Maybe

[31]

Jeongyeon se abrochó su abrigo acolchado rojo hasta la barbilla. Hacía mucho frío —unos diez grados— y estar afuera no le hacía ningún bien. Se encontraba en la entrada principal del centro comercial, esperando a Jimin para su cita, pero él no llegaba. Terminó sentándose en un banco cercano, abrazándose a sí misma mientras temblaba. De repente vislumbró unas zapatillas blancas estropeadas, luego un pantalón vaquero casi blanco y un abrigo acolchado negro: era Jimin. Sus regordetas mejillas se veían extrañas rodeadas de su cabello chocolate, que se movía de un lado a otro debido al viento. Sus labios abultados tenían un brillo especial, como si les hubiera aplicado gloss con purpurina. Vio como el chico le miraba con preocupación.

—¿Qué haces afuera? —preguntó— Hace mucho frío, deberías haberme esperado adentro.

—Acabo de llegar —mintió en forma de gruñido. Se levantó y caminó dentro del edificio, tratando de ignorar a Jimin. Él la persiguió y la abrazó por la espalda con una gran sonrisa traviesa en el rostro. El contacto fue realmente cálido y Jeongyeon notó el aliento del chico en su oreja— ¿Qué haces? —casi chilló e intentó zafarse de aquello corriendo. El otro no se quedó muy atrás y agarró la capucha de Jeongyeon— ¡Oye! —se quejó al no poder huir.

—Hace frío, hay que calentarse —se argumentó. Sin embargo, no convenció a la chica, que alzó una ceja.

—¿Has sacado eso de Crepúsculo? —cuestionó con sorna, haciendo que él abriera mucho los ojos.

—¿La has visto? ¡Me encanta! —exclamó entusiasmado.

—Yo la odio —determinó ella, fría.

Actúa cool, Jimin, actúa cool, se dijo él.

—Bueeeno... No es como si estuviera tan bien, ¿sabes? Es como que está bien y demás, pero no es como si fuera mi película favorita ni nada...

Jeongyeon puso los ojos en blanco.

—Ajá.

Caminaron por el edificio, observando los preparados escaparates de los comercios, que ya no tenían adornos navideños. Jeongyeon ya había estado en ese lugar junto a Jimin antes; recordó aquella conversación que tuvo con él bajo una mesa de la cafetería, ¿por qué no se había dado cuenta de que Jimin gustaba de ella entonces? Porque eso era imposible. Aunque quizás no lo era; el chico se le había declarado unos días antes. Su boca se llenó del recuerdo del sabor a Jimin y enrojeció.

—Quiero entrar ahí —señaló el chico de repente, sacándola de su sueño.

Ella asintió e inclinó la gorra que llevaba hacia abajo, tratando de cubrir su sonrojo. La tienda era de ropa masculina en su totalidad. Pocas veces había entrado en un sitio así —no había tenido la necesidad debido a que en su familia no había varones— y muchas prendas le llamaron la atención. Claro que no quiso revisarlas de cerca, ella no podría comprarse ropa de ese tipo. A parte, parecía costosa.

—Mi tío se casa dentro de dos semanas y necesito una americana —explicó el chico con una sonrisa mientras se adentraban en el negocio—. ¿Crees que esta me quedaría bien?

Mostró una chaqueta de tela recia color mostaza.

—Supongo —respondió, seca.

—Eso no ayuda demasiado... —masculló a la vez que su entusiasmo desaparecía. Echó la mirada a un lado y agarró esa americana y otra más de un color azul—. Voy a los probadores, espérame aquí —indicó antes de desaparecer por uno de los lados de la tienda.

Jeongyeon se encogió donde estaba, ¿esperar haciendo qué? Gruñó, sacó su móvil de un bolsillo y lo revisó por si tenía algún mensaje nuevo. Al no ser así, volvió a guardarlo. Sin saber qué hacer, se acercó un poco a la zona de los probadores y, en su camino, una prenda llamó su atención; era una sudadera negra con algunas rayas diagonales de color rojo. La había visto también en el departamento de ropa de mujer, pero un modelo más corto y ajustado. ¿Es que las chicas tenían que estar incómodas siempre?, se preguntó. Muy cohibida tocó la prenda y movió las mangas de lado a lado, la tela era realmente suave. Casi soltó un gritito cuando una de las encargadas del negocio se le acercó.