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Era catorce de junio, ese día solo habían tenido que ir al instituto por la tarde, pues era un día especial. Por fin habían acabado todos los exámenes y, tras derramar tanta sangre, sudor y lágrimas, tocaba ver el resultado. Era la graduación. Todos los alumnos de último curso estaban en el salón de actos, sentados en unas hileras desordenadas de sillas. En la tarima superior se veía al director del instituto leyendo unos papeles que parecían ser un discurso y, más atrás, estaban sentados todos sus profesores.

Era tan emocionante. Acabar el instituto significaba comenzar la vida adulta, dar lo que habías estado preparando durante años a algo mayor. Quizás otros no lo vieran así; «ya no tendré que volver a estudiar». Pero para Jeongyeon era como si todos esos años hubiesen sido la introducción a su libro.

No había podido sentarse con Momo porque, al ser ella la presidenta del consejo, debía decir unas pequeñas palabras. Taehyung también estaba cerca de los del consejo y Jihyo y Nayeon habían tomado asiento en las primeras filas mientras que ella se encontraba en el final, junto a Yoongi, que se mostró indiferente con su presencia. Vio la nuca de Jimin cerca de la de Tae, pero ni siquiera intentó llamar la atención del chico para saludarlo. Llevaban días sin hablarse.

En un principio, Jeongyeon no había querido hablar con él por si este volvía a hacerle la famosa pregunta y ella no tenía cerca un autobús en el que escabullirse. Porque, sí; Jimin le gustaba. Le gustaba mucho. Pero tenía miedo. Si aceptaba su petición, ¿qué pasaría después? Simplemente no podía imaginárselo. Prefería golpearlo, que él la molestara y que discutieran a continuamente. Le gustaba que jugaran a odiarse. Al final, él había acabado cansándose y comenzó a ignorarla también. De todos modos, los exámenes finales habían consumido el tiempo de ambos.

Se oyeron unos graves pitidos desde los altavoces situados a los dos lados de la sala. El director había golpeado levemente el micrófono para llamar la atención de los presentes y, ahora, comenzó a hablar:

—Queridos alumnos y alumnas, algunos no tan queridos... —comenzó, susurrando aquello último—. Ha sido un curso largo que muchos habéis aprovechado para mostrar vuestras capacidades máximas, y estoy muy satisfecho con vuestro trabajo —carraspeó. Pareciera que lo que decía no era lo que pensaba en realidad—. Pese a que algunos no han superado los objetivos establecidos durante el curso y tendrán que repetirlo, creo que habéis sido muy buenos alumnos y que todos tendréis un buen futuro —volvió a carraspear y miró la hoja un poco más. Se negó a leer lo siguiente y decidió dar paso a la representante del consejo de alumnos—. Ahora Hirai Momo dirá unas palabras...

Se vio a la castaña subir a la tarima con pasos torpes, estaba nerviosa. Su pelo estaba suelto y bien peinado. Empezó a hablar de forma divertida sobre cómo los profesores habían ayudado a los alumnos pese a que estos no se lo ponían fácil. También sobre cómo se habían convertido en un equipo que no paró de luchar hasta el final.

Jeongyeon quería seguir escuchando, pero su móvil vibró. Sabía que no era de buena educación mirarlo en un momento así, pero lo hizo y se sorprendió al ver que se trataba de un mensaje de Jimin.

Un Idiota
El director se ha pasado.

¿Llevaban días sin hablarse y lo primero que le decía él era eso? Al menos era algo, pero...

La Gruñona
Sí.

Un Idiota
Está Momo nerviosa?

La Gruñona
Parece que sí.

Y era cierto. Incluso si su voz era serena y hacía reír al público en ocasiones, sus rodillas temblaban.

Un Idiota
Estás tú nerviosa?

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