Embarazada 2 ~ 17

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Narra Lali:

— ¿Hola? — dijo una voz en tono de pregunta desde la puerta —. ¿Mariana Espósito?

Tragué saliva y miré a Ana:

— ¿Te has dejado la puerta abierta, Lali? — me preguntó ella —. no ves que no es seguro para los nenes dejarse la puerta abierta.

Dudé por un momento mientras me mordía el labio:

— Juraría que había cerrado la puerta. Osea pensaba que sí...

— ¿Y cómo es que ha entrado?

— Tal vez, le dejó entrar Peter. Peter está afuera... — dije dubitativa. Además de que se comportaba como un auténtico nene, dejaba entrar en casa a desconocidos.

— Andá a ver quién es.

Suspiré y gritando pregunté:

— ¿Quién es?

— Santiago Mocorrea, amigo de Patricio Espósito. Trabajo actualmente en Minoridad y me gustaría hablar de tu tema. Solo será un ratito pequeño, no más.

Volví a suspirar levemente y miré a Allegra, quién jugaba distraída en el piso con su primo Santino. Después miré a Ana:

— Cuidamela, ahora vuelvo.

Ana asintió y crucé la puerta de la cocina. Era un tipo alto, delgado, moreno y de ojos claros, bastante atractivo. Y además parecía buena persona:

— Encantado — dijo él formando con sus labios una sonrisa. Después se acercó a mí y me dio un beso en el cachete. Realmente, parecía encantador.

— Encantada.

— No te robo mucho tiempo, tan solo es para informarte de las diferentes posibilidades que puedo ofrecerte por tu situación. Se te considera una mamá muy jovencita todavía, y bueno, el Estado ayuda... En estos casos.

— Ajá — asentí con la cabeza y le invité a que tomara asiento. Él se sentó y dejó su carpeta abierta encima de la mesa para que yo pudiera ver todo con claridad desde el sillón de enfrente.

— En primer lugar, quiero avisarte de que soy un amigo de tu hermano. Vine hace poco a vivir acá... Estudié psicología, hice un máster en Estados Unidos y ahora mismo estoy trabajando con el gobierno. Tengo a un nene de tres años a mi cargo, así que más o menos, comprendo lo que supone ser padre soltero.

Me inspiraba confianza desde el primer minuto. Se le veía una buena persona, preocupado por su trabajo... Intentando ayudar a los demás... ¿Y además era padre soltero? Toda una lástima...

— ¿La mamá?

— Murió. Y el papá también. Soy el tío.

— Ah, eso es más complicado. Criar a un nene que no es tuyo... Y solo además.

— Lo adoro. Sus papás se murieron en un accidente de tráfico cuando el tenía un año y medio, y desde entonces, no ha conocido a otra figura paterna que no sea yo. Tenemos muy buena relación, no sabés todo lo que amo a ese nene.

Sonreí:

— Te entiendo perfectamente. A mí me pasó...

— Lali, conozco tu situación, tu hermano me lo ha contado todo. Sé que es algo desesperante. Y por eso, quiero ayudarte. Quiero darte una oportunidad. Una oportunidad para que te formes, para que puedas criar a tus hijos... Para todo. Para tener una casa, comida y que te puras servir por vos misma, ¿entendés?

— Sí, entiendo.

— Bien — sacó unos papeles llenos de letritas pequeñas —. Acá hay varios planes, todos se ajustan a tu caso. Espera, ¿si no es molestia te puedo hacer una pregunta?

— Claro que no, preguntá.

— ¿Estás casada?

Asentí con la cabeza:

— Casada. Y ojalá estuviera en trámites de divorcio pero no es así. Porque con todo lo que me hizo ese maldito capullo... Se marchó dejándome sola con los nenes, no supe nada de el en años, y después aparece una carta diciendo que está con otra, en Australia, y que se van a mudar a España.

Él me mira con una sonrisa tranquilizadora:

— No te alteres, lo sé todo. Todo me lo ha contado Pato, solo que no sabía lo del matrimonio... Y — tragó saliva —, eso reduce las posibilidades de ayudas del Estado.

— Y más las reduce aún cuando él tiene un patrimonio amplio. Por parte de su viejo, ¿verdad?

— No... Bueno, depende del testamento. Todo se puede estudiar. No corras antes de aprender a andar — dijo mientras seguía sonriente —. Vamos a ver, vos dejaste la Universidad por tus hijos, abandonaste el tema de la beca por el embarazo.

En verdad no fue así, pero bueno. No quería empezar contando mi trágica historia a un completo desconocido por mucha confianza que este me pudiera inspirar desde un primer momento, y por mucho que mi hermano pudiera conocerlo.

— Sí — mentí.

— Bien. Solicitaste un refugio para madres solteras en Buenos Aires y estuviste allí durante 2 años.

— Exacto.

— ¿Y nunca te lo denegaron? Es decir, el alojamiento, la comida...

— No — respondí.

— Bien. Podemos solicitar que esa ayuda siga en pie de una manera mucho más fácil y que te dé libertad. Por lo menos hasta que los nenes cumplan 3 años. No obstante — dijo mirando a su reloj de muñeca —, como ya es un poco tarde, la hora de la comida, y mi querido sobrino-hijo está con una vecina, podemos hablar de esto mañana almorzando, con los nenes, y tu marido si quiere venir, ¿te parece?

Sonreí:

— Perfecto.

— Entonces nos vemos mañana.

Embarazada 2 - ¿DÓNDE ESTABAS VOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora