Embarazada 2 ~ 25

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Narrador:

El señor y la señora Fernández acababan de llegar a la casa de Paula. Se iban a llevar a Allegra, tal y como habían acordado en los días anteriores. Tras muchas llamadas, y sin sospechar nada de que esa nena era en realidad hija de unos padres que la querían, se procedería a la adopción.

— Va a salir todo bien — le dijo el señor Fernández a su esposa. Ella movía las manos deprisa, algo nerviosa. No estaba lo suficientemente preparada para ser madre, pero tenía claro que quería serlo. Quería tener una hija, porque una hija es aquella persona que te va a durar para toda la vida. Y además, ellos en ningún momento iban a ocultarla sus orígenes.

Su marido, también ansiaba lo de ser padre. Iba a ser una etapa muy bonita, pese a que la nena ya estaba a punto de cumplir los tres años, y pronto dejaría de ser una bebé. Pero les esperaban unos años llenos de diversión con ella, de llevarla al colegio, a actividades externas, como el baile o la equitación... Viajes a lugares inesperados...

Según les habían contado a los padres adoptivos de Allegra, esta niña había nacido de una madre muy joven que apenas teñía para mantenerla. Por eso, buscó a Paula, quién en la Universidad había estudiado servicios sociales, y desde que la nena había nacido, la había estado criando, pero a la vez buscándola una buena familia en la que crecer. Una buena opción, fueron los Fernández, un matrimonio rico que la iba a dar todo tipo de caprichos a Allegra.

— ¿Lo tenés por seguro? Imaginate que la nena no nos acepta. Tiene dos años ya, sabe bien quién la quiere y quién no.

Su marido la miró:

— Y en cuanto entremos por la puerta, ella va a saber que vamos a adorarla. Necesitamos una hija, y vamos a tenerla ahora, no vamos a rechazar esta oferta. Ya lo hemos hablado, lo más fácil seria hacerla creer la verdad desde el principio, así ella no va a sentirse mal.

La señora Fernández suspiró:

— Está bien, mi amor. Así lo haremos. Esperemos que todo salga bien — la católica mujer se santiguó mirando al techo.

El no poder tener hijo, era un problema que les había perseguido desde que habían contraído matrimonio. Lo habían intentado por muchos métodos, pero nada había dado resultado. Aunque, los Fernández tenían algo que respetar: la Religión. Eran profundamente religioso y no podían utilizar métodos modernos para engendrar a su hija, tales como la fecundación in-vitro o el vientre de alquiler. Eso estaba muy mal visto en el ámbito católico. Por eso, el cura les habló de la adopción. Esa nena no sería suya, pero al menos podrían cuidarla como tal. Y cómo bien hizo José, el padre de Jesús, aunque fuera el hijo de Dios, el fue un "padre adoptivo" que le cuidó pese a todo.

Y eso mismo harían los Fernández con Allegra. Una nena muy deseada para ellos. Pero que realmente, no era suya, y tampoco de una madre joven que no podía mantenerla por su condición, como Paula les había contado. Su madre era mariana Espósito, una madre joven, sí, pero una madre que era capaz de cuidar a sus hijos frente a todas las adversidades, y que los quería más que a su vida. Y aunque su padre no hubiera estado, por el momento, muy presente en su crianza, también los quería.

Finalmente, los Fernández llegaron a la casa de Paula: una finca pequeña perdida en el medio del campo. Pese a este motivo, el matrimonio no sospechó nada. Tan solo, salieron del auto y tocaron el timbre de la casa. Paula agarró a Allegra y salió con ella en los brazos. La nena, por muy chiquitita que fuese, sabía que debía portarse bien, o sino, la malvada Paula la haría daño, mucho daño. Por eso se mantuvo callada. Era muy pequeña, pero inteligente, al igual que su mamá.

— Buenos días señores — dijo Paula al abrir la puerta.

— Buenos días, señorita Paula. ¿Está es la nena? — preguntó el señor Fernández sonriendo.

Embarazada 2 - ¿DÓNDE ESTABAS VOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora