[18]

1.2K 135 32
                                    

Setenta y ocho. Jimin había sacado un setenta y ocho en el examen de matemáticas. El mismo examen del que depen­día el resultado de la apuesta hecha el día anterior. Setenta y ocho era una nota mediocre, fácil de superar. Tuvo miedo.

Pero Jeongyeon no sería cruel con él, ¿verdad?

—Noventa y seis.

Ahí estaba la castañita con una enorme sonrisa y su examen en mano, lista para presumir su envidiable resultado obtenido.

—O sea que...

—He ganado —se colocó de cuclillas hacia la mesa de Jimin.

—¿Y qué tengo que hacer? —las manos del rubio comenzaron a temblar.

—Bueno —se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja—, ayer hablaste muy bien sobre eso de que la ropa no tiene género, y había pensado...

—No, no y no. Dime que no estás pensando lo que yo estoy pensando —su rostro se volvió rojo.

—Mañana —dijo— tendrás que venir al instituto con falda.

Silencio. Solo se miraron.

—¿Tanto me odias, Jeongyeon? —cuestionó en forma de falso sollozo.

—Solo estoy retándote —De nuevo, sonrió.

***

—Uno: la ropa interior de color piel es cómoda —Nayeon ha­blaba con semblante serio en frente de Jihyo, Taehyung, Momo y Jeongyeon. Todos estaban sentados en su habitual mesa en la cafetería del instituto—; dos: si es ropa interior, nadie la va a ver; y tres: no creo que sea solo para ancianos, la gente joven también podemos...

—¿Se puede saber de qué hablamos? ¡Dios mío! —el único chico saltó, sentido fuera de lugar respecto a la conversación.

Jeongyeon se encogió de hombros.

—No lo sé —expresó—, ha empezado Jihyo.

—A todo esto, ¿y Jimin? —preguntó el castaño mirando en to­das direcciones.

—No ha venido a clase en toda la mañana —informó la presidenta del consejo estudiantil—. No es propio de él, ¿estará malo?

La peli-corta se cruzó de brazos. ¿Realmente había huido? No esperaba eso de él.

Y, como si lo hubieran invocado, el chico del que hablaban llegó hasta esa misma mesa seguido de cientos de miradas.

—Hola —saludó de forma forzada, completamente molesto.

—Ah, Ji... —Momo tenía la intención de preguntarle qué le había ocurrido en las primeras horas, sin embargo, algo le llamó la atención y le dejó sin habla.

Jihyo abrió mucho los ojos; Jeongyeon sonrió satisfecha; Nayeon ni se inmutó y a Taehyung le pareció que un fideo le había salido por la nariz.

—Venga, reíros —bufó, enfurruñado—. ¡No tenéis idea de lo humillante que es pedirle una falda a tu hermana de quince años!

—Y si no querías ponértela, ¿por qué...?

—¡Hice una apuesta con Jeongyeon! —se excusó, más que enfadado— ¡Es su culpa!

—Oye, oye —la aludida apartó su bebida del rostro—, ¿por qué gritas tanto? ¿Estás en tus días, Park Jimin?

—Sujetadme, que la mato.

Se abalanzó hacia ella, pero no pudo tocarle ni un pelo. Taehyung lo sostuvo de los hombros.

—Paz, Jimin —dijo—. Yo creo que —bajó la mirada hacia las piernas del rubio— así te ves bien —sonrió.

Aterrado, Jimin no tuvo más remedio que retroceder.

—Dios mío, ¡era broma! —soltó, jactándose de tal ocurrencia. Ambos sesentaron de nuevo a la mesa— O quizás, no —la mi­rada de Jimin volvió allenarse de pánico.

 Ambos sesentaron de nuevo a la mesa— O quizás, no —la mi­rada de Jimin volvió allenarse de pánico

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
MaybeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora