Capítulo 12 "El significado y la insignificancia"

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"No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos"

Hermann Hesse

    En un principio el silencio se hizo eco. Sólo podía escuchar la música rebotando por todas las superficies, como si estuviera vacío el salón. Luego un carraspeo fuerte y por último unos aplausos desaforados de alguna mesa. Buscó con los ojos y encontró a sus amigos vitoreando de pie. Como las primeras gotas de una tormenta, que chocan fuerte e insistentemente, así ellos lograron sumar a los demás. Al final casi todos aplaudieron, como se suponía que debía ser desde un principio.

—¿Lo ves?, no era tan difícil —le susurró Julién al oído.

   Corrió una silla y le indicó que se sentara. Se estaba comportando como un caballero. Emilia no pudo sacarle los ojos de encima. Era una nueva y desconocida faceta de su vecino menos favorito, que jamás hubiera sospechado. Como un cristal de múltiples caras y ángulos, tan variado que no lograba terminar de conocerlo. Él se daba cuenta de su escrutinio pero actuaba indiferente. Con total normalidad le sirvió jugo en la copa y se sentó en su lugar.

   Compartían mesa con Abigail, Chester, Josefina y Jorge. Ella respiró hondo. Se encontraba entre amigos así que tenía que dejar de estar esperando un ataque o algo al estilo Carrie.

   Comieron con normalidad fingida. Jorge trató de sacarle conversación pero ella respondía de forma cortante. No entendía por qué se sentía tan irritada por el hecho de que no le haya contestado las llamadas. Con el tiempo, él dejo de intentarlo.

   Por su parte, Abi trataba acaparar la atención de Chester, como si no hubiera más gente en la mesa. Él, en cambio, no cesaba de mirar a Emilia y a su hermano.

   Cuando llegó el primer baile, la gran mayoría salió a la pista con su respectiva pareja. Julién la miró y le hizo un gesto con la cabeza. Ella negó con una sonrisa y él frunció el ceño.

—Es lo mínimo que tienes que hacer en tu baile de graduación. No te hagas la difícil.

   Y dicho eso la tomó de la mano para arrastrarla hacia el vórtice de baile. Emilia no opuso resistencia y trató de ignorar las miradas curiosas.

—No me hago, soy —replicó ella al detenerse en un punto, justo debajo de una esfera disco.

   Él sonrió.

—Me parece bien.

   La hizo girar y comenzó su danza. Para sorpresa de Emilia, Julién era un excelente bailarín. No pudo evitar sonreír junto a él mientras se movían al son de la música. Era sorprendentemente hábil y tenía buen oído. Ambos parecían divertirse y, olvidados del resto, pasaron un gran momento juntos.

   Cuando terminó una canción, Jorge apareció y le pidió a Julién un baile con ella.

   El chico del sauce la soltó antes de que ella le apretara las manos en señal de desacuerdo. Luego lo vio alejarse y, antes de volver la vista, su amigo habló.

—Creo que estás enojada...

—No. Enojada no. Sólo desilusionada. No creía que eras capaz de hacer esto.

—¿Hacer qué?, ¿venir al baile con una amiga que me lo pidió hace una semana?

—No responder a mis llamadas porque, exactamente eso, vienes al baile con mi amiga.

—A ver Emi, explícate mejor. ¿Es esto una escena de celos?

—Oh, eso te encantaría. Ni en tus mejores sueños.

Hielo contra fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora