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—¡Feliz año nuevo! —exclamó Nayeon cuando vio a Jimin entrar en la clase.

Era cinco de enero y las vacaciones de Navidad habían acabado, dando paso al segundo trimestre.

—Gracias, Nayeon —repuso él, sorprendido, pero con una sonrisa. Vio a Momo y a Jihyo, que también estaban allí—. Feliz año nuevo también a vosotras —les deseó.

Se extrañó de no ver a Jeongyeon ya en la clase, pues ella siempre llegaba la primera, pero no le dio mucha importancia —un retraso podía suceder, era normal.

Yoongi vino poco después y entró a la clase para saludar a su novia, ignorando por completo al resto.

—Hombre, feliz año, eh —le espetó Jihyo justo detrás de él y pareció no escucharla.

Comenzaron a hablar sobre lo que habían hecho durante las vacaciones, los regalos que habían recibido y los propósitos de año nuevo. Jihyo había tenido que acompañar a su familia en un viaje de negocios, Nayeon había ido de excursión a la montaña junto a Seokjin y Momo había permanecido en casa junto a su familia al igual que Yoongi y Jimin. Respecto a los propósitos, los más sonados fueron adelgazar, ganar dinero y acceder a la universidad terminado el curso. Sin embargo, Jimin tenía otros planes; declararse y ser aceptado. Claro que no lo dijo. ¿Qué propósitos de año nuevo tendría Jeongyeon?

De repente, una cabeza asomó por la entrada del aula, era Taehyung.

—¿Qué hacéis aquí? —preguntó mirando a Yoongi y a Nayeon— No es vuestra clase.

—Hace semanas que no nos vemos, Tae —alegó la de dientes de conejito con un puchero.

—Ya, pero no tardéis mucho —les dijo. Fue a regresar a la clase de enfrente, pero una mano lo agarró y tiró de él hasta sentarlo en una silla— ¿Qué?

—Venga, Tae, ¿qué has hecho durante las vacaciones?

A Taehyung nunca le gustaba hablar de las vacaciones de Navidad. Este periodo significaba para muchos «reunión familiar» y así lo era para él también. Pero lo odiaba. Había salido del armario hacía unos tres años, pero no había recibido toda la aceptación que esperaba. Así pues, las Navidades nunca eran divertidas para él.

Y no fue hasta que la profesora de la clase entró cuando dejaron de interrogar a Taehyung y regresaron los intrusos a su lugar.

Jimin se puso nervioso, Jeongyeon no había llegado todavía.

***

Era ya la hora de comer y la castañita no aparecía. Park, bandeja llena en mano, se acercó a donde comían los demás y se sentó junto a Momo.

—¿Sabes algo de Jeongyeon? —le preguntó.

Negó con la cabeza.

—Le he mandado algunos mensajes, pero no contesta —se lamentó.

—¿Qué puede haberle pasado? ¿Estará enferma?

—No lo creo —dijo tras sorber un poco de su zumo—. Una vez vino teniendo cuarenta grados de fiebre. Hace lo que sea por venir a clase.

Jimin se llevó la mano al rostro, ¡eso era una barbaridad! ¿Hacía eso solo por mantener una asistencia perfecta?

—Entonces, ¿qué podría ser? —cuestionó asustado.

Momo lo pensó por un momento.

—Bueno, el año pasado... —comenzó a hablar con los ojos cerrados— Bueno, hace dos años llegó unos días tarde al instituto después de vacaciones porque estuvo visitando a su familia en Busan. Quizás haya pasado eso.

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