—Aquí tienes.
Lana deja delante de mis narices un plato a rebosar de ensalada, que no tardo en pinchar con el estómago rugiendo de alegría. Sabía que Neumann no perdería el tiempo; el contrato experimental firmado con los inversores culmina en siete meses, y si no tiene algo para entonces, no lo renovarán. Por eso hemos empezado fuerte, y nos hemos mantenido trabajando a un ritmo agotador durante estas dos semanas, con jornadas de hasta diez horas. Y creedme, entre diez horas con el culo pegado una silla de oficina y diez horas de un lado para otro en un laboratorio, no hay color. Casi estoy arrepintiéndome de haberle negado a mi madre la ilusión de estudiar abogacía... Casi, porque en realidad, la satisfacción de estar aquí es indescriptible.
Luego ya hay otras cosas menos satisfatorias.
—Lana, cariño.
—¿Sí?
—Hay una salchicha en mi plato.
Mi ayudante me mira como si hubiera detectado un olor desagradable en el ambiente.
—¿Y? —espeta—. ¿Otra vez con esa mierda de que eres vegetariana? Me empieza a cansar tu superioridad moral, Non, te lo digo en serio. Está bien que no comas carne, y es verdad que los que la comemos deberíamos dejarlo, porque en fin... Estamos matando animales para freírlos o rebozarlos en pan rallado y la verdad es que la cosa no queda muy lejos del canibalismo cuando tienes un perro y un cerdo a los que quieres más que a tu vida, pero... Eso no nos hace peores personas, ¿sabes? No eres mejor que yo. Por estas cosas me caías mal —continúa despotricando, mientras trata a su ensalada como si la hubiera dejado por teléfono. Hace una mueca y pone la voz en falsete para, supuestamente, imitarme—. «Uy, mírame, soy vegetariana, no como pollo, no voy al McDonald's... ¿Dónde está mi Nobel de la Paz?»
—Me quedaré sin Nobel, pero a ti deberían darte un Oscar. Lana... —suspiro—, simplemente he dicho que hay una salchicha en mi plato, y sabes que no como carne. ¿La has metido a traición porque quieres discutir?
Cuando uno ve a Lana, lo último que se imagina es que es una mujer rara. Aparece tan morena y despampanante, con los ojos tan verdes, la sonrisa tan perfecta y la ropa siempre a la última, que quedas cegado y no tienes tiempo para preguntarte si tendrá algún defecto. Pero eventualmente acaba mostrándote a lo grandes cuáles son sus carencias y manías. Una de ellas es que suele buscar bronca cuando está mosqueada, para así drenar las malas sensaciones. Alguna gente hace yoga, y yo procuro callarme y no pensar mucho en ello. Lana prefiere aparecer, meter un trozo de animal muerto en tu puñetera ensalda, reventarte el tímpano con reproches que no te mereces y encima imitarte como si tu voz se pareciese en algo a la de la ex novia de Chandler Bing. Sí, la maldita Janice.
Oh, Dios mío...
—Estoy tan cabreada, Non —gimotea, con la boca llena. También tiene algunas virtudes, y es que no le da bombo a las cosas hasta desquiciar al interlocutor. Lo suelta y ya—. Es que no te puedes hacer una idea de lo que pasó anoche.
En realidad, sí que puedo. Anoche estuve terminando de decorar el salón de mi apartamento recién adquirido: una preciosa y coqueta guarida con dos habitaciones, cocina conectada con el salón y baño con bañera —imprescindible para una amante de las burbujas como yo—. Un arduo trabajo para una sola persona, la menda, que debería haber contado con la colaboración de la otra inquilina. Por tanto, me hago una idea de que no estuvo ayudándome porque estaba ocupada rogándole a Axel que le confesara el significado de su tatuaje.
—A ver, sorpréndeme.
—Pues como ya sabes, Axel se ha pasado estas dos semanas prácticamente babeándome el culo, así que se me ocurrió que aunque sea un mujeriego indeseable debía darle una oportunidad para demostrarme que puede tener madera de hombre para Lana. —Como todas esas series y películas al estilo «un príncipe para la princesa»: igualito—. Propuso una cita, y todo muy bien. Apareció en un coche increíble, me llevó a un sitio increíble, y...
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Cuatro veces tuya
Lãng mạnUna reacción alérgica, una limusina y una corbata atada en las muñecas. Así comienza el largo proceso de sublimación que Leon habrá de llevar a cabo para derretir a la gélida Adrienne. Adrienne Saetre lo tiene todo para formar parte de un ambicioso...