[Extra: Seulgi, Namjoon, Yoongi y Jimin]

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Namjoon, Seulgi y Jimin estaban sentados en un banco. El menor de todos, Jimin, sostenía un cigarillo encendido con su mano derecha, su brazo izquierdo era agarrado de forma pegajosa por Seulgi, su novia. Habían estado saliendo por algo más de un año, pero ahora, después de todo lo ocurrido, Jimin había perdido cualquier interés. Y es que había sido Jungkook quien le había animado a salir con ella.

—¿Me das un poco? —le preguntó. Jimin asintió inmediatamente y, después de peinar un poco su flequillo de color naranja, se lo dio. Seulgi dio una pequeña calada y tosió, no estaba acostumbrada. Cuando se recuperó, consiguió decir:— Yoongi está tardando mucho.

—Un poco, sí —El moreno (y mayor que los cuatro) le dio la razón. Un libro de texto descansaba sobre sus piernas; pronto sería el examen de acceso a la universidad.

Permanecieron un rato así. Namjoon leyendo y Seulgi y Jimin fumando. De vez en cuando, la chica le pedía al mayor que le leyera algunas páginas de lo que estudiaba por simple curiosidad. Luego llegó Yoongi, que se sentó justo enfrente a ellos, en el frío suelo, a la vez que dejaba caer a su lado una bolsa de plástico con algunas latas de cerveza en su interior.

—¿Por qué has tardado tanto? —inquirió la chica haciendo un puchero que no acostumbraba a mostrar. Solo lo hacía cuando Jimin o Yoongi estaba delante. Jimin sabía que lo engañaba con él. Min solo lo hacía para molestarlo. Aunque en un principio le había dolido, ya no le importaba. Nada ya importaba.

—La jodida dependienta pensaba que no tenía dieciocho —escupió más que enfadado. Su flequillo verde menta era largo y le cubría las cejas—. Tuve que volver a casa por mi carné.

Yoongi era el que se encargaba de comprarles alcohol, tabaco, condones o lo que pidieran sus conocidos. A cambio, le devolvían el coste con un elevado interés —necesitaba el dinero—. Solían solicitar sus servicios porque no tenían la edad suficiente para adquirir aquellos.

—Son dos mil wons cada uno —determinó después muy serio, mirando fijamente al peli-naranja. Jimin le debía dinero desde hacía meses y, aun así, seguía pidiéndole favores.

Este puso mala cara.

—Te dije que te lo devolvería pronto —gruñó luego de dar otra calada a su cigarro.

—¿Y cuándo es pronto, Jimin? —preguntó frunciendo el ceño. Hizo de sus manos puños.

Seulgi, al no querer que se golpearan de nuevo, intervino.

—Te lo devolverá mañana —casi prometió mirando al de tez pálida—, ¿verdad, Jiminie?

Él se limitó a asentir mientras que Namjoon bebía de su lata de cerveza y Yoongi encendía otro cigarrillo para él. Jimin vio cómo su chaqueta negra se deslizaba por su brazo, dejando ver su muñeca envuelta en una venda. ¿Él había vuelto a...?

—Yoongi —llamó.

—¿Qué pasa ahora?

—Tu brazo... —Lo señaló con inseguridad. Ni siquiera sabía por qué lo había mencionado.

—No te importa —le cortó con furia mientras volvía a cubrir la zona.

Yoongi siempre había sido un buen estudiante. De hecho, era el presidente del consejo, el ejemplo a seguir del instituto. Todas las chicas y chicos iban detrás de él y Yoongi siempre los había recibido con una sonrisa. Era normal que Jungkook se hubiera enamorado de él, pensaba Jimin. Después de la muerte de su bien querido novio, las cosas habían cambiado drásticamente. Apenas iba al instituto y, si lo hacía, acababa durmiéndose en las clases. Terminaba a diario en el despacho del director debido a peleas en las que participaba y cuyo rival solía ser Jimin. Todos los estudiantes le temían y preferían no acercarse a él a no ser que necesitaran de sus servicios. Además, estaban esas locas ganas de acabar con su propia vida. También las había tenido Jimin tiempo atrás.

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