Maybe

[04]

Jeongyeon llegó a clase antes que nadie. Ya que sus ami­gas no estaban, comenzó a estudiar hundiendo su cabeza en el libro de Química. Notaba a sus compañeros entrar en la sala, pero ni siquiera los saludaba.

Momo llegó seguida de Jihyo. Jeongyeon hizo ademán de le­vantarse, sin embargo, al ver las expresiones de las chicas —las cuales mostraban reproche hacia ella—, retrocedió, recordando a la vez lo dicho por la de coletas el día anterior; que se alejara de ellas hasta que se disculparse con Jimin. Vio cómo se sentaban en unos pupitres alejados del de ella y se preguntó si realmente tendría que hacerlo. Continuó de la compañía de su libro de texto hasta que sonó el timbre dando comienzo a la clase.

***

Tocaba literatura. Estaban en la lección de los tópicos líricos —temas de la poesía— y aquello era algo que Jeongyeon disfrutaba. Realmente le gustaba leerlos en voz alta, así que, cuando el profesor pidió que alguien leyera uno de esos textos, levantó la mano ofreciéndose voluntaria sin dudarlo. El profesor, que no sintió sorpresa alguna, aceptó indicando a la castaña que se levantase y se dirigiera a su lado, colocándose entonces, en frente de toda la clase.

Así lo hizo y, con una sonrisa, comenzó a leer el poema indicado.

Lo que no sabía era que ese poema era de amor.

—Y Llegaste Tú —comenzó leyendo el título de la obra. Des­pués de unos segundos, cogió aire y empezó—. Cuando pensé que ya no había lugar para el amor, cuando creí que las ilusiones se desangraban en el momento que morían esperanzas y yo la enterraba en el olvido... —movió sus pies algo incómoda—. Fue ahí cuando apareciste tú, cuando despertaste mis sueños dormidos, bañando mi cuerpo de nuevas fantasías y de juegos jamás vividos —miró al profesor, quería preguntar algo. Este le hizo un gesto indicando que continuara—. Llegaste irrumpiendo a mi vida, desestabilizando emociones, desestructurando mis pensamientos, derribando la carcasa de mi alma —buscó con la mirada a su amiga de coletas, esta le miraba sin pestañear, luego vio el rostro de Jimin, el cual se colocaba la mano en la boca evitando reír. ¿De qué se reía?—. Voy a jugarme por ti, voy a amarte despacio, despertando el fuego de tus entrañas, acariciando cada recóndito lugar de tu cuerpo que jamás han acariciado —las mejillas de Jeongyeon se tiñeron de un fuerte rojo y su voz comenzó a temblar, era un tema que no le agradaba demasiado—. Besando melodías que emanan de tus... labios... —sus piernas temblaban, sus puños se cerraron arrugando el papel que sostenía y creyó que de un momento a otro su cabeza estallaría de lo caliente que estaba. Porque leer eso le avergonzaba. Porque Jeongyeon nunca había estado en una relación.

Y, cuando estuvo a punto de caerse o desmayarse, una de dos, uno de los alumnos habló:

—Profesor —la castaña giró a ver de quién era la voz, y no se sorprendió en absoluto al ver que provenía de Jimin, el cual estaba de pie mirándola con un semblante serio—, ¿puedo acompañarle a la enfermería?

El profesor parpadeó confuso.

—¿A quién? —preguntó.

Jimin sacudió los brazos hacia la castaña, dando a entender que era obvio que se refería a ella.

—A Jeongyeon —señaló el rubio de nuevo—. ¿No la ves? ¡Pa­rece un volcán en erupción! —sobreactuaba preocupación. Los demás estudiantes reían, algunos, hasta la señalaban—. La llevaré a la enfermería.

El profesor asintió algo extrañado y Jimin, que se acercó co­rriendo, llevó a Jeongyeon del brazo para que no se desplomarse al suelo, pues la castaña temblaba y apenas se sostenía.

Cuando llegaron al pasillo, el rubor de Jeongyeon había desaparecido en su mayoría. La castaña miró hacia el suelo unos segundos, apoyando la espalda contra la pared. Jimin la miraba divertido. Después, la chica le miró con el ceño fruncido y el pobre Jimin recibió un generoso golpe en el abdomen.