hijo. Enseñándole a jugar al rugby, enseñándole a conquistar a chicas... Y eso que aún estaba a tiempo claro. Thiago era muy chiquito. Pero, lo que realmente quería... Era compartir la paternidad con Lali, en el caso de que ella me perdonara, y según ella era una tarea difícil y casi imposible.

Pero bueno, ahora solo me quedaba una cosa: luchar. Por Lali. Por mis hijos. Por conseguir de nuevo una familia.

Embarazada 2 - ¿DÓNDE ESTABAS VOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora