C A P Í T U L O O N C E

12.7K 1.6K 311
                                    

—En ese caso podríamos haber ido a un McDonald's y cada uno pagar lo suyo.

—Eres vegetariana —replica, sorprendiéndome—. No, no te he estado investigando. Como ya te dije una vez, estuve estudiando las fichas de los aspirantes con el doctor Neumann y lo ponía en alergias o aspectos de la alimentación a tener en cuenta. Y como ves, lo he tenido en cuenta.

Leon, 2. Adrienne, 0.

Por lo menos tengo salud.

—Entonces, ¿cuál es el plan?

—Un picnic en tu suite.

—¿En la mía? ¿Por qué no en la tuya? ¿Para que en caso de que la cosa se tuerza tenga que quedarme aquí obligatoriamente esperando a que te vayas, dándote la oportunidad de retractarte, arreglarlo o incluso forzarme?

—Porque si te llevara a la mía, pensarías que es algo que hago con todas, te preocuparía que alguien me llamase y te descubriera allí y...

—¿Y?

Esboza una adorable sonrisa culpable. Ya, ¿qué puede tener un tipo de metro noventa, ojazos verdes y apodos sexuales de adorable? Pues lo siguiente:

—Porque soy muy desordenado y no quería asustarte.

Se abre paso sin pedir permiso y se sienta en mi cama con total normalidad. No me queda otra que agradecer para mis adentros que sea de matrimonio, o habríamos tenido que comer el uno encima del otro.

Una posibilidad que, por otro lado...

Sacudo la cabeza y cierro la puerta. «Yo soy Pingu, el más salado, que solo come pescado congelado...»

—Debería haberte avisado —dice, mirándome desde su lugar privilegiado. Se ha acomodado entre los cojines, apoyando el peso en un costado, y ya va por su tercer vistazo de cuerpo entero—. Así podrías haberte puesto algo más cómodo.

—Eso es lo que voy a hacer ahora, si me disculpas...

—No. —Eso dice, que no. Y lo acompaña cogiéndome de la mano y tirando de mí para sentarme a su lado—. Si te has puesto así de sexy para mí, quiero quedarme con todos los beneficios.

—A Lana no le hará gracia que esté tirada en la cama con uno de sus vestidos preferidos.

Eso es empíricamente falso, ya que mientras esté acompañada por un hombre atractivo, a Lana no le importará que me revuelque en barro o fabrique una cometa con su mejor traje de noche.

—Creo que los dos sabemos que eso es mentira. Curioso... Pensaba que la gente inteligente sabía mentir de maravilla.

—Es difícil mentirle a quien ya sabe la verdad. Y existe una diferencia entre las personas inteligentes y los listillos. Alguien que utilice la lógica sabrá que nunca conviene engañar. —Me encojo de hombros y me tiendo a su lado, dejando un espacio libre entre los dos. Prefiero no darle vueltas a lo inverosímil que es esta situación, y ni mucho menos reconocer que hemos llegado a ella porque he aceptado la intrusión—. Todo se acaba sabiendo.

—Eso me da esperanzas contigo, Lola Bunny. A veces parece que nunca voy a conseguir llegar al fondo de tus pensamientos.

—¿Por qué querrías saber en qué pienso? ¿Eres de esos hombres que quieren controlar todo lo que les rodea?

Genial, otro tópico.

—Soy de esos hombres que cuando están interesados en algo, quieren descubrir hasta el último de sus detalles.

—¿Por qué? ¿Curiosidad? ¿Fisgoneo? ¿Una demostración personal de poderío y mando, quizá?

—Te gusta pensar mal de mí, ¿verdad...? Ahí va la respuesta. Porque me gusta saber cuánto puede llegar a aportarme la gente de la que me rodeo, y para eso es necesario conocerla bien.

Cuatro veces tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora