[Epílogo]

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—¿No os parece raro? —Nayeon levantó de repente la cabeza del regazo de su novio y miró a los restantes.

—¿El qué? —Jihyo, sentada en la hierba a su lado, la miró— ¿Que Momo y Yoongi hayan desaparecido?

La de dientes de conejito negó con la cabeza.

—¡Eso! —señaló dos espaldas un poco más allá. Eran Jimin y Jeongyeon sentados casi a orillas de un pequeño estanque del parque donde frecuentaban— ¿No os parece raro que dos personas que estuvieron a punto de asesinarse se estén besando?

—No —respondieron Taehyung y Hoseok al unísono, sentados en un banco justo detrás. Tenían las manos entrelazadas y sonreían.

Incluso así, era difícil de creer.

***

—Entonces, ¿medicina? —preguntó Jimin al separarse.

—Ajá. Creo que tengo capacidad para ello —su novia no pudo ocultar una sonrisa.

—Doctora Yoo, cúreme —pidió haciendo un puchero, tal y como haría un niño pequeño—. ¡Me duele la tripita!

La castañita lo miró con seriedad.

—¿De verdad? —preguntó. Él asintió reprimiendo una risa— ¡Tengo la cura!

Y así comenzó una guerra de cosquillas en la que la piedad no estaría presente.

—¡Vale, vale! —Jeongyeon había acabado debajo de Jimin y era ella quien recibía las cosquillas sin poder defenderse. Pero, pese a sus suplicas, él no se detenía— ¡Para! ¡Oppa, basta!

Y entonces él se apartó de ella súbitamente, con los ojos muy abiertos.

—¿Cómo me has llamado? —quiso saber, atónito por lo que creía haber escuchado.

—¿«Oppa»? Pensé que podría llamarte así ya que eres mayor que yo... —respondió algo tímida.

Su novio negó con la cabeza.

—Las chicas me llaman así solo cuando quieren que haga algo por ellas —dijo con el ceño algo fruncido—. No me llames así tú también.

—¿Es que no vas a hacer nada por mí? —gruñó ella.

—No es eso —Jimin formó una de sus angelicales sonrisas—. Lo que pasa es que no hace falta que me llames así, haré todo lo que me pidas —terminó por decir, orgulloso de lo romántico que había sido.

—¿Lo que sea? —cuestionó ella. Él asintió y, después de pensarlo un poco, Jeongyeon dijo— En ese caso; muérete.

Los labios del chico formaron una línea recta inmediatamente. Sus ojos detonaban decepción y miedo, incluso se aguaron.

—¿De verdad quieres eso?

La castañita comenzó a reírse con fuerza mientras sujetaba su abdomen con ambas manos, todo debido a la reacción del mayor.

—No seas tonto, era solo una broma —rió.

—Pues no ha tenido gracia —se quejó y más tarde murmuró—: luego soy yo el que tiene el sentido del humor en el culo...

—¿Has dicho algo? —en ese momento, Jeongyeon detuvo su risa y lo miró con una ceja alzada.

—Tengo hambre —dijo en su lugar, recibiendo por respuesta un «mira en mi mochila a ver». Se acercó al objeto y lo abrió para comenzar a rebuscar dentro. Encontró una caja de plástico transparente cuyo contenido era manzana cortada en trozos cuadrados. La sacó y un pedazo de papel bien doblado también salió por accidente—. ¿Qué es esto? —cuestionó.

—Ah, eso... —Jeongyeon quiso arrebatárselo antes de que él lo viera, pero le fue imposible.

—¿Matemáticas? —en efecto, era una ecuación resuelta de matemáticas— Estamos en vacaciones, no hagas esto; es pecado.

—Cállate —bufó ella en respuesta y se lo quitó de las manos—. ¿Te acuerdas de esta ecuación?

—¿Cuál?

—La que yo resolví en la pizarra y tú me corregiste —explicó, totalmente interesada en el tema. Jimin asintió; por supuesto que se acordaba—. La he repasado, y tu resolución está mal. Fíjate en la suma, ¿no ves que hay una multiplicación en medio? —señaló— Si lo haces de esta forma, te da el resultado correcto. ¿Y sabes cuál es? ¡El mío! ¡Estaba bien desde el principio, no me equivoqué! —sonrió, llena de felicidad— ¡Punto para mí!

Jimin la miró sin poder creer lo que decía. Realmente estaba obsesionada con ello. ¿Esa era la persona con la que había comenzado a salir?

—En qué lío me he metido...

Pero era esa obsesión la que había abierto su interés en ella desde un principio.

Agarró de nuevo el papel y lo hizo pedazos incluso si su novia le suplicaba a gritos que no lo hiciera.

—Se acabó, estoy harto de que peleemos por estas cosas —determinó con seriedad en su voz y su ceño algo fruncido.

—¡Ni hablar! —chilló debido a que había roto aquello que le había costado tanto tiempo hacer. Él suspiró— ¡Soy mejor que tú, no puedes ne...!

Agotado, Jimin la cayó, colocando sus labios contra los de su novia y comenzando un beso.

Y es que, corregir aquella ecuación era algo de lo que Jimin nunca se arrepentiría. Al igual que Jeongyeon de haberlo hecho caer en la cafetería aquel fatídico día. Y de partir un tablero de madera sobre su cabeza. Y él tampoco de llamarla chico.

Y, sobre todo lo demás, enamorarse el uno del otro era algo de lo que jamás se arrepentirían.

Porque quizás, desde el principio, había sido más que una enemistad.

Porque quizás, desde el principio, había sido más que una enemistad

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