[08]

1.4K 163 31
                                    

Jimin suspiró, no se había quitado de la cabeza a Jeong­yeon durante todo el fin de semana. Se encontraba en un cruce camino al instituto, esperando a que el semáforo cam­biase a color verde mientras miraba el cielo cuando una mano tocó su hombro. Se giró rápidamente hacia la persona a la que le pertenecía esa mano.

—Ah, estás aquí —sonrió mirando a su amigo de arriba a abajo—. ¿Te encuentras mejor?

El menor asintió con la cabeza.

—Pero, hyung —habló algo cohibido—, no sé si estoy preparado para comenzar un nuevo curso habiendo faltado los tres primeros días.

—No te preocupes, lo importante es que estamos juntos —los dos sonrieron—. Te he echado de menos, Jungkook.

***

Taehyung llegaba algo tarde a clase debido a una discusión con su padre. Tenía ganas de hablar con alguien y, cuando distinguió la figura de Jimin en la lejanía, sus ansias aumentaron. Comenzó a correr hacia él torpemente debido al peso de su mochila. Cuando se acercó más a él, vio como parecía que estaba enfrascado en una conversación.

—¿Con quién hablabas? —cuestionó cuando lo alcanzó.

Jimin se sorprendió —incluso saltó debido al susto—. Se giró hacia Tae, con sus mejillas algo coloradas.

—Con un amigo... —respondió titubeante.

—¿Dónde está? —se giró hacia los distintos lados de la calle—. No lo he visto.

—Se ha ido —dijo avergonzado evitando mirar los ojos de su amigo.

El castaño asintió y después comenzó a caminar adelantando a Jimin.

—Vamos juntos —sugirió, sonriente.

Él aceptó, debía pasar tiempo con sus nuevos amigos y olvi­darse de los anteriores.

***

Los alumnos estaban sentados ya en parejas en las mesas de trabajo de la clase de Tecnología. La mayoría estaba dibujando un plano para el proyecto: una maqueta de una puerta corre­dera. Jeongyeon trazaba precisas líneas sobre el papel mientras Jimin, en frente de ella, miraba con atención sus movimientos. Ella no hablaba, se mantenía en silencio con el ceño fruncido. Aquello llenaba de nerviosismo al rubio, que no podía dejar de pensar en si Jeongyeon lo perdonaría. Algo vacilante, se sentó justo al lado de la castaña.

—Nunca me perdonarás lo que te hice el viernes, ¿verdad? —dijo intentando sonar divertido. Ella lo ignoró y siguió trazando líneas—. Ya te pedí perdón, eso debería ser suficiente, ¿no? —Jeongyeon tampoco contestó—. Vaya, creo que este monólogo va a ser largo.

La chica movió el papel donde estaba dibujando apartándose de Jimin. Él chasqueó la lengua, molesto.

—Que sepas que, no retiro lo que dije, pareces un chico —rió.

Jeongyeon enrojeció. Ejerció presión en sus puños, tanta que, la punta del lápiz con el que escribía, se rompió. Abandonó el lápiz roto y el papel para girarse hacia el sonriente rubio.

—Te dije que... —comenzó a quejarse, pero fue interrumpida.

—Eso era justo lo que quería; que hablaras —Jimin apoyó una de sus manos sobre un hombro de la castaña, acercando su rostro al de ella—. No pareces un chico; eres una chica, no hay duda —Jeongyeon enarcó una ceja, confundida—. Perdóname por lo que te hice, ¿vale?

La castaña apartó la mano de Jimin de su hombro y volvió a su dibujo.

—Lo pensaré —contestó, fría.

MaybeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora