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Taehyung se sentó en una de las mesas de la cafetería. Estaba preocupado por Jeongyeon, había faltado a clase durante mucho tiempo. Sabía que Jimin la había visitado, pero no había querido desvelar su paradero.

Como si hubiese sido invocado con sus pensamientos, Park se sentó en frente de él.

—Cada vez que te miro, estás más raro —se jactó.

Jimin tocó su pelo, algo incómodo; a él le gustaba.

—¿Ya me vas a decir qué ha sido de Jeongyeon? —inquirió.

—Ha venido a clase.

—¿De verdad? —abrió mucho los ojos. Jimin asintió intentando mostrar indiferencia. Taehyung comenzó a buscarla por los alrededores de la cafetería. La vio cargando una bandeja llena de comida mientras trataba de encontrar una mesa vacía— ¡Jeongyeon! —la llamó.

La castañita esbozó una radiante sonrisa al ver a su amigo, luego vio a Jimin y la eliminó. Sus mejillas se sonrojaron y su cuerpo tembló; no quería sentarse cerca de él. Habría sido mucho mejor si las chicas estuvieran, ¿dónde se habían metido?

Sin embargo, viendo que era eso o sentarse sola, terminó tomando asiento al lado de Taehyung, con Jimin de frente.

—¿Qué ha sido de ti estos días? —preguntó el primero, con los ojos muy abiertos— Estaba preocupado.

—Tuve que ayudar a mi madre en unos asuntos —repuso frívola. Tae regresó a su plato al ver que ella no añadiría nada más sobre aquello—. ¿Y los demás? —preguntó después.

—Momo y Yoongi están allá —Taehyung señaló una mesa apartada del resto donde comían los dos mencionados de forma empalagosa. Los tres apartaron la mirada rápidamente, era una escena difícil de mirar—. Nayeon y Jihyo comieron rápido y se fueron a la biblioteca a estudiar.

Eso era raro. Nayeon siempre le había pedido ayuda a Jeongyeon —al menos desde que Seokjin oppa terminó el instituto—, nunca pensó que se la pediría a Jihyo y mucho menos que ella aceptaría. Decidió no darle más vueltas.

—¿Os dieron la charla sobre la universidad? —el más alto volvió a hablar. Su ánimo era bueno y sonreía, al revés que los otros dos, que se mantenían inexpresivos y distantes. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Iba a preguntar qué les ocurría, pero Jeongyeon respondió por fin.

—Sí —dijo—. Pero todavía no sé qué voy a hacer.

—¿No te has decidido? —ella negó con la cabeza. Miró a Jimin— ¿Y tú?

Jimin pareció despertar de un sueño y lo miró con confusión.

—Yo... —comenzó— quiero estudiar baile moderno.

—¿Para ser bailarín? —Tae se mostró emocionado— Te pegaría ser idol.

—No, no —el de cabellos chocolate se mostró tímido de repente—. Quiero, en un futuro, abrir una academia de baile. Así podré enseñar a muchas personas a hacer eso que tanto me gusta.

Jeongyeon miró a Jimin, era genial que tuviese un sueño así, un objetivo. Ella también quería uno.

—Guau —El otro chico sonrió ampliamente—, eso es genial. Entonces, ¿podría decirse que Jeongyeon ha sido tu primera alumna?

La aludida se encogió en su asiento.

—Supongo que sí —dijo el chico.

Los dos volvieron a sus platos, había arroz con bulgogi, pero no era tan bueno como el preparado por la señora Yoo. Tae solo los miró.

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