Saltando charcos

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PD: Costó pero volví, no quería dejar pasar más tiempo =) Comenteeeen ^^ Es un capítulo breve pero importante. Ya van a entender por qué. Los animo a crear sus hipótesis.

Gracias por llegar y seguir aquí <3

(esta nota será borrada en los próximos días)



Cuando el clima mejoró, Kentaro salió de la librería en la que se había refugiado. Decidió avanzar saltando por sobre los charcos que se habían formado, quería pisarlos a todos. Le encantaba el sonido del agua al salpicar junto con la sensación de humedad que de a poco iba calando su calzado.

Iba con un jean de color negro, que hacía parecer más delgadas sus piernas de por sí pequeñas, y una remera azul que le llegaba hasta la mitad de los muslos. A su lado balanceaba un paraguas negro con la tela separada de las varillas. Lo había comprado ese mismo día pero debido al viento y la lluvia, que momentos antes abatieron con fuerza, se le rompió a las pocas cuadras de haberlo adquirido.

Su objetivo debía de encontrarse cerca. Ícaro se había encargado de darle todos los detalles que sabía sobre su vida lo que, junto a su investigación en las redes sociales de su blanco, le daba un panorama completo para llevar a cabo su tarea. Quería comenzar cuanto antes porque, de entre todos sus encargos, este era el más entretenido de realizar, a los ojos del japonés.

—¡Cuidado!

—¡Idiota!

Le gritaron dos chicas que había mojado en uno de sus saltos. Algunas personas lo miraban con diversión, pero la mayoría trataba de evitarlo o le decía cosas de ese estilo. A él no le importaba. A veces, cuando lo retaban con un volumen de voz audible para el resto de los peatones, volteaba para sonreírles mostrando los dientes mientras balbuceaba unas disculpas torpes; al parecer esto confirmaba las sospechas de los transeúntes acerca de su falta de entereza mental, y ocasionaba que bajaran la mirada para proceder a ignorar su existencia.

A medida que se acercaba al estudio fotográfico, iba consolidando su posición en la calle y mejorando su técnica espanta personas. Le encantaba jugar con la gente normal.

—¡Kabum! —gritó al lanzarse sobre un último gran charco con los dos pies juntos.

Una sonrisa atravesó su rostro al darse cuenta de que había dado con una baldoza floja, logrando que el agua estancada saltara en todas direcciones, sin pasar por alto la botamanga de su jean.

Al levantar la vista se encontró con un joven que le devolvía la sonrisa y sostenía una cámara en la mano.

—Espero que no te moleste. Estabas tan concentrado en lo tuyo que no pude evitar sacar un par de fotos, si quieres te las muestro.

—Deberías regalarme unas copias, después de todo estás usando mi imagen.

—Sí, por supuesto. Soy Jorge —le tendió la mano.

—Aaron —sujetó con ambas manos el mango de su paraguas y sonrió tímidamente mientras bajaba la cabeza.

Jorge retiró su saludo, un poco incómodo por no ser correspondido, y lo invitó a acompañarlo a revelarlas. En el camino, aprovechó para intentar conocer más a su compañía.

—Cuéntame, ¿qué te trae a esta pequeña ciudad?

—Estoy en un viaje de descubrimiento personal.

—¿Mochilero?

—Sí, sí, algo así.

—¿Desde dónde vienes?

Hielo contra fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora