Embarazada 2 ~ 21

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Narra Lali:

— ¡Pato! — grité enojada mientras recorría con mis ojos todos y cada uno de los rincones de la casa —. ¿Dónde mierda están Peter y los nenes? ¡¿Son bebés dónde mierda están?!

Pato suspiró y me agarró de las manos:

— Te juro por mi vida que no han entrado por esa puerta desde que se fueron al mediodía a comer con vos y con Santiago. No sé nada de ellos, la puerta no se ha abierto hasta que vos llegaste.

Me toqué el pecho. Mi corazón latía a mil por hora y mi respiración era completamente incontrolable. Mi mirada estaba perdida, ni siquiera sabía si mirar arriba, abajo, a las salas. Me daba miedo... ¿Dónde carajos podían estar? Peter no se había podido llevar a los nenes así porque sí, sin mi permiso. No, él era incapaz de hacerme tanto daño. Y además con sus propios hijos.

Podía haberme insultado, podía haberse metido conmigo... Pero Peter nunca se hubiera metido con dos nenes que además tenían su sangre. Él no podía tener tanta maldad.

Me agarré la cabeza y me senté en el sillón ahogando los gritos que quería soltar.

— Mejor voy a llamar a la policía, y a prepararte un té relajante. No hagas nada... Por favor Lali. Seguro que todo esto es un malentendido, no hay nada de lo que preocuparse — dijo Pato agarrando su celular.

Yo lo miré fijamente. Si fuera padre hubiera sido incapaz de decirme todo eso. Yo estaba a punto de morirse, no sabía dónde estaban mis hijos, no sabía tampoco dónde estaba mi esposo... Por muchos problemas que hubiera tenido con él, no quería que le pasara nada malo. Y muchísimo menos a mis hijos, ellos estaban completamente indefensos... Eran re chiquititos.

Pato llamó a la policía delante de mí. Con el pasar de los minutos, se le veía cada vez más preocupado. Al cortar la llamada me miró:

— La policía va a venir ahora a interrogar. Pero no te preocupes, van a enviar a una patrulla y van a reunir equipos de rescate para que empiecen a buscar de inmediato. Antes de que venga la policía voy a prepararte un té. Y no te pongas nerviosa con las preguntas de la policía, y obviamente, no te sientas culpable, por favor — me avisó mi hermano dándome un beso en la frente.

¿Cómo no iba a sentirme culpable? Si yo misma le había dejado a Peter solo con los nenes. Le había dejado que viniera solo a casa con los dos nenes. Y justo, en el transcurso de ese tiempo, ha había pasado algo. No había ninguna otra explicación.

La policía no tardó mucho en llegar. Cada vez que me llevaba la taza de té a la boca, frente a ellos, me temblaba la mano.

— ¿Había algún problema familiar? — me preguntó la mujer policía. Mientras, el otro policía, varón, apuntaba todo lo que yo decía en una libreta con un bolígrafo de color azul.

— Emm, me llevaba mal con el papá. Él estaba en Australia, porque había tenido problemas en Argentina... Y entonces estuvo con otra chica, bueno, está de novio con otra chica. Yo mientras me tuve que quedar sola con los nenes en una residencia para madres solteras en Buenos Aires.

La policía suspiró:

— ¿Me puede hablar del problema que tenían para que el papá de los nenes se fuera a Buenos Aires?

— Emm, bueno. Es complicado. Su papá biológico — suspiré —, el que el siempre pensó que era su papá biológico, no lo era. Y él nos quiso lastimar. Nos buscó por todos lados, ni siquiera podíamos salir solos a la calle. Era todo terrible. Cuando nacieron los nenes, se intentaron llevar a Thiago, y bueno... Al mes de nacer los bebés él se tuvo que marchar.

— ¿Cómo se llama ese papá no biológico?

— Juan Lanzani.

— ¿Paradero?

— Desconocido desde hace bastante tiempo — dije repitiendo el suspiro —. No sabemos dónde está y por eso nos han estado ocultando a nosotros.

Justo entonces mi hermano salió de la cocina con dos tazas de café para los policías y crucé los dedos para que la policía no sacara el tema delante de mi hermano:

— ¿Puede haber alguna posibilidad de que el padre se haya llevado a los nenes por venganza? Hay muchos casos de sustracción de menores... Además de padres que matan a sus hijos, sobretodo en los casos en los que los padres están separados, o en medio de la situación de divorcio...

— No creo que haya ninguna posibilidad. Peter sería incapaz de sacarme a mis hijos así porque sí.

— Bien, vamos a registrar pues las casas del pueblo y los alrededores para ver si hay alguna pista o algún indicio de donde pueden estar sus familiares, señorita Espósito.

— Bien, muchas gracias — dije suspirando.

— Tomen el café, mientras pueden preguntarme a mí.

— Creo que tenemos más trabajo que hacer. Sobretodo con el caso del padre del señorito Lanzani. Vamos a seguir tomando nota sobre ese tema.

— ¿Padre? — preguntó mi hermano abriendo los ojos.

— Después te cuento... — dije tragando saliva. Mi padre y mis hermanos apenas sabían del tema de Juan Lanzani, solo lo fundamental. No sabía que nos habían estado persiguiendo por la ciudad, o que ni siquiera podíamos salir de la casa. Y realmente, no era el mejor momento para que mi hermano se enterara de ese tema.

-...-

Narra Peter:

Abrí los ojos despacio y miré a mi alrededor: estaba todo muy oscuro. A lo lejos escuchaba llantos de bebés.

¡¡¡Mierda!!!

¡¡¡Mis hijos!!!

Me costaba mucho pensar en lo que me había ocurrido. Estaba como perdido... Despierto pero a la vez dormido. Intenté levantarme del piso pero mis piernas apenas tenían fuerza:

— Enanos... — susurré.

Lali me iba a matar...

-...-

Narrador:

— Entonces, ¿se quieren llevar a la nena? — dijo la mujer por el celular.

— Sí — la respondió el señor cliente —. ¿Es todo legal?

— Obviamente, señor. No hay nada de lo que tenga que preocuparse, nada más que venir a buscar a la nena a la dirección que le dije anteriormente.

— Bien, entonces muchísimas gracias.

— Sí, espere usted a que pase el periodo de adaptación de tres semanas y venga a recogerla sin problema.

— Bien, muchas gracias entonces. Hasta luego.

— Chau.

Embarazada 2 - ¿DÓNDE ESTABAS VOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora